Coronavirus: la errática gestión del brote licua el poder de Bolsonaro
RÍO DE JANEIRO.- Jair Bolsonaro está acostumbrado a ir contra la corriente. La pandemia del coronavirus no es la excepción. Mientras muchos presidentes se fortalecen en el mundo adoptando un discurso alineado con la ciencia, el presidente brasileño padece la crisis y su poder se erosiona todos los días.
La rebelión empezó por las cacerolas. En las principales ciudades brasileñas, muchos ciudadanos protagonizaron en las últimas tres semanas cacerolazos en respuesta a la minimización sistemática que Bolsonaro ha hecho de la pandemia, que tiene en este país 13.717 infectados y 667 muertos.
Luego se sumaron los gobernadores: 25 de los 27 jefes de estados se desmarcaron del presidente -incluso exaliados- en una carta en la que manifestaron que primaría la decisión de "cuidar la vida de los ciudadanos". Fue una forma de hacer explícita su desobediencia a cualquier recomendación de Bolsonaro, que brega por un relajamiento del aislamiento social y por la reapertura de comercios. Así, Brasil paró la actividad en sus escuelas y los locales "no esenciales" bajaron sus persianas.
Como pocas veces, la fragilidad del presidente quedó expuesta el lunes. En medio de una crisis pública con el ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, Bolsonaro tenía una decisión tomada. Iba a despedir a su ministro "clave", popular en la crisis por haberse desmarcado del derechista al defender criterios de la Organización Mundial de la Salud en el combate contra el virus.
"La hora H todavía no llegó. Pero va a llegar, porque mi lapicera funciona", había amenazado en términos militares Bolsonaro, anticipando que el despido llegaría en cualquier momento. Pero la lapicera se quedó sin tinta. Bolsonaro encontró resistencias internas y externas para echarlo, en días cruciales para Brasil: al menos cinco estados, entre ellos San Pablo y Río de Janeiro, se preparan para una etapa de "aceleración descontrolada" de contagios. Ayer Brasil tuvo su día más negro: 114 muertos en 24 horas, un incremento de 20% respecto del día anterior.
El ala militar del gobierno y el Congreso, a través de los líderes de ambas cámaras -miembros del mismo partido que Mandetta- le advirtieron que la salida del ministro no sería bien recibida. Al final del día, presionado, el presidente retrocedió y Mandetta, que ya había vaciado los cajones de su oficina, se mantuvo en el cargo, exponiendo la debilidad de Bolsonaro para tomar decisiones.
"Bolsonaro está perdiendo terreno a diario por su desastrosa actuación frente a la pandemia", dijo a la nacion Marcus Ianoni, doctor en Ciencias Sociales y profesor de la Universidad Federal Fluminense.
Cada vez que el presidente cae en las encuestas, es el ministro de Salud, médico y exdiputado, quien mejor capitaliza la crisis. Mandetta cuenta con el respaldo del 76% de la población, más del doble que el presidente, de acuerdo con Datafolha.
¿Se juega en esta crisis el futuro del gobierno de Bolsonaro?
Para Ianoni, Bolsonaro, aun debilitado, no tendrá problemas para ejercer su mandato. "Muchos critican su posición en la pandemia, pero no quieren su renuncia porque temen que lo que pueda venir sea peor", dice el analista, quien refiere la traumática experiencia que vivió Brasil en 2016 con el juicio político a Dilma Rousseff.
En su opinión, es más probable que la crisis reconfigure el liderazgo de la derecha, que en 2018 se alineó detrás de Bolsonaro para enfrentar al Partido de los Trabajadores. Uno de los políticos que gana protagonismo en estas horas es João Doria, gobernador de San Pablo.
La fragilidad quedó marcada por otro hecho. El general Walter Braga Netto, ministro jefe de la Casa Civil, se hizo cargo de la coordinación del Comité de Emergencia del Coronavirus. Según DefensaNet, un sitio brasileño con información tras los bastidores del mundo militar, la designación respondió a un acuerdo entre el presidente y los jefes de las fuerzas para que el ministro absorba parte del peso de la crisis, al correr de la escena al jefe del Estado.
"El mayor riesgo (de Bolsonaro) hoy no está en el hundimiento de su popularidad, sino en la posibilidad de un impeachment", opina Michael Mohallem, profesor de Derecho en la Fundación Getulio Vargas (FGV).
Aunque los líderes de la oposición y del Congreso manifestaron que no hay ninguna posibilidad de avanzar con un juicio político en medio de la crisis sanitaria, nadie descarta que superada la crisis pueda ocurrir.
Para el profesor de la FGV, el relativo éxito de Bolsonaro al finalizar la crisis está atado a una paradoja: "La salvación depende del éxito que tenga el distanciamiento social". "Bolsonaro debe manifestarse contra el aislamiento respondiendo a su base más dura, pero al mismo tiempo debe confiar en el aislamiento para que los muertos y contagiados no sean altos".
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