La era pos-Trump: a cinco años del Acuerdo de París y aún en pandemia, ¿el mundo le dará prioridad al clima?
PARÍS.– En 2015, 200 países se comprometieron en París a no superar en más de 2°C el calentamiento global. Esa promesa quedó en la nada y el termómetro sigue subiendo, a pesar del sinnúmero de informes científicos que advierten que los más de 1,5 millones de muertos causados por la pandemia de Covid-19 es solo una muestra de lo que sucederá con el cambio climático. Después de Donald Trump y de la pandemia, ¿acaso el mundo será capaz de volver a la razón y actuar de una buena vez?
El 12 de diciembre de 2015, cerraba la Conferencia sobre el Clima (COP 21) en Le Bourget, en las afueras de París. Durante dos semanas, bajo la égida de la ONU, representantes de 200 países, de la sociedad civil y de la ciencia llegaron a aquel acuerdo histórico por el bien de la Humanidad. La ceremonia final estuvo marcada por vivas, aplausos y el golpe seco de un martillo de madera con cabeza tallada en forma de hoja verde.
"Es un pequeño martillo, pero pensé que podría hacer grandes cosas", dijo entonces Laurent Fabius, presidente de la Conferencia y ministro de Relaciones Exteriores de Francia.
Pocos días después, 2015 fue declarado el año más tórrido de la historia de París. Y 2020 se anuncia a su vez como un año récord, con una larga lista de "inéditos" climáticos. Basta citar dos: 38°C en Siberia el 20 de junio pasado; más de 1,6 millones de hectáreas de bosques incendiados en California, el doble del récord precedente de 2018.
La imagen del oso polar desamparado en un trozo de hielo que navega en las aguas cada vez más temperadas del Ártico se ha transformado en el emblema de las dramáticas consecuencias del desorden climático. Pero es también la salud de la humanidad la que está en juego con el calentamiento del planeta, señala un informe publicado el jueves pasado.
"Los shocks inducidos por el clima provocan decesos, afectan la salud y perturban los medios de subsistencia en todas las regiones del mundo en este mismo momento", advierte Ian Hamilton, director ejecutivo de este quinto informe anual del Lancet Countdown on Health and Climate Change. Si la pandemia derrumbó los sistemas de salud, esta crisis sanitaria es apenas un ejemplo de lo que le espera al mundo con la crisis climática, advierte el estudio, realizado en colaboración por 35 instituciones, entre ellas, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y numerosas universidades.
Ningún país –rico o pobre– está al abrigo de los efectos del cambio climático en la salud. En primer lugar, el aumento constante de la temperatura global provoca una multiplicación de olas de calor. "Durante los últimos 20 años, la mortandad ligada a episodios caniculares aumentó 54% en los mayores de 65 años y 296.000 personas murieron en 2018", según el informe.
Unos 128 países padecieron un aumento de la exposición de sus poblaciones a los incendios de bosques desde que comenzó 2020: Estados Unidos, el primero de ellos. Según The Lancet, la elevación prevista del nivel del mar podría desplazar a 565 millones de personas y exponerlas a innumerables problemas de salud.
El aumento de temperaturas y los episodios climáticos extremos, cada vez más numerosos, amenazan también la seguridad alimentaria. El uso de energías fósiles, sobre todo el carbón, es responsable del calentamiento climático, pero también de siete millones de decesos anuales por culpa de la polución del aire.
Para los científicos, la pandemia de Covid-19 y el cambio climático "representan crisis convergentes".
"La pandemia nos demostró que cuando la salud está amenazada a escala mundial, nuestras economías y nuestros modos de vida pueden derrumbarse", declaró Hamilton.
Solo la mitad de los países estudiados por ese informe han elaborado planes nacionales que establecen un nexo entre salud y clima. Y solo cuatro de ellos disponen de financiamiento nacional adecuado. Entre tanto, dos tercios de las ciudades del planeta interrogadas creen que el cambio climático comprometerá seriamente sus infraestructuras sanitarias.
Y, sin embargo… la experiencia parece demostrar que, tironeados por exigencias económicas, lobbies y argumentos electorales, los gobiernos hacen promesas que no logran cumplir. No obstante, algunos buenos ejemplos existen.
Después de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE) el próximo 1º de enero, Dinamarca se convertirá en el primer productor de hidrocarburos del bloque. Pero dentro de tres décadas eso habrá terminado. El 3 de diciembre, el gobierno danés y su Parlamento anunciaron el fin de la explotación de hidrocarburos en su plataforma continental del Mar del Norte antes de 2050. Para entonces, Copenhague suspenderá las actividades de exploración petrolera y gasífera.
Bajo la presión de sus aliados ecologistas en el Parlamento, el gobierno socialdemócrata, en el poder desde junio de 2019, siguió las recomendaciones de un organismo independiente, el Consejo por el Clima, según el cual la continuación de las operaciones contradecía las ambiciones climáticas del país. Dinamarca intenta, en efecto, alcanzar la neutralidad en carbono antes de 2050 y convertirse en pionera de la transición ecológica.
Sorpresa
El 22 de septiembre pasado, por primera vez en la historia, China se fijó el objetivo de lograr la neutralidad en carbono en 2060. Así lo anunció el presidente Xi Jinping ante la Asamblea de la ONU. Primer contaminador mundial, responsable de un cuarto de las emisiones de gas de efecto de invernadero, China se compromete también a alcanzar un pico de sus emisiones de CO2 antes de 2030, y no "alrededor" de 2030, como lo indicara en su plan climático precedente.
El anuncio causó sorpresa y dejó dubitativos a los especialistas, pues China sigue construyendo centrales eléctricas a carbón.
"Xi deja el problema a las generaciones futuras. En 2018 su país consumió 4840 millones de toneladas de carbón. O sea que las promesas para 2060…", analiza François Godement, especialista de Asia en el Instituto Montaigne.
El 21 de julio pasado, en plena pandemia, la UE acordó el mayor plan de reactivación jamás financiado por el bloque. Unos 1,8 billones de euros serán destinados a reconstruir la Europa poscoronavirus. Objetivo principal: una Europa más verde. Más del 30% de ese dinero estará destinado a la transición climática, el porcentual presupuestario más elevado de la historia de la UE.
El 3 de diciembre, el premier británico, Boris Johnson, anunció por su parte haber aumentado su ambición, al fijar como objetivo una reducción de las emisiones de gas de efecto de invernadero de "al menos 68%" antes de 2030, en relación con el nivel de emisiones de 1990 (contra 61% hasta ahora). El Reino Unido asume así el liderazgo de los países más exigentes en Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, establecidas en el marco del Acuerdo de París.
La última buena noticia en el terreno climático es la llegada del presidente electo demócrata, Joe Biden, a la Casa Blanca. El 4 de noviembre, un día después de las elecciones, Estados Unidos se retiraba oficialmente del Acuerdo de París por decisión del actual mandatario, Donald Trump. La reacción de su sucesor fue inmediata: "Hoy, la administración Trump dejó oficialmente el Acuerdo del Clima de París. En exactamente 77 días, la administración Biden volverá a integrarlo". Para que no quedaran dudas, una de sus primeras nominaciones fue la de su futuro "zar climático", el exsecretario de Estado John Kerry.
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