La estrella de Moro se apaga por las luchas internas y las presiones
En solo dos meses se desgastó la imagen del ministro de Justicia y Seguridad, una de las figuras del gabinete de Bolsonaro
RÍO DE JANEIRO.- Estrella de la operación Lava Jato, el exjuez Sergio Moro entró al gabinete del presidente brasileño, Jair Bolsonaro , como una garantía de su inquebrantable compromiso contra la corrupción en la política. Pero con apenas dos meses como ministro de Justicia y Seguridad, el reconocido exmagistrado sufrió un rápido desgaste en su imagen pública, víctima de los traspiés del gobierno de derecha, las luchas internas y las presiones del propio mandatario.
Al designarlo en el cargo, Bolsonaro lo calificó como un "superministro", que tendría "libertad total" de actuación en su área. El presidente brasileño llegó a aclarar: "Yo no voy a interferir en absolutamente nada que ocurra dentro de Justicia, en lo relativo al combate a la corrupción. Aun si se metiera con alguien de mi familia en el futuro, no importa".
Sin embargo, en enero pasado las primeras sospechas de corrupción salpicaron al gobierno, por llamativas transacciones en efectivo realizadas por el hijo mayor del mandatario, Flavio Bolsonaro, entonces diputado estatal en Río de Janeiro -con cuestionados vínculos con las milicias cariocas- y ahora senador nacional. Moro evitó en todo momento involucrarse en el tema, aun sin una explicación oficial convincente.
"El presidente ya presentó algunos esclarecimientos. Hay otras personas que necesitan hacer aclaraciones y si los hechos no son aclarados, tienen que ser investigados. Pero yo no puedo asumir ese papel. El ministro de Justicia no es la persona para interferir en casos concretos", señaló el exjuez, mientras antiguos simpatizantes suyos lo criticaban por lavarse las manos frente al creciente escándalo que le concernía porque el Consejo de Control de Actividades Financieras, que alertó sobre las transacciones, está bajo su responsabilidad.
Moro prefirió en cambio concentrar su atención en la que debía ser su gran carta de entrada en la arena de las políticas públicas: un paquete de medidas para combatir la corrupción y el crimen organizado. Lo diseñó y lo mostró a la prensa a principios del mes pasado.
Incluía una porción dedicada a la penalización más efectiva y dura contra el financiamiento ilegal de campañas electorales (apodado "Caja 2"), que él mismo, tan recientemente como en 2017, había calificado como "peor que el enriquecimiento ilícito".
Para sorpresa de muchos, cuando pocos días después llevó al Congreso todo el proyecto para su aprobación, las iniciativas relativas a la criminalización de la "Caja 2" habían sido separadas de las otras medidas. Y su explicación produjo desconcierto.
"Inicialmente íbamos a presentar un solo proyecto. Hubo reclamos. Algunos políticos se sintieron incómodos con que eso [la ?Caja 2'] fuera tratado como corrupción o crimen organizado. Fuimos sensibles y lo colocamos por separado. El gobierno atiende así a reclamos que son razonables", dijo Moro, luego de ser convencido por algunos sectores de la base aliada de que su intención de criminalizar las prácticas de "Caja 2" atentarían contra la aprobación por parte de los legisladores de las otras medidas contra la corrupción y el crimen organizado.
Vicios
Arreciaron los ataques desde la prensa y las ONG anticorrupción, que lo acusaron de doblegarse prematuramente ante los vicios de la política tradicional. Pero el mayor golpe a la otrora intachable reputación del exjuez brasileño llegó esta semana.
El miércoles pasado, el ministro anunció que había invitado a la prestigiosa politóloga Ilona Szabó -directora ejecutiva del Instituto Igarapé, especializado en políticas públicas y combate a la criminalidad- a formar parte del Consejo Nacional de Política Criminal y Penitenciaria (Cnpcp). De inmediato, en las redes sociales llovieron las críticas de fanáticos seguidores de Bolsonaro -los bolsominions, como son llamados en Brasil-, que apuntaron que Szabó era una conocida opositora a la liberalización de armas, una de las banderas que defiende el presidente. La acusaron de ser una "enemiga del gobierno" y "militante de extrema izquierda que buscará sabotear esta administración desde dentro".
Atento a sus huestes virtuales, Bolsonaro ordenó a Moro revertir su decisión. Y al día siguiente, Moro emitió un comunicado en el que señaló que "ante la repercusión negativa en algunos segmentos, se optó por revocar la nominación" de Szabó, a pesar de que destacó los "relevantes conocimientos" de ella en el área de la seguridad pública.
Desde la izquierda -en especial desde el Partido de los Trabajadores (PT), que siempre denunció una "cacería política" de Moro contra la agrupación por haber sido el juez que condenó a prisión al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva- acusaron al ministro de "cobarde" y "sumiso".
Pero incluso entre sectores del centro ideológico, que antes respaldaban decididamente a Moro, ahora objetaron su actitud, por no defender el "pluralismo democrático" y dejarse llevar por la "intolerancia" que se ve en algunos miembros del gobierno de Bolsonaro.
"El gran prestigio que tenía Moro y las expectativas que había generado quedaron muy maltrechos después de estos episodios. Tenía una carrera profesional como juez que le ganó su fama de implacable e independiente, pero ahora como ministro enfrenta todas estas demandas políticas que lo debilitan y ponen en duda su carácter", apuntó a LA NACION el analista Paulo Calmon, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia.
Los episodios que erosionaron su imagen
Incomodidad
- Moro, que llegó como un "superministro", evitó involucrarse en un tema incómodo: las primeras sospechas de corrupción que salpicaron al gobierno, por llamativas transacciones en efectivo hechas por el hijo mayor del presidente, Flavio Bolsonaro, entonces diputado estatal en Río.
Paquete de medidas
- El exjuez concentró su atención en su gran carta de presentación: un paquete de medidas para combatir la corrupción y el crimen organizado. Sin embargo, las iniciativas relativas a la criminalización del financiamiento ilegal de campañas electorales fueron separadas de las otras medidas.
Críticas
- Moro fue criticado por ONG anticorrupción, que lo acusaron de doblegarse ante los vicios de la política.
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