La extrema derecha alcanza una intención de voto récord en Alemania y enciende alarmas
En un sondeo, la consultora IPSOS mostró que si las elecciones serían este domingo, la AfD se posicionaría como segunda fuerza política del país; los analistas temen que podría representar su amenaza más seria para la política alemana tradicional desde 2017
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A medida que la preocupación por el futuro de Alemania crece, parece que también lo hace Alternativa para Alemania (AfD), el partido político de la ultraderecha más extrema del país.
Según una encuesta de Ipsos publicada hoy, si se celebraran elecciones federales el próximo domingo, el 22% de los encuestados votaría a AfD, cuatro puntos porcentuales más que los del partido socialdemócrata (SPD) del canciller Olaf Scholz. Con este resultado se posiciona como la segunda fuerza política del país, por debajo del partido de la unión (CDU/CSU), que sacaría un 26%, dos puntos porcentuales menos que el mes anterior.
AfD alcanza su punto más alto en las encuestas en los antiguos estados comunistas del este de Alemania. Hoy es el partido con más votos en los estados de Sajonia, Brandeburgo, Mecklemburgo-Pomerania Occidental y Turingia, donde triunfó en las últimas elecciones en el distrito de Sonneberg, con el 52,8% de los votos. Su imagen en el oeste también está subiendo, y, a nivel nacional, está codo a codo con los socialdemócratas del canciller Scholz.
Si la tendencia se mantiene, AfD podría representar la amenaza más seria para la política alemana tradicional desde 2017, cuando se convirtió en el primer partido de extrema derecha en entrar en el Parlamento desde la caída del nazismo.
El giro es sorprendente para un partido cuyos obituarios políticos llenaban los medios alemanes hace un año, tras haberse hundido en las elecciones nacionales. Y refleja el malestar de un país en una encrucijada.
Las razones
Cuando fue elegida en 2021, la coalición de tres partidos de Scholz prometió conducir a Alemania a través de una transformación dolorosa pero necesaria. En cambio, el país se sumió en una incertidumbre más profunda por la invasión rusa de Ucrania.
Entonces el país entró en recesión. Las cifras de migración alcanzaron máximos históricos, impulsadas sobre todo por los refugiados ucranianos. Y la coalición empezó a luchar entre sí sobre cómo retomar el rumbo marcado para Alemania antes de la guerra.
AfD, un partido que atrajo apoyos sobre todo al criticar la migración, encontró un nuevo atractivo como defensor de la clase económicamente precaria de Alemania.
“Con la migración, AfD ofreció una narrativa cultural y una identidad a quienes estaban ansiosos por su futuro”, dijo a The New York Times Johannes Hillje, un politólogo alemán que estudia la AfD. “Ahora, la amenaza cultural no viene solo de fuera, sino de dentro, es decir, de la política de transformación del gobierno”.
El polémico eslogan nazi
La AfD ha resurgido a pesar de que los servicios de inteligencia nacionales la clasifican como organización “sospechosa” de extrema derecha, lo que permite ponerla bajo vigilancia. Sus detractores la califican como populistas, xenófobos y racistas. Además, su rama en Turingia, donde se celebró la reunión de Waldhaus, está clasificada como extremista “confirmada”.
En el informe anual de la agencia nacional de inteligencia en abril, el líder de la agencia, Thomas Haldenwang, indicó que se cree que de los 28.500 integrantes de la AfD, alrededor de 10.000 son extremistas.
En años anteriores, el partido parecía dispuesto a dejar de lado a las figuras extremas. Ahora ya no. Este mes de abril, la colíder Alice Wiedel habló junto a Björn Höcke, líder del partido en Turingia y uno de los políticos considerado entre los más radicales de la AfD.
Höcke fue acusado recientemente por la fiscalía estatal por utilizar la frase “todo para Alemania” en un mitin, un eslogan de las tropas de asalto nazis.
Estrategia
Los analistas políticos afirman que los principales partidos de Alemania comparten la culpa por el ascenso de la AfD. La coalición de Scholz no logró comunicar de manera convincente sus planes de transformación y, en cambio, pareció enfrascarse en batallas internas sobre cómo llevarlos a cabo.
Sus tradicionales opositores conservadores, entre ellos la Unión Demócrata Cristiana de la excanciller Angela Merkel, se están acercando a las posturas de la AfD con la esperanza de recuperar votantes.
“Se están radicalizando”, aseveró Julia Reuschenbach, politóloga de la Universidad Libre de Berlín. “Ningún grupo de votantes principales es tan inaccesible como los de la AfD”. De hecho, un estudio hecho por la Fundación alemana Friedrich Ebert establece que los varones de rentas bajas o los trabajadores de servicios que tienen inquietudes culturales sobre la inmigración y desconfían del PE son más propensos a votar a los partidos de derecha en Alemania.
Por ello, los otros partidos están adoptando la estrategia de la AfD de antagonizar el lenguaje neutro de género, así como posturas más duras sobre la migración. Algunos líderes demócratas cristianos incluso están pidiendo eliminar los derechos de asilo de la constitución de Alemania.
Pero la verdadera prueba del apoyo a la AfD no llegará sino hasta el próximo año, cuando varios estados del este de Alemania celebren elecciones y tenga una posibilidad de llevarse la mayor parte de los votos.
Mientras tanto, todas las semanas, los políticos de la AfD se despliegan por todo el país, organizan mesas de información, noches de encuentros en pub y conversaciones con ciudadanos, como si ya estuvieran en campaña electoral.
Con información de The New York Times
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