La eficaz táctica de destrozar símbolos
Un momento, un lugar. Todo símbolo vale para amplificar hasta aturdir el impacto global de un atentado terrorista, no importa si es en Occidente o en el mundo musulmán.
Los aeropuertos de Bruselas o de Estambul , íconos de la globalización, confluencias de todas las nacionalidades del planeta. La disco Pulse, en Orlando, emblema de los derechos de los homosexuales. El mercado de Karrada, en Bagdad, en pleno Ramadán, mes sagrado de ayuno y conmemoración para miles de millones de musulmanes.
Charlie Hebdo , acabado representante de la libertad de expresión. El teatro Bataclán, escenario de la alegría y el desparapajo juvenil. Los festejos del 14 de Julio en el Paseo de los Ingleses, símbolo de la"libertad, la igualdad y la fraternidad".
Es precisamente allí, en Francia, donde el terrorismo busca perfeccionar, desde hace un año y medio, su táctica de ataque hoy predilecta: la de destrozar símbolos para que el impacto de sus atentados llegue, vestido de temor y amenaza, a todo rincón de la Tierra. Y cada vez lo hace con mayor eficacia.
Ya no se necesitan años de planificación y 20 terroristas, como hacía Al-Qaeda, para generar conmoción global. Hoy, con "lobos solitarios" o pequeñas celulas sin preparación, el terrorismo logra mucho -siempre demasiado- con poco. Los derechos, las religiones, las libertades, las emociones no reconocen fronteras geopolíticas: un ataque en Karrada durante el Ramadán es una ofensiva contra los musulmanes en cualquier lado. Una matanza durante el Día de la Bastilla es una cachetada a la libertad en el resto del mundo.
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