La era post-Merkel: por qué los aspirantes a sucederla no despiertan entusiasmo en Alemania
BERLÍN.– Cuando el diario alemán Handelsblatt encuestó a los votantes para saber qué políticos les despertaban más interés de cara a las elecciones nacionales de 2021, la respuesta mayoritaria fue clara: ninguno. Las opciones incluían a los tres hombres que aspiran a la presidencia del partido de la canciller Angela Merkel, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), y de esa forma convertirse en sus posibles sucesores políticos al frente del país.
Quien gane la votación en la convención partidaria que se desarrollará de manera virtual este fin de semana debería quedar con el camino despejado para convertirse en el candidato democristiano a la cancillería, en reemplazo de Merkel, que ya ha dicho que no competirá por la reelección en las elecciones nacionales de septiembre. Pero no está todo dicho, considerando que ninguno de los aspirantes parece tener demasiado rebote en el electorado.
Esta situación abierta deja expuestas las dificultades que enfrenta el partido para forjarse una identidad post-Merkel, de cara a unas elecciones que marcarán el fin de su mandato de 16 años como canciller. Y ahora, con su firme liderazgo durante la incertidumbre de la pandemia global, Merkel goza de una popularidad sin precedentes.
Eso deja a su partido en situación de ventaja de cara a las elecciones –subió un 10% en intención de voto desde el inicio de la pandemia– y le daría al candidato de la alianza CDU/CSU una gran chance de convertirse en el nuevo líder de Alemania.
En carrera están Friedrich Merz, histórico rival de Merkel dentro del partido; el experto en política exterior Norbert Roettgen, y Armin Laschet, ministro-presidente del estado de Renania del Norte-Westfalia, corazón industrial de Alemania y región de origen de los tres candidatos. El nuevo presidente de la CDU será elegido por 1001 delegados partidarios, que en su mayoría ocupan algún cargo político. Los resultados no serán anunciados hasta el 22 de enero, ya que los delegados votan por correo.
Una competencia tan poco definida por el liderazgo partidario no tiene precedentes en la CDU, dice un político democristiano que prefiere no revelar su nombre para hablar abiertamente de la interna partidaria.
"Todos los candidatos tienen algún problema estratégico irremontable para resolver, y eso los delegados lo tienen muy claro", señala la fuente, y agrega que ha hablado con decenas de ellos, y que más de un tercio parece indeciso. "Puede pasar cualquier cosa", agrega.
Hace apenas un año, la pregunta sobre el sucesor de Merkel al frente de la CDU y probable candidato en las elecciones nacionales parecía estar totalmente definida.
En la convención partidaria de 2018, la protegida y sucesora preferida de Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer, ganó ajustadamente la pelea por el liderazgo partidario contra Merz, y se convirtió en la "candidata en pausa" del partido.
Pero después de una seguidilla de traspiés políticos que culminaron en un escándalo por el alineamiento del partido con la ultraderecha para una elección regional, en febrero pasado Kramp-Karrenbauer renunció.
La pandemia ya obligó a postergar dos veces la votación de su reemplazo. Y durante ese tiempo la popularidad de Merkel se disparó, hasta rozar el 70% actual.
"Reemplazar a Merkel es una tarea muy difícil", dice Jürgen Falter, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Mainz. "Deja una huella realmente notable, y todos los posibles candidatos tendrán problemas para seguir sus pasos".
De los tres competidores, Laschet es considerado el candidato de la continuidad, y de hecho ha dado pocas muestras de querer apartarse de la línea de Merkel en política exterior.
Además de gobernar Renania del Norte-Westfalia, Laschet también preside desde 2017 la CDU de ese estado, la sección partidaria más poderosa del país. Pero si bien es popular entre los mandos medios del partido, que son quienes tomarán la decisión, es el menos popular de los tres candidatos en las encuestas de intención de voto entre los alemanes.
Después está Roettgen, que hace una década era considerado el "joven maravilla" de los democristianos y se había ganado el apodo de "preferido de mamá", porque sonaba como sucesor de Merkel, a la que apodan "Mutti". Pero Merkel lo echó del gabinete cuando Roettgen condujo al partido a una desastrosa derrota en las elecciones regionales de 2012 en Renania-Westfalia.
Roettgen preside la comisión parlamentaria de relaciones exteriores y dentro del partido se ha posicionado como un modernizador y un candidato de consenso.
Una encuesta realizada esta semana entre simpatizantes democristianos por el canal de noticias alemán ARD muestra a Merz a la cabeza con un 29%, y tanto Roettgen como Laschet tienen un 25% de apoyo. Pero los simpatizantes del partido no votan, sino los 1001 delegados partidarios. Y esa podría ser la perdición del tercer candidato, Merz, que no es demasiado popular entre los que toman las decisiones dentro del partido, pero es el preferido de las bases democristianas, dice Falzer, politólogo de la Universidad de Mainz.
"Es demasiado independiente, demasiado directo, y le gustan los conflictos, confrontar", dice Falzer. "Eso no le gusta nada a los mandos medios del partido".
Ruptura
El triunfo de Merz sería la mayor ruptura con la gestión de Merkel y seguramente daría un golpe de timón para devolver a la CDU a sus raíces derechistas, después del movimiento hacia el centro que le imprimió Merkel.
Ha pasado más de una década desde que Merkel desplazó a Merz de la política, y la animosidad entre ambos no es secreto para nadie. Merz, un millonario abogado corporativo que ha ocupado el directorio de empresas alemanas como BlackRock y Ernst & Young, anunció un regreso a la política en 2018, no bien Merkel anunció que no se postularía para la reelección.
Gane quien gane la carrera por el liderazgo partidario, las dudas sobre quién será el candidato del partido en las elecciones de septiembre persistirán. Lo cierto es que nadie sabe cuánto del reciente impulso del partido es atribuible a Merkel.
El partido, por lo tanto, sigue buscando la manera de desprenderse de su liderazgo. "Por un lado, no podemos alejarnos de Merkel y de su gobierno de los últimos 15 años. Pero al mismo tiempo tenemos que demostrar que somos el gobierno del futuro", dice Meister.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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