La detención del hijo de Gustavo Petro, un inédito terremoto con un alto precio político para el presidente de Colombia
A pocos días de cumplir un año de gobierno, el presidente colombiano tiene un índice de desaprobación del 61%, aunque también se le reconocen logros a su gestión
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BOGOTÁ.- Gustavo Petro no ha cumplido un año en la Casa de Nariño, pero pareciera que ya transcurrieron diez, algo por otra parte muy colombiano. Los escándalos que corrieron en paralelo a la acción política ralentizaron y debilitaron al gobierno del cambio, incluso afectaron su popularidad: de un 20% de desaprobación a inicios de su mandato al actual 61%, según Invamer. Y con el 70% de los ciudadanos convencidos de que el país sudamericano está empeorando.
Cuando faltan solo ocho días para que se cumpla el primer año de su gobierno estalló, además, el escándalo más grave de una larga lista, con su hijo Nicolás Petro como protagonista. Un torpedo a la línea de flotación del gobierno, que prometió el cambio en la forma de hacer política y aseguró que lucharía contra la corrupción con mucha transparencia. Nada parece haber cambiado al respecto.
Una debilidad institucional y política que además coincide con el fracaso del oficialismo a la hora de sustituir al presidente del Senado, una plaza ocupada hasta ahora por Roy Barreras. El Pacto Histórico perdió por un puñado de votos la disputa entre dos senadores de la Alianza Verde, quedando al final al frente del órgano parlamentario Iván Name, gracias al apoyo de opositores y de partidos tradicionales.
“La detención de Nicolás Petro es muy grave y afecta a la legitimidad de Petro”, resumió en diálogo con LA NACION el politólogo Mauricio Jaramillo.
Pero más allá del terremoto desatado este sábado, “ha habido muchos vaivenes, mucha inestabilidad, la demora injustificada en nombramientos que uno no entiende por qué se alargan tanto. Por ejemplo, llevamos más de medio año sin ministro de Cultura nombrado oficialmente. Se ha visto un gobierno que ha hecho muchos anuncios para responder a las promesas de campaña, muy preocupado por eso, pero en términos de acciones el común denominador ha sido la inconstancia”, apunta Jaramillo.
Para Laura Gamboa, profesora de Ciencia Política en la Universidad de Utah, el primer año del gobierno del Pacto Histórico arroja “un balance mixto”.
“Se lo eligió con muchas expectativas y el gobierno claramente no ha logrado la mitad de esas expectativas. Hubo muchos errores, lo que en Colombia llamamos ‘primiparada’ (bromas molestas de novatos). Creo que también hubo errores de los ministros, muchos de ellos se podrían haber evitado. En ese sentido el gobierno podría mejorar mucho más. A raíz de estos errores se produjo un revolcón importante en el gabinete y eso no es una buena señal para el gobierno, particularmente complicado porque ha significado la salida de muchas personas de centro y el refuerzo con gente más a la izquierda”, dijo.
A pesar de cierta deriva política, el gobierno de Petro también obtuvo “victorias importantes, al pasar una reforma tributaria relativamente progresiva”, señala Gamboa a LA NACION.
“También pasó su Plan Nacional de Desarrollo y tuvo otra serie de victorias por el camino en términos legislativos, y eso es muy importante. Hay un balance mixto por lo tanto, no todo lo que se esperaba. Lo que sucede es que se esperaba mucho del gobierno de Petro, que cometió errores claves: gastó capital político en reformas en las que no debería haber gastado tanto y dejó otras reformas en el tintero, con más opciones de pasar”, subrayó la profesora.
Choques
La pelea de Petro contra otras instituciones del Estado, todo un clásico tras su paso por la Alcaldía de Bogotá, también airea el debate acerca de la politización de la Fiscalía. “Se habla mucho acerca de un fiscal que se extralimitó y que utilizó la institución para su proyecto político hacia la presidencia. Quiere ser candidato. Con la procuradora Margarita Cabello pasó lo mismo”, apuntó Jaramillo.
El choque entre Cabello y Petro, a costa de la sustitución del alcalde de Riohacha, marcó la estruendosa agenda política de la semana.
“Lo de la procuradora es un cuento viejísimo. Cabello es del uribismo y la verdad es que está cruzada con Petro desde antes de llegar al poder. Esa es una pelea vieja y se está viendo el resultado de debilitