La escalada de la crisis en Kazajistán moviliza a Rusia y alarma a Occidente
El Kremlin envió tropas para contener la ola de violentas protestas que se desataron por la suba del precio del combustible; advertencias de EE.UU., la UE y la ONU; hay por lo menos 18 efectivos muertos
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PARÍS.– Los tanques rusos entraron el jueves en Kazajistán para ayudar al régimen autoritario de ese país de Asia Central a aplastar una rebelión popular que ya provocó por lo menos 18 muertos. Sumido desde hace tres días en un caos de tipo revolucionario, ese gigantesco país, centro económico de la región, rico en metales preciosos e hidrocarburos, decretó el estado de emergencia, bloqueó internet y los celulares y solicitó ayuda a su omnipotente vecino.
Antes de ese bloqueo, las imágenes que circulaban por las redes sociales mostraban edificios públicos invadidos por manifestantes iracundos en varias ciudades del país, camiones del Ejército perseguidos a pedradas y policías agredidos.
Considerada una de las más estables de la región, nunca la rica exrepública soviética había conocido semejantes sobresaltos durante los 30 años que pasó bajo el control de su todopoderoso expresidente Nursultán Nazarbaiev.
La agitación estalló el domingo en el oeste kazajo tras el anuncio de un aumento del precio del gas licuado de petróleo, carburante utilizado por casi el 90% de los vehículos del país, y se extendió como reguero de pólvora a Almaty, la capital económica, donde las manifestaciones se transformaron en motín contra el poder actual.
Según las agencias de prensa rusas, que citan al Ministerio del Interior kazajo, por lo menos 18 miembros de las fuerzas de seguridad murieron, 748 resultaron heridos, mientras unos 2300 civiles fueron arrestados.
Los escasos testigos entrevistados por la prensa occidental se declaran “profundamente decepcionados” por el actual presidente kazajo, Kassym Jomart Tokayev, que se apresuró a acusar de la agitación a “grupos terroristas, entrenados en el extranjero”.
“Grupos de elementos criminales golpean a nuestros soldados, los humillan, los arrastran desnudos por las calles, agreden a las mujeres y pillan los comercios”, afirmó Tokayev en un discurso televisado digno de la época soviética, rodeado por la plana mayor del Ejército en torno de una mesa.
Mano de hierro
Pero la cólera de los kazajos está, sobre todo, dirigida contra el expresidente Nazarbaiev, que dirigió con mano de hierro el país de 1989 a 2019 y conserva toda su influencia. Considerado el “titiritero” del actual mandatario, la gente protesta al ritmo del lema “¡fuera viejo!”. En Taldykurgán, en el sudeste del país, los manifestantes desmontaron una de sus estatuas.
La situación en todo caso es explosiva, y la presencia de tanques y tropas rusas probablemente no sea la mejor manera de apaciguar a la población. Llamados en urgencia, en efecto, Rusia y sus aliados de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) anunciaron ayer el envío del primer contingente de una “fuerza conjunta de mantenimiento de la paz” a Kazajistán. Su misión –según el Kremlin– será “proteger las instalaciones estatales y militares” y “ayudar a las fuerzas del orden nacionales a estabilizar la situación y restablecer el Estado de Derecho”.
Heredero político de Nazarbaiev, el actual presidente no consiguió hasta ahora calmar la ira popular, a pesar de haber hecho marcha atrás sobre el precio del gas líquido, destituido al gobierno, instaurado el estado de emergencia y el toque de queda nocturno. Ayer, anunció además la limitación del precio de todos los carburantes.
Europa lanzó ayer un llamado a todas las partes implicadas en la crisis a dar muestras de moderación. “Estamos muy preocupados”, dijo el jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Josep Borrell.
“Estamos desolados ante la cantidad de víctimas y llamamos a todas las partes, en Kazajistán o en el marco de la OTSC, a la moderación y la apertura de un diálogo”, señaló, en tanto, el ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian.
Pero el mundo presencia, sin duda, una terrible demostración de debilidad del régimen kazajo. Solicitando la intervención militar de su gran vecino y aliado ruso, la exrepública soviética reconoció su dependencia de Moscú, a pesar de haber firmado –después de su independencia, en 1991– acuerdos de asociación con China, Turquía, la UE e, incluso, Estados Unidos. “Se trata de un primer paso hacia la pérdida de nuestra soberanía”, reconoce el politólogo Dosym Satpayev, que se sorprende de que se haya recurrido a semejante fuerza extranjera para hacer frente a “bandas de saqueadores”.
Los primeros “cascos azules” rusos que llegaron ayer a Kazajistán deberían recibir el apoyo de refuerzos bielorrusos y armenios. Tokayev solicitó, en efecto, la ayuda de la expotencia colonial en el marco de los acuerdos de defensa OTSC.
Esta es la primera vez que ese mecanismo es activado desde que fue firmado el tratado, en 1992, entre seis naciones del espacio postsoviético: Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán.
La OTSC se había negado a actuar en 2020, durante la guerra entre Armenia y Azerbaiyán por el Alto Karabaj. Esta vez, no dio explicaciones sobre los motivos de su acción. “Moscú se precipitó militarmente a Kazajistán para evitar un escenario de guerra civil, donde una parte del Ejército kazajo pudiese incorporarse a los manifestantes”, opina el exdiplomático ruso Vladimir Frolov.
Las actuales operaciones subrayan, en todo caso, la importancia acordada por el Kremlin a su vecino de Asia Central, con el cual el país presidido por Vladimir Putin comparte 7500 kilómetros de frontera, y mantiene importantes lazos comerciales en el marco de la Unión Económica Euroasiática.
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