En 2014, Elizabeth Holmes tenía una empresa valuada en 9 mil millones de dólares pero, en 2015, su tecnología empezó a mostrar fallas y acabó derrumbándose
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“La multimillonaria más joven del mundo que se forjó a sí misma”, según la revista Forbes. La “próxima Steve Jobs”, la bautizó Inc, otra revista de negocios que la puso en su portada. En 2014, Elizabeth Holmes, con entonces 30 años, estaba en la cima del mundo. Tras abandonar sus estudios en la Universidad de Stanford, había fundado una empresa valorada en US$9 mil millones, por haber provocado supuestamente una revolución en el diagnóstico de enfermedades. Con unas pocas gotas de sangre, la prueba Edison de la compañía Theranos prometía detectar rápidamente enfermedades como el cáncer y la diabetes sin necesidad de usar agujas.
Peces gordos, desde Henry Kissinger hasta Rupert Murdoch invirtieron en ella. Pero para 2015, el proyecto empezaba a mostrar la hilacha, y, en un año, se vio que la idea de Holmes era falsa. La tecnología que promocionó no funcionó en absoluto, y en 2018 la empresa que fundó se había derrumbado. Hoy, Holmes, de 37 años, enfrenta 20 años de prisión si es hallada culpable de los 12 cargos de fraude que se le imputan. Nunca antes contó su lado de la historia. Su juicio, que comienza este mes -EE.UU. vs. Elizabeth Holmes, et al- será monitoreado de cerca. Se espera que se declare no culpable. Y en un giro de tuerca, se supo este fin de semana que sus abogados argumentarán que su exnovio y socio comercial, Ramesh “Sunny” Balwani, abusó sexualmente de ella y la controló emocionalmente en el momento de los presuntos delitos, socavando su estado mental. Balwani, de 56 años, quien enfrenta los mismos cargos de fraude, calificó las acusaciones de “indignantes”. Dependerá de un jurado decidir con qué compasión o con qué dureza juzgar a la mujer que engañó a todos, desde estadistas hasta secretarias.
Presión desde el comienzo
A pesar de ser el tema de un libro, un documental de HBO y una próxima serie de televisión y película, todavía no está claro por qué Holmes se arriesgó tanto con una tecnología que sabía que no funcionaba. Holmes se crió en una familia acomodada en Washington DC, y era una niña educada pero retraída, según personas que la conocían. El inventor y empresario Richard Fuisz, de 81 años, especula que debe haber habido una inmensa presión sobre ella para tener éxito.
Su familia vivió al lado de la de Holmes durante años, pero se pelearon cuando Theranos lo demandó por una disputa de una patente en 2011 (se resolvió más tarde). Los padres de Holmes fueron durante gran parte de sus carreras burócratas en Capitol Hill (es decir, el congreso estadounidense y los edificios administrativos en sus alrededores), pero “estaban muy interesados en el estatus” y “vivían para las conexiones”, le comentó Fuisz a la BBC.
El tatarabuelo de su padre fue el fundador de Fleischmann’s Yeast, que cambió la industria del pan de Estados Unidos, y la familia era muy consciente de su linaje, dijo. A los nueve años, la joven Elizabeth escribió una carta a su padre declarando que lo que ella “realmente quería de la vida era descubrir algo nuevo, algo que la humanidad no sabía que era posible hacer”. Cuando llegó a la Universidad de Stanford en 2002 para estudiar ingeniería química, se le ocurrió la idea de un parche que pudiera escanear al usuario en busca de infecciones y liberar antibióticos según fuera necesario. A los 18 años, ya mostraba una intransigencia que, al parecer, seguiría impulsando la empresa que fundaría al año siguiente.
Phyllis Gardner, experta en farmacología clínica en Stanford, recuerda haber discutido la idea del parche cutáneo de Holmes y haberle dicho que no funcionaría. “Ella simplemente me miró fijamente pero era como si no me viera”, le dice Gardner a la BBC. “Y parecía absolutamente segura de su propia brillantez. No estaba interesada en mi experiencia y fue perturbador”.
