La disidencia cubana deja su marca en las urnas con una abstención histórica en las municipales
Se ausentó a las urnas un 31,42% de la población; el proceso electoral se vivió de nuevo a espaldas del pueblo cubano con el Partido Comunista imponiendo a sus delegados municipales
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BOGOTÁ.- La revolución cubana cosechó el domingo el peor resultado “electoral” de su historia, pese a que se trataba de unas votaciones municipales teledirigidas desde el poder, con sólo candidatos militantes o en la órbita del Partido Comunista de Cuba (PCC) y sin observación independiente de ningún tipo. Sólo acudió a las urnas el 68,58% del padrón electoral, lo que supone una abstención histórica del 31,42%.
Muy lejano queda el 97% de apoyos que obtenían en los tiempos gloriosos de Fidel Castro. Desde las últimas municipales de 2017, el castrismo ha perdido más del 20% de los apoyos, ya que entonces acudió a las urnas el 89% de los votantes. Incluso el resultado final es peor ahora que hace casi dos meses, cuando el gobierno llevó a referéndum la aprobación del Código de Familias, con una abstención oficial del 25,88%.
#YoVotoEl27. Como lo dijimos lo hicimos. Feliz regreso a la Patria en #Díadeelecciones pic.twitter.com/mkMaqncKe0
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) November 27, 2022
El próximo domingo se celebrará la segunda vuelta sólo para 950 de las 11.500 circunscripciones, ya que los aspirantes no alcanzaron la cantidad necesaria de votos. Y para marzo y abril del año que viene ya se preparan los elecciones generales que confirmarán al presidente, Consejo de Estado y los diputados que formarán parte de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Miguel Díaz-Canel es el elegido por Raúl Castro y el aparato para, de momento, continuar al frente del país.
Todos ellos no son elegidos directamente por el pueblo, porque al igual que en las votaciones del domingo los candidatos seleccionados son filtrados y aprobados en su totalidad por el PCC en busca del “perfeccionamiento de nuestra democracia socialista”, tal y como reza la doctrina del propio PCC, órgano rector de la sociedad cubana y único partido permitido. La oposición es ilegal, no existe para el Estado.
La mayor parte de la disidencia apostó por la abstención, mientras que el Consejo para la Transición Democrática en Cuba intentó introducir siete candidatos en las listas y finalmente sólo consiguió hacerlo con uno entre los más de 26.000 que presentaba el gobierno. El voto nulo o la papeleta en blanco eran las otras opciones para los discrepantes, sobre todo para quienes sufren el hostigamiento directo de la revolución y se ven en la obligación de acudir a las urnas. Entre los casi seis millones de votantes, el 5,22% depositó papeletas blancas y el 5,67%, nulas.
“El proceso electoral ratifica que Cuba mantiene la estabilidad política y social independientemente de la batalla de asfixia económica que nos están tratando de implantar para que la población, por el descontento, la desesperanza y el agobio, vaya al anhelado estallido social que quiere el gobierno imperial contra Cuba”, pontificó Díaz-Canel tras depositar su voto. El primer mandatario llegó justo a tiempo de su gira internacional, que le llevó a abrazarse al presidente ruso, Vladimir Putin; a inaugurar una estatua de Fidel en Moscú y a obtener del gobierno chino una donación de 100 millones de dólares.
Anticipándose al relativo varapalo que se veía venir, el canciller Bruno Rodríguez arremetió con dureza contra los disidentes que se prodigaron en la campaña a favor de la abstención, “algunas cuentas (de redes sociales) que no tienen ningún valor” frente al “ejercicio soberano, participativo, cívico y alegre en medio de las dificultades de nuestro pueblo”.
El proceso “electoral” se vivió de nuevo a espaldas del pueblo cubano, con el PCC imponiendo a sus delegados municipales, que tampoco es que luego cuenten con mayor capacidad para actuar. El sistema no permite las campañas electorales y el grado de conocimiento de los candidatos es ínfimo.
Más del 50% resultaron reelegidos en una jornada marcada por el desinterés y la apatía, en la que también se persiguió y hostigó a los pequeños grupos que intentaron realizar una contraloría del voto, como sí consiguieron en parte y de forma rudimentaria en el último referéndum.
Johanna Cilano, profesora e investigadora de la Red de Politólogos, destacó para LA NACION la tendencia que se observa desde 2015, con bajada sostenida del apoyo a la revolución en las urnas, y la “expresión de descontento, desconexión, castigo ante la crisis recurrente y múltiple. La sociedad está más politizada y activada tras el ciclo de protestas y represión en los últimos tres años”.
“Sabemos que inflan los resultados, pero incluso así sus propias cifras demuestran que cada día pierden más y más terreno”, aseveró el dramaturgo Yunior García Aguilera, quien lideró al grupo civil Archipiélago durante su desafío del año pasado contra el gobierno cubano. La jornada “electoral” coincidió además con el segundo aniversario del 27N, un símbolo para los opositores desde que intelectuales y artistas protestaran frente al Ministerio de Cultura, embrión de la avalancha de manifestaciones del año siguiente.
La terrible crisis eléctrica persiguió a los cubanos durante el sábado y el domingo, cuando se registraron apagones en una tercera parte del país. A ello se suma la crisis económica, estructural y sempiterna, además de la inflación galopante. Y todo ello cuando todavía prosiguen los juicios contra quienes se manifestaron durante el 11J del año pasado, la mayor rebelión social en más de seis décadas de dictadura.
La actual coyuntura ha provocado la mayor crisis migratoria de la historia, con más de 200.000 personas que han decidido huir de la isla, en especial a Estados Unidos. Diez balseros murieron ahogados la semana pasada al naufragar a 50 millas de Florida.
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