La ebullición duró hasta el último minuto en suelo norteamericano
Se estima que un millón de personas asistieron a la última misa; Biden lo despidió en el aeropuerto
FILADELFIA.- Pudo más su genio. El papa Francisco doblegó al Servicio Secreto y provocó pánico en sus cuadros con una parada imprevista en su camino a la misa con la que clausuró el Encuentro Mundial de la Familia, el motivo original de su visita.
Al aire libre bajo un cielo amenazante, cientos de miles de personas siguieron al pontífice argentino en su llamado a una fe cimentada en la tolerancia, una que evite la "perversión" de discriminar y dejar de lado a aquellos a los que se tilda de distintos.
Fue una decidida convocatoria a superar "absurdas divisiones" y a no caer en la "poderosa tentación" de que la "burocracia, el oficialismo y los círculos" lleven a dejar de lado a aquellos a los que rápidamente se descalifica porque "no son parte de nuestro grupo". Eso es un escándalo, una "perversión" de la fe, insistió.
No hubo cifras oficiales, pero aquí se habló de un millón de personas siguiendo la ceremonia a cielo abierto. Acariciada por la música y los coros de la Sinfónica de Filadelfia, la multitud no se movió ni siquiera cuando las nubes se resolvieron en unas buenas gotas de lluvia.
Curiosamente, muchos asistían a misa por primera vez en mucho tiempo o, simplemente, por primera vez. "No creo que pueda decirse que yo soy católica, pero este hombre atrae", dijo Jackie Evelynn, una ingeniera de Colorado que llegó con un grupo de amigos.
Otros apuntaban a "lo bien que hace las cosas". Es un hombre que "se desvive por los pobres, ya desde su época en Buenos Aires tenía ese trabajo", dijo Michael Roberts, un alumno del Colegio Jesuita de esta ciudad que, como otros miles y miles, esperaba en la zona histórica.
Era tal la presión que, por momentos, cedían las vallas y los alambrados con que el Servicio Secreto sembró toda la ciudad, convirtiéndola en un laberinto. Su principal intención era evitar que la gente, agolpada en las veredas, se aproximara al papamóvil. Pero ni eso detuvo al papa argentino en su deseo de estar en contacto con la gente. Así, los agentes del Servicio Secreto vivieron un momento de pánico cuando, de pronto, ordenó una parada no programada al chofer y, para sorpresa de todos, descendió del vehículo envuelto en la sotana blanca que lo identifica.
"¡No pare, no pare!", gritó en vano uno de ellos. La consigna es que los tramos al aire libre son los que ofrecen más riesgo. Pero, indiferente a todo eso, Francisco se detuvo para bendecir una instalación dedicada a la Virgen Desatanudos, una de sus devociones personales favoritas.
Se le atribuye a tal advocación la capacidad para ayudar en la solución de problemas cotidianos. El Papa se paseó bajo gruesas trenzas formadas con los pequeños trozos de papel en que los fieles escriben sus intenciones. El rito consiste en anudar el propio deseo, al tiempo en que, en señal de solidaridad, se desata el de otra persona. Francisco acarició y bendijo esas muestras de fe.
Luego de eso, fue evidente que el papamóvil aceleró la marcha y que los custodios que iban a su lado tuvieron que reforzar el paso. Los que iban en bicicleta pedalearon más rápido y los otros, poco menos que trotaron.
Ya en el aeropuerto lo despidió el vicepresidente Joe Biden, católico, al que Francisco pidió que reitere su saludo y su agradecimiento al presidente Barack Obama y a los congresistas. "Sean buenos administradores de los recursos humanos y materiales que les han sido confiados", insistió, antes de ganarse una ovación con su "God bless America".
En el aeropuerto fue aplaudido una y otra vez. "Francisco, te amamos siempre", decía un enorme cartel en español, lengua que dominó en la mayoría de las pancartas. La gente no quería dejarlo ir. "El mal nunca tiene la última palabra", insistió. Tras cinco días de exitosa visita, en este país son muchos más quienes lo siguen.
"Recen por mí", insistió. Poco después, el avión -bautizado Pastor 1, a la usanza del presidencial Air Force 1- partió rumbo a Roma.