Ascenso meteórico
Meses después, con 19 años, Holmes abandonó Stanford y lanzó Theranos, esta vez con una forma aparentemente revolucionaria de analizar la sangre con un simple pinchazo en el dedo. Muchas personas poderosas quedaron cautivadas e invirtieron en la empresa sin ver cuentas financieras auditadas. El secretario del Tesoro de EE.UU., George Schultz, el condecorado general de la Infantería de Marina James Mattis (que luego trabajó en el Gobierno de Trump) y la familia más rica de EE.UU., los Walton, estaban entre quienes le dieron su apoyo. Esto le dio credibilidad, al igual que su forma de comportarse. “Sabía que había tenido esta idea brillante y que había logrado convencer a todos estos inversionistas y científicos”, dice Jeffrey Flier, exdecano de la Facultad de Medicina de Harvard, que se reunió con ella para almorzar en 2015.
“Ella estaba segura de sí misma, pero cuando le hice varias preguntas sobre su tecnología, no parecía que entendiera”, agrega Flier, quien nunca evaluó formalmente su tecnología. “Me pareció un poco extraño, pero no salí pensando que era un fraude”. Flier terminó invitándola a unirse a la Junta de Becarios de la escuela de medicina, algo que lamenta, aunque Holmes fue destituida cuando estalló el escándalo.
Resultados no fiables
Todo comenzó a desmoronarse en 2015 cuando un informante expresó su preocupación sobre el dispositivo de prueba insignia de Theranos, el Edison. El Wall Street Journal escribió una serie de revelaciones condenatorias en las que afirmaba que los resultados no eran fiables y que la empresa había estado utilizando máquinas disponibles comercialmente hechas por otros fabricantes para la mayoría de sus pruebas. Las demandas se acumularon, los socios cortaron lazos y, en 2016, los reguladores estadounidenses le prohibieron a Holmes operar un servicio de análisis de sangre durante dos años. En 2018, Theranos se disolvió.
¿Abusadora o abusada?
En marzo de ese año, Holmes llegó a un acuerdo por cargos civiles de los reguladores financieros por recaudar de manera fraudulenta US$700 millones de inversores. Pero tres meses después fue arrestada, junto con Balwani, por cargos penales de fraude electrónico y conspiración para cometer fraude electrónico. Los fiscales afirman que ella engañó con conocimiento de causa a los pacientes sobre las pruebas y exageró enormemente el desempeño de la empresa ante los patrocinadores financieros. Holmes fue liberada bajo fianza y en 2019 se casó con William “Billy” Evans, de 27 años, heredero de la cadena de hoteles Evans Hotel Group. Tuvieron un hijo en julio de este año. “No creo que el hecho de que sea ahora madre influya en el juicio, pero es probable que el juez lo tenga en cuenta si la declaran culpable”, señala Emily D Baker, exfiscal adjunta de distrito de Los Ángeles y comentarista legal que es está vinculada al caso.
El juicio
A medida que se acerca el juicio por el escándalo de Theranos, los comentaristas dicen que es notable cuán firmemente se ha aferrado a su historia original y las personas que la conocieron dicen que dudan de que haya cambiado. Según los documentos judiciales, los abogados de Holmes están dispuestos a argumentar que “ella creía que cualquier supuesta tergiversación” sobre Theranos era cierta y que se trataba de un “negocio legítimo que generaba valor para los inversores”.
También es probable que sostengan que el presunto comportamiento controlador de Balwani “borró su capacidad para tomar decisiones”, incluida su capacidad para “engañar a sus víctimas”. Dicen que el exdirector de operaciones de Theranos, que será juzgado por separado el próximo año, controló cómo se vestía, qué comía y con quién hablaba durante más de una década.
También llamarán como testigo a un psicólogo especializado en abuso sexual. No está claro si Holmes subirá al estrado. “Lo más difícil en cualquier caso de fraude es demostrar que la persona intentó defraudar”, explica Baker. “Así que los fiscales tendrán que usar sus mensajes de texto y correos electrónicos y argumentar que ella sabía que la tecnología no funcionaba, pero dijo que sí lo hacía”.
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