La encrucijada de Biden en Afganistán, la guerra más larga de EE.UU.
La guerra más larga de Estados Unidos se acerca a una encrucijada.
Las opciones que tiene el presidente Joe Biden en Afganistán se reducen a esto: o retira la totalidad de las tropas antes de mayo, como prometió su antecesor, a riesgo de un resurgimiento del extremismo, o se queda y prolonga un poco la guerra con la esperanza de forzar a los talibanes a hacer las paces con el debilitado y dividido gobierno de Kabul.
Y la segunda alternativa parece la más probable, aunque los funcionarios insisten en que no hay decisión tomada.
La situación en Afganistán enfrenta al nuevo gobierno de Estados Unidos con una de sus decisiones más duras y urgentes. La opinión pública norteamericana está harta de una guerra que lleva casi 20 años, pero retirarse ahora podría ser visto como una concesión excesiva con los talibanes, y podría opacar los sacrificios hechos por la coalición de fuerzas liderada por Estados Unidos y por las víctimas civiles afganas.
Biden no se ha referido mucho a Afganistán desde que asumió su cargo, pero conoce esa guerra desde hace años. En 2009, como vicepresidente de Obama, perdió una pulseada interna en el gabinete sobre un momento crucial de la guerra: Biden quería reducir la participación militar de Estados Unidos para enfocarse en combatir a los grupos extremistas, pero Obama, por el contrario, decidió un inmenso aumento del número de tropas, que llegaron a 100.000 efectivos.
La estrategia de Obama no logró forzar a los talibanes a sentarse a negociar la paz, y para enero de 2017, cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca, Obama ya había reducido el número total de tropas a 8.500. Trump fue aumentando de a varios miles por año, y a partir de febrero de 2020, cuando su gobierno llegó a un acuerdo de paz condicional con los talibanes, empezó a retirarse, incluyendo una última reducción que ya estaba prevista y se concretó el mes pasado, que llevó a 2.500 el número de efectivos.
El año pasado, durante la campaña, Biden dijo que tal vez mantendría una fuerza antiterrorista en Afganistán, pero que también iba a terminar con la guerra “responsablemente”, para asegurarse de que las tropas norteamericanas no tuvieran que regresar.
“Traeré de vuelta a casa a nuestras tropas de combate en Afganistán durante mi primer mandato”, escribió a mediados del año pasado, en respuesta a un cuestionario que le envió el Consejo de Relaciones Exteriores, aunque las tropas norteamericanas dejaron de combatir hace años en Afganistán, y desde entonces asesoran a las fuerzas afganas. “Toda presencia militar residual de Estados Unidos en Afganistán estará abocada exclusivamente a tareas de antiterrorismo.”
En la Casa Blanca dicen estar analizando el llamado acuerdo de Doha de febrero de 2020, por el cual los talibanes acordaron dejar de atacar a las fuerzas estadounidenses y de la coalición, y dar inicio a conversaciones de paz con el gobierno de Kabul, entre otras concesiones, a cambio de una retirada completa de las tropas extranjeras antes del 1 de mayo de 2021.
Los altos mandos militares de Estados Unidos afirman desde hace meses que los talibanes incumplen por completo esos compromisos de Doha, y aunque el actual gobierno está revisando el acuerdo, Washington tiene sobrados argumentos para extender la presencia de tropas más allá del 1 de mayo.
Los aliados norteamericanos en la OTAN no dudan del reclamo de Estados Unidos por el incumplimiento de los talibanes ni han pedido un retiro anticipado de las tropas. De hecho, algunos parecen preparados para que Estados Unidos se quede en Afganistán más allá del 1 de mayo.
Para ese plazo faltan apenas dos meses y la urgencia es un problema en sí mismo, ya que pronto será demasiado tarde para sacar ordenadamente a las 10.000 tropas estadounidenses y de la OTAN antes del 1 de mayo. La semana pasada, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, dijo haberles asegurado a los aliados y socios de Estados Unidos en Afganistán que no será una retirada “a las corridas”, y que Washington está poniendo el énfasis en el abordaje diplomático.
“Queda claro que actualmente hay demasiada violencia y es necesario lograr más avances en las negociaciones lideradas por Kabul, así que aliento a todas las partes a que elijan el camino de la paz”, dijo Austin a los periodistas.
Stephen Biddle, profesor de la Universidad de Columbia y exasesor del Pentágono sobre la guerra en Afganistán, dice que el gobierno de Trump probablemente cometió un error al prometer un retiro completo para una fecha específica.
“Si estar ahí es tan importante como para gastar dinero y arriesgar vidas, entonces el objetivo de estar allí es lograr un acuerdo negociado, y para eso hace falta estar en situación de ventaja”, dijo Biddle. Y a esta altura la única ventaja que le queda a Estados Unidos, dice Biddle, radica en su presencia militar y en su promesa de ayuda financiera una vez que se consiga el acuerdo de paz.
“Tenemos que aprovechar nuestra influencia, y eso implica no retirarnos unilateralmente sin un acuerdo”, agrega el experto. “Si nos tomamos en serio el tema del acuerdo y estamos dispuestos a alcanzarlo, tal vez debamos tener paciencia más allá del 1 de mayo.”
Traducción de Jaime Arrambide
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