La economía global, obligada a adaptarse a la crisis china
Las multinacionales de commodities son las que enfrentan más problemas por la desaceleración
HONG KONG.- El gigante de las commodities BHP Billiton invirtió fuertemente durante años, mientras extraía mineral de hierro en toda Australia, cobre en Chile y petróleo frente a las costas de Trinidad. Como las órdenes de compra de su mayor y mejor cliente -China- no paraban de llegar, la empresa tenía razones para sentirse confiada en la dirección que les había imprimido a sus negocios.
Ahora BHP está reculando, frente a una economía china en desaceleración que ya no ejercerá la misma fuerza de atracción sobre las commodities. Sus ganancias caen, y la empresa recortó en más de dos tercios su presupuesto para nuevas exploraciones.
El rápido crecimiento de China durante la última década reformuló íntegramente la economía mundial, como un poderoso combustible que impulsó las estrategias corporativas, los mercados financieros y las decisiones geopolíticas. La máquina china parecía no tener marcha atrás, capaz de convertirse en una fuente inagotable de capital y de ganancias.
Pero los crecientes temores por la economía china, que culminaron esta semana con la caída de los mercados mundiales, están forzando una amplia reevaluación de aquellos sobreentendidos. Y aunque los mercados den ahora señales de estabilizarse, la onda expansiva podría ser duradera, ya que deja al descubierto una nueva realidad: la apuesta por China ya no es una fija.
Aunque sigue siendo omnipresente en la economía global, lo que China exporta ahora es una incertidumbre que además puede redundar en menor crecimiento y mayor volatilidad.
Las multinacionales industriales y de las commodities son las que enfrentan las presiones más acuciantes, ya que deben frenar la sangría de ganancias producto de la caída del consumo. La empresa Caterpillar, por ejemplo, decidió reducir la producción de sus fábricas, ante la caída de las ventas de maquinaria para la construcción en China, que durante los primeros seis meses del año se desplomó a la mitad.
Los fabricantes de smartphones, las automotrices y los minoristas tienen dudas sobre la resistencia de la demanda china, por más que hasta ahora no hayan sido golpeados en su línea de flotación. En los últimos tres meses, las automotrices Ford y General Motors han despachado menos unidades a las concesionarias de China.
Y no son sólo las empresas las que están reconsiderando todo lo que daban por sentado. Rusia venía contando con China para cubrir la brecha presupuestaria que le dejó la caída del precio del petróleo y las sanciones impuestas por Occidente. Por su parte, Venezuela, Nigeria y Ucrania dependían fuertemente, hasta ahora, de las inversiones y los préstamos chinos a bajo interés.
El golpe fue especialmente duro para Brasil, que ya se tambalea ante la caída de las compras de minerales y poroto de soja por parte de China que afecta a toda América.
La fragilidad de la economía china incluso está forzando a los funcionarios de la Reserva Federal norteamericana a pensar de manera más global, mientras evalúan un alza de la tasa de interés. William C. Dudley, presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, dijo el miércoles que dadas las actuales circunstancias, un alza de la tasa de interés durante el mes de septiembre es mucho menos probable de lo que parecía hace un par de semanas.
"El mundo tiene los ojos puestos en China, atentos a la evolución de esta crisis", dijo en Brasilia el ministro de desarrollo y comercio exterior de Brasil, Armando Monteiro Neto. "Brasil ya está sintiendo los efectos de la desaceleración china. Si la cosa empeora, el impacto será aun mayor."
Ante la abrupta caída de los ingresos por exportaciones de su país durante este año, el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff es blanco de críticas por la dependencia de Brasil de la economía china, que en 2009 superó a Estados Unidos como su principal socio comercial. Durante los primeros siete meses de este año, las exportaciones de Brasil a China cayeron un 23,6% en comparación con el mismo período en 2014.
También se suponía que China era el mesías financiero de Rusia. El año pasado, Rusia firmó un acuerdo de venta de gas natural a China por 400.000 millones de dólares. China ayudaría a financiar la construcción de un gasoducto de casi 4000 kilómetros para transportar el combustible desde Siberia. Rusia anunció con bombos y platillos que terminaría vendiéndole más gas a China que a Alemania, actualmente su principal comprador. Pero los precios que China está dispuesta a pagar por el gas están cayendo tan bajo que, tal vez, ni convenga construir el gasoducto. La gigante energética rusa Gazprom ha recortado sus planes de inversión en el gasoducto para este año, según informó el canal de noticias independiente Dozhd.
Traducción de Jaime Arrambide
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