La escalada de dos conflictos que ya se volvieron uno solo
BEIRUT.- Como fiel reflejo de hasta qué punto los conflictos en Siria e Irak se volvieron uno solo, miles de milicianos chiitas iraquíes que ayudaban al presidente Bashar al-Assad a combatir el levantamiento sunnita en su contra están regresando a su país, lo que implica una presión más sobre el ya exigido ejército sirio, que a duras penas logra retener el territorio recuperado en los últimos meses.
La frontera entre ambos países ya no cuenta mayormente para nadie: los combatientes del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) cruzan libremente de un lado al otro transportando armas, equipamiento y dinero en efectivo, un desarrollo de los hechos que potencialmente podría volcar la balanza del poder en un conflicto por lo demás estancado.
La ocupación de grandes porciones de territorio iraquí por parte de las milicias implica una victoria política para Al-Assad, que siempre insistió en que el levantamiento en su contra era obra de extremistas islámicos de inspiración extranjera, sugiriendo que Occidente debía apoyarlo para contener la influencia de los jihadistas y que, en la realidad, la alternativa a su gobierno no eran los rebeldes moderados prooccidentales, sino los islamistas más radicales.
El violento proceder y los fulminantes éxitos del EIIL en Irak, contra un gobierno que básicamente cuenta con el apoyo de Occidente, parece condecirse con ese argumento de Al-Assad, que ahora puede regodearse de que Estados Unidos esté sopesando una incursión aérea contra los militantes sunnitas en Irak, y tal vez también en Siria. Pero el desarrollo de los hechos también amenaza con trastocar el reciente repunte de las fuerzas de Al-Assad en una guerra civil que ya lleva tres años.
El gobierno sirio depende fuertemente de los combatientes extranjeros para aumentar sus filas y ayudar a aplastar a la insurgencia sunnita que está devorándose el país. Esos extranjeros incluyen a miles de combatientes chiitas de Hezbollah, asesores de la Guardia Revolucionaria de Irán y milicianos iraquíes que dejaron sus hogares y marcharon a Siria para defender lo que para ellos es un ataque contra el eje regional chiita conformado por Irán, Al-Assad, Hezbollah y el premier iraquí, Nouri al-Maliki.
"Lo que ocurre en Irak es como una espada de doble filo para Al-Assad -dijo Randa Slim, directora del Instituto de Medio Oriente, con sede en Washington-. Por un lado, estos acontecimientos apoyan el argumento de Al-Assad ante su electorado y Occidente, de que su lucha es contra terroristas." Pero por otro lado, dice Slim, la veloz y exitosa incursión del EIIL en Irak socava la afirmación de Al-Assad de que él puede derrotarlos. El resultado más inmediato es que miles de milicianos chiitas de origen iraquí que luchan en Siria se están volviendo a su país para defenderlo del vendaval sunnita, dejando tras su partida grandes vacíos de poder en zonas bajo su control.
Al ser entrevistados tras su regreso a Bagdad, muchos de esos combatientes chiitas dijeron haber vuelto respondiendo a un llamado hecho en los últimos días por el líder espiritual chiita de Irak, Ali al-Sistani. Otros dijeron haber vuelto porque la de Irak es la madre de todas las batallas. "Sí, nosotros participamos de los combates en Siria, pero ahora la prioridad es Irak", dijo Jassem al-Jazaeri, alto oficial de las Brigadas Hezbollah en Irak, milicias al parecer entrenadas y financiadas por la Guardia Revolucionaria de Irán.
La mayoría de los combatientes chiitas iraquíes que fueron a Siria -un número que según algunos ronda entre los 20.000 y 30.000 hombres- lucharon contra los rebeldes en suburbios de Damasco y en particular cerca de Sayida Zeinab, donde hay un gran santuario chiita.
Firas Abi Ali, jefe de Análisis de Medio Oriente y Norte de África de IHS Country Risk, dijo en un reciente informe que el gobierno sirio compensará cualquier repliegue de los combatientes iraquíes con fuerzas provenientes mayormente de Hezbollah. "Sin embargo, es probable que la partida de los combatientes iraquíes reduzca temporalmente la capacidad del gobierno sirio de montar nuevas ofensivas y lo coloque en una posición de defensa", dijo Abi Ali.
Otra preocupación para Al-Assad es la posibilidad de que el EIIL pueda transferir armamento avanzado y vehículos desde Irak a través de la frontera. Un alto funcionario de inteligencia iraquí confirmó que de hecho esos movimientos ya comenzaron. Con la condición del anonimato, el funcionario contó que los combatientes tomaron recientemente los depósitos de Mosul, un arsenal con 400.000 armas y municiones, y que una cuarta parte de ese armamento fue trasladado a Siria.
En un informe, el grupo de inteligencia global Stratfo dijo que, tras la retirada de los iraquíes, el EIIL había capturado vehículos blindados, armas cortas, municiones, artillería, sistemas de comunicación, y tal vez más cosas.
"Ese equipamiento les dará un impulso significativo en el campo de batalla de Siria", decía el informe.
Qassim Zahra y Zeina Karam
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