La estrategia de Dilma, en una encrucijada por la economía
La estrategia de la presidenta Dilma Rousseff de atacar a los banqueros y resaltar las divisiones de clases podría darle el apoyo necesario para ganar las elecciones, pero deterioraría más las relaciones con los líderes empresariales, justo cuando la estancada economía necesita nuevas inversiones con urgencia.
Dilma, que lideró la primera vuelta en las elecciones del domingo pasado y se enfrentará al favorito de los mercados, Aécio Neves, en el ballottage del 26 de octubre, está recurriendo a un fuerte gasto gubernamental y una dura retórica para ganarse el apoyo de las clases más pobres de Brasil.
El gobernante Partido de los Trabajadores (PT) recurrió a una táctica similar para ganar las tres últimas elecciones presidenciales, en un país con una gran brecha en la riqueza, y Dilma está redoblando la apuesta en las elecciones más ajustadas y volátiles de Brasil en décadas.
Dilma se centra en el impresionante récord de su partido de sacar gente de la pobreza durante sus 12 años en el poder, mientras retrata al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que gobernó de 1995 a 2002, como una formación comprometida con los ricos.
"Vamos a tener otra disputa con el PSDB, que gobernó para un tercio de la población y se olvidó de los más necesitados", dijo Dilma el domingo pasado, luego de que Aécio logró pasar al ballottage.
El lunes volvió sobre el mismo tema, al criticar al PSDB por ser el partido de los ricos, y calificó como irrelevante la mejora en los mercados tras el buen resultado de Aécio.
"Los inversores pueden hacer lo que quieran, pero no ganan elecciones. La gente gana las elecciones", señaló la presidenta.
El mes pasado, su equipo emitió un anuncio televisivo en el que criticaba las propuestas de otro rival amigo de los mercados mostrando a banqueros con traje, sentados alrededor de una mesa y riéndose, mientras la comida desaparecía de los platos de una familia pobre.
Los asesores de Dilma no creen que la campaña cause daños duraderos, porque los inversores entienden que los ataques a los banqueros son parte del proceso electoral desde la crisis financiera global, incluso en Estados Unidos y en otros países ricos.
"Creo que la retórica que vemos contra el sector privado se diluirá muy rápido si gana", comentó Carlos Thadeu de Freitas, economista jefe de la Confederación Nacional de Comercio de Brasil y ex director del Banco Central.
No obstante, otros piensan que la ofensiva del PT es más peligrosa ahora que en las tres elecciones anteriores, por los problemas que enfrenta la mayor economía de América latina.
La década pasada, la economía de Brasil creció cerca de un 4% anual, gracias a la fuerte demanda de materias primas de China y un gran aumento de los créditos de consumo y el gasto.
Pero el crecimiento se desaceleró por debajo del 2% anual en la gestión de Dilma, debido a cuellos de botella en las infraestructuras y otros problemas asociados a los suministros, que sólo puede arreglar la inversión.
Mala reputación
Dilma ya tenía mala reputación entre los inversores, que desconfían de su afición por la intervención estatal en la economía.
Varios altos ejecutivos dijeron que la retórica de campaña de la presidenta podría hacer que no repita los esfuerzos que hizo en su primer mandato para acercarse a los líderes de la industria y las finanzas, una "ofensiva de encanto" destinada a ganar su confianza.
"Si cree que vamos a volver a Brasilia de nuevo el año próximo, se puede ir olvidando", afirmó un importante ejecutivo financiero en San Pablo, que pidió el anonimato.
La mayoría de inversores y líderes empresariales en Brasil quieren un cambio de gobierno, sobre todo por el débil crecimiento económico y las finanzas públicas.
El gobierno descartó su objetivo de ahorro presupuestario para este año, al aumentar el gasto en programas sociales y proyectos clientelares, en lo que los críticos advirtieron era un esfuerzo en un año electoral para asegurarse el apoyo de los pobres y sus socios de coalición en el Congreso.
El ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva usó una estrategia similar en 2010 para asegurar que Dilma, su sucesora elegida, ganara las elecciones. Los beneficios a corto plazo de este gasto son obvios, pero podrían provocar un grave dolor de cabeza presupuestario para Dilma o Aécio, si terminara por dar la sorpresa en el ballottage.
"El deterioro de las finanzas del país es tal que gane quien gane la presidencia tendrá poco margen de maniobra el próximo año", indicó Marcos Mendes, consultor fiscal en el Senado y ex funcionario del Tesoro entre 1989 y 1992.
Los inversores tienen dos recelos principales con la presidenta: que dio la espalda al rigor fiscal y desconfía del sector privado, aunque no es tan hostil como Venezuela o la Argentina.
Los defensores de Dilma dicen que tuvo que lidiar con un complicado escenario económico global que también afectó a otros mercados emergentes y que los problemas fiscales son en parte culpa de las rebajas de impuestos que pidieron los mismos líderes empresariales.
Alonso Soto y Brian Winter
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