La era chavista en Venezuela: una debacle económica y social que Maduro heredó y profundizó
El que fuera uno de los países más ricos de América Latina entró en pocos años en una espiral de despilfarro, corrupción e hiperinflación que provocó una crisis sin precedente
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CARACAS.– “La economía venezolana es una bomba de tiempo”. El vicepresidente económico Jorge Giordani lo advirtió en 2012, cuando el chavismo disparó el gasto público hasta los 70.000 millones de dólares para que el moribundo Hugo Chávez ganase las presidenciales a Henrique Capriles, “un esfuerzo económico y financiero que llevó el uso de los recursos a niveles extremos”.
En aquellos días de campaña electoral, el candidato opositor recorría el país en medio de una oleada de bonanza económica artificial, creada por el uso y reparto arbitrario de la renta petrolera. Una versión aumentada de lo ya vivido desde la llegada al poder de la revolución bolivariana. En el equipo de Capriles no olvidan cómo los recibían en los barrios más humildes con whisky de importación.
La anécdota, tan venezolana, sirve para ilustrar la tragedia adelantada por el gurú marxista del “comandante supremo”, también conocido como “El Monje”, que aumentó sus críticas un año después, cuando Nicolás Maduro lo incluyó en su gobierno. “Clara sensación de vacío de poder y designaciones poco adecuadas para el manejo de los grandes fondos del Estado”, avisó al país tras su salida del gabinete en 2014. Ya era tarde: las medidas estatistas de Chávez, la corrupción, la caída del precio del petróleo, el gasto suntuoso y la inercia de Maduro destruyeron la economía como si una guerra civil, el terremoto más dañino y el huracán más cruel se hubieran aliado para terminar con el que fuera el país más rico de América Latina.
Unas recetas económicas que evocaban en parte el fracaso de Cuba, con expropiaciones, leyes habilitantes, controles de precios y un sistema de cambio esquizofrénico que, junto a la destrucción de la industria petrolera, condujeron también a una fabulosa corruptela de al menos 300.000 millones de dólares se evaporaron durante el chavismo.
Varias cifras explican el tamaño del despilfarro de Chávez para consolidar y exportar su socialismo del siglo XXI. Durante su mandato, desde 1999 a 2013, Venezuela recibió 960.589 millones de dólares, gastados en políticas clientelistas y robados por la corrupción. Al llegar al poder, el barril de petróleo cotizaba a 11 dólares por barril. En 2004 ya estaba en 32 dólares y en 2008, a 88. El promedio entre 2011 y 2014 fue de 103 dólares por barril.
“No usaron el boom petrolero para ahorrar para la época de vacas flacas”, resume el economista Ricardo Hausmann. Al revés, en una decisión demencial (en términos financieros), Chávez quintuplicó la deuda externa.
Y Maduro y la megacrisis provocada por estas políticas comenzaron a socavar la propia producción petrolera: mientras en 2000 se produjeron 3 millones de barriles de oro negro por día, en 2020, en el peor momento, apenas alcanzaron el medio millón por día.
Las cifras caen unas tras y otras para dar paso al gran interrogante: ¿Quién es el culpable del mayor descalabro socioeconómico del último siglo, que llegó a reducir en un 80% la economía del país con mayores reservas de petróleo del planeta y que pulverizó el salario mínimo desde 326 dólares en 2013 hasta los cinco dólares mensuales de la actualidad? “Chávez es el responsable, y Maduro, el ejecutor”, señala a LA NACION Luis Salamanca, exrector del Consejo Nacional Electoral (CNE). “Lo que queda de Chávez son los efectos de su visión nefasta del país, su política destructiva y la memoria de la población que lo seguía. Una simpatía y recuerdo residual por alguien que murió antes de que hiciera eclosión este cóctel explosivo que fueron sus políticas junto a la corrupción, que acabaron de los recursos que habían entrado en Venezuela como nunca”, dispara.
Es una memoria manipulada por la falsa dicha de aquellos días, cuando en las encuestas más pintorescas se aseguraba que los venezolanos eran los humanos más felices del planeta. Hoy, diez años después, el 90% se declara preocupado por su país, el 73% triste por su futuro y el 64% estresado por la economía, según el último estudio de la Universidad Católica Andrés Bello.
Cómo no estar preocupado cuando 7,5 millones de familiares, amigos, vecinos y paisanos se vieron obligados a huir para buscar una nueva vida en otros países. El mismo país que durante décadas se convirtió en tierra de promisión para millones de europeos, colombianos, peruanos…
La deriva económica de Maduro, que cambió a los asesores ortodoxos procubanos por los técnicos ecuatorianos de la revolución ciudadana, con la dolarización de facto de por medio, rompió récords mundiales: la hiperinflación se acercó a la barrera del 200.000%. Entre las devaluaciones de ambos presidentes, el bolívar que competía con el dólar perdió 14 ceros. Lo nunca visto.
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