La estrategia de debate de Joe Biden fue planeada durante meses, pero en minutos todo colapsó
El equipo de campaña de Biden apostó por un debate anticipado y se preparó intensamente en Camp David, pero los asesores no pudieron prever los trastabilleos del candidato sobre el escenario
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CAMP DAVID, Maryland.- Los preparativos del presidente Joe Biden para el debate salieron bien.
De todas maneras, en esas sesiones Biden hablaba entrecortadamente, y a veces confundía los datos y las cifras. También se tropezaba con las palabras y se iba por las ramas. Sus colaboradores sabían que los preparativos no lograrían solucionar su tartamudeo ni hacer que pareciera más joven.
Pero cuando Biden se subió al helicóptero para dejar el rústico retiro presidencial de Camp David para dirigirse a Atlanta, sus colaboradores trataron de tranquilizar a sus inquietos aliados. El presidente, dijeron, estaba preparado y su desempeño sería bueno. De hecho, algunos incluso dijeron que el debate sería aburrido.
El relato de estos hechos se basa en conversaciones con ocho involucrados o al tanto de los preparativos de Biden para el debate, que hablaron bajo anonimato para describir esas reuniones privadas. El equipo de campaña de Biden no quiso hacer comentarios para esta nota.
El presidente se autosecuestró durante una semana entera en Camp David con más de una docena de colaboradores para prepararse para el debate del jueves con el expresidente Donald Trump. Ensayó respuestas, se reunión con asesores políticos y participó de simulacros de debate, en los que su abogado personal, Bob Bauer, interpretó el rol de Trump.
Por eso quienes lo prepararon se quedaron tan pasmados con su desempeño, y muchos hasta sintieron que nunca lo habían visto desmoronarse tan dramáticamente. Al fin y al cabo, Biden era un veterano de infinidad de debates, como senador, como precandidato presidencial y como candidato a la presidencia. Y siguen sin entender por qué respondió a la pregunta sobre su edad de manera tan diferente a lo que habían ensayado a la perfección durante toda una semana.
Y el presidente no solo se tropezó con las palabras: hasta parecía perder el foco y muchas veces ser incapaz de terminar la frase. Tenía una voz áspera y apenas audible, y cuando el debate terminó, incluso pareció que la primera dama, Jill Biden, tuvo que ayudarlo a bajar del escenario.
Su pobre actuación sacudió como una onda expansiva al Partido Demócrata, y algunos destacados correligionarios incluso lo llamaron para instarlo a dar un paso al costado. En las 48 horas posteriores al debate, el equipo de Biden buscó tranquilizar a sus seguidores y aportantes de campaña, dijo que el debate había sido “apenas una mala noche”, y juraron que el presidente seguiría en carrera. Biden, dijeron, sería juzgado por sus 3 años y medio en el cargo, y no por 90 minutos sobre el escenario.
Pero con un segundo debate programado para septiembre —un portavoz de la campaña dijo que el presidente no se bajaría del mismo—, sus asesores y aliados están analizando la preparación del presidente para el debate del jueves para determinar si pasaron por alto alguna señal de lo que terminó ocurriendo en el estudio de CNN en Atlanta.
A lo largo de los años, los asistentes de Biden fueron desarrollando una fórmula para prepararlo para los debates, un proceso supervisado por Ron Klain, su primer jefe de gabinete en la Casa Blanca y gurú de los debates de los candidatos demócratas desde hace mucho tiempo. Al principio del proceso de preparación, Biden suele reunirse con Klain en privado o con un pequeño grupo de asistentes para ensayar las respuestas, y a veces escribe sus respuestas favoritas en tarjetas a manera de ayudamemoria.
Los asistentes especializados en áreas temáticas específicas, como la seguridad nacional o la economía, se suman cuando llega el momento de las sesiones centradas en esos temas. Al final del proceso, Biden participa de simulacros de debate, diseñados para imitar lo más fielmente posible el evento real.
En Camp David, Biden participó de varios de esos simulacros, que se realizaron en un microcine y en un hangar de aviones montado como el estudio de CNN. Esos debate simulados se llevaron a cabo en distintos momentos del día, incluso por la noche, cuando Biden a veces parece flaquear y cuando se iba a realizar el debate, señalan los funcionarios.
Algunos funcionarios especulan que tras días de largas sesiones de preparación, Biden estaba demasiado preparado y quedó entrampado en su propia cabeza. Otros lamentaron que de los preparativos participaran tantos asistentes, y señalan que la Casa Blanca distribuyó una lista de 18 funcionarios que acompañaron al presidente a Camp David, y que ni siquiera incluía a todos los involucrados.
No todas esas personas estaban en la sala con Biden en todo momento, dicen los funcionarios, pero igualmente señalan que en esos casos se corre el riesgo de que haya demasiadas opiniones, que pueden resultar contradictorias y confusas.
Cuando comenzó el debate del jueves, los principales asesores de Biden, reunidos en una sala de espera de los estudios de CNN en Atlanta, advirtieron de inmediato que el presidente había tenido un arranque difícil, que tropezaba cuando debía responder sobre la economía y que había concluido sus comentarios sobre la deuda interna nacional con un grave fallido: “Finalmente vencimos a Medicare”. Trump no dejó pasar el error.
Hacía meses que los asesores y aliados de Biden dudaban de si debía participar de los tradicionales debates presidenciales. Algunos sostenían enérgicamente que no debía participar: temían que no estuviera a la altura de la tarea y que con sus gritos y fanfarronadas Trump terminara dominando el encuentro.
Otros pensaban que esquivar el debate era enviar una señal de debilidad, y anticipaban que tendría un buen desempeño, señalando la contundencia de su discurso sobre el estado de la Unión, cuando mantuvo un cruce con legisladores republicanos que lo abuchearon.
Los asesores de Biden trazaron la estrategia del debate durante meses. Después, todo se desmoronó.
Por Tyler Pager
Traducción de Jaime Arrambide
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