La estrecha ventaja socialdemócrata anticipa una fuerte puja por el poder con los conservadores
Según los resultados proyectados, el SPD de Olaf Scholz se imponía en las elecciones generales sobre la CDU-CSU, la alianza conservadora de Armin Laschet y la canciller Angela Merkel
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BERLÍN.– En la elección alemana más reñida desde la posguerra, el Partido Social Demócrata (SPD) de Olaf Scholz queda hoy a las puertas del poder en Alemania tras obtener una histórica victoria electoral frente a la coalición conservadora dirigida por Amin Laschet, el candidato de la canciller saliente Angela Merkel. La diferencia, sin embargo, es tan ajustada que ninguna de las grandes formaciones políticas se atrevió a reivindicar la victoria ni a reconocer su derrota.
Alemania fue a las urnas con uno de esos días de sol que pocas veces se ven en el país. Pero Berlín, una de las capitales más silenciosas del mundo, estuvo marcada este domingo de votación general por dos acontecimientos simultáneos que la obligaron a salir de su introspección: la masiva presencia de los electores, que se sometieron con serenidad a largas esperas afuera de las oficinas de voto a causa de la pandemia, y los gritos de aliento de miles de extranjeros, venidos a presenciar la tradicional maratón que se organiza aquí cada año el último domingo de septiembre.
En todo caso, a medida que avanzaba el recuento a partir de las 18, el líder del SPD, de 63 años, parecía consolidar su posición de candidato mejor votado con 25,9% de los votos, según la cadena ARD de televisión. Ese caudal, que hace apenas tres meses parecía difícil de imaginar, significó un avance de 5,4% con respecto a los resultados obtenidos en la última batalla legislativa de 2017.
Con esas cifras a la vista, Scholz se perfila inmediatamente como futuro jefe del gobierno. En su primer discurso estimó que había sido “plebiscitado por los electores para ser el próximo canciller” de Alemania. “Una cosa es segura: muchos ciudadanos votaron por el SPD porque quieren un cambio de gobierno. Y también porque quieren que el próximo canciller se llame Olaf Scholz”, proclamó durante un breve discurso en la sede del partido. Con prudencia, evitó proclamarse vencedor, aunque ejerció una primera presión en sus futuros interlocutores al recordar durante un debate televisado que el próximo gobierno debe quedar formado “antes de Navidad”, pues el 1° de enero de 2022 Alemania debe asumir como presidente protempore del G-7.
Sin prejuzgar cuáles serán los aliados del SPD en la coalición de gobierno, Scholz recordó que tenía “muchas más cosas en común con los Verdes” que con los otros partidos, pero no excluyó ninguna combinación, insistiendo en afirmar que su deseo era “ser constructivo”.
Con el caudal que cosechó, está en condiciones de convertirse en la primera minoría y controlar 205 de las 730 bancas de la Cámara baja en el Bundestag. Esa fuerza, sin embargo, es insuficiente para ejercer un peso determinante en el juego parlamentario y lo obliga necesariamente a negociar la integración de una coalición de gobierno.
Severo revés
En esta decisiva consulta, que puso término a 16 años de monopolio político de la canciller saliente Angela Merkel, la alianza formada por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y la Unión Social Demócrata (CSU) sufrió un severo revés en las urnas. El candidato a sucederla como canciller, Amin Laschet, de 60 años, totalizó apenas 24,3% de los votos (-8,6%), lo que representa el peor resultado de la coalición conservadora en sus 72 años de historia. De esa manera, podría integrar el segundo bloque parlamentario con 195 escaños.
En tercer lugar se ubicaron los ecologistas del partido Verde (Grüne), de Annalena Baerbock, de 40 años, que lograron 14,5% (+5,6%). A pesar de su crecimiento, que podría otorgarle 115 escaños en el parlamento, sus militantes ecologistas no disimulaban su decepción, pues soñaron hasta último momento con un resultado cercano a 20% que podría permitirles participar en una coalición bicolor con el SPD para formar el gobierno que, teóricamente, gobernaría el país hasta 2025.
Los militantes verdes, por su parte, no conseguían ocultar su decepción ante el resultado nacional de su candidata, que habría obtenido 14,5% de los votos y reconoció “algunos errores”.
“Esta noche no se puede hablar de gran victoria”, confesó la militante Christina Wortzen en la sede de los Grünen. “En comparación con 2017 está muy bien. En comparación con el año pasado, menos. Y en relación a hace seis meses, es deprimente”, reveló al borde de las lágrimas. En julio, los Verdes estaban primeros en los sondeos.
La cuarta posición fue lograda por el joven líder del Partido Liberal Demócrata (FDP): Christian Lindener, de 42 años, reunió 11,5% (+0,8%) y 91 diputados, un caudal que le acuerda un amplio margen de maniobra para participar en las decisivas negociaciones que comenzarán la semana próxima.
Los dirigentes de la formación de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que habían obtenido un avance significativo en 2017, también reconocieron su decepción con el resultado de hoy: con 10,5% de los votos (-2,1%) y 83 bancas, fueron penalizados por un contenido demasiado racista de su campaña, que causó ciertos temores entre sus electores más moderados.
El otro gran perdedor de la consulta fue, sin duda, el partido Die Linke (La Izquierda), que tras resignar casi la mitad de su fuerza, solo totalizó 5,0% (-4,2%). Si cae por debajo de ese porcentaje, corre el riesgo de quedar excluido del Bundestag en los próximos cuatro años y de no poder participar en los juegos de alianza para formar gobierno.
La multipolaridad del tablero político alemán deja abierto un enorme abanico de posibilidades de alianzas para integrar el futuro gobierno. Si bien los grandes equilibrios de fuerza quedaron definidos hoy con el dictamen de las urnas, aun es necesario esperar unas horas para conocer la distribución exacta de bancas en el hemiciclo.
Aunque no apareció ni formuló ninguna declaración durante la jornada, la figura dominante de la elección fue la canciller Angela Merkel. Durante uno de los tantos homenajes que le tributaron, sus admiradores la despidieron en Berlín con una enorme torta en forma de corazón, que decía simplemente Thanke (gracias).
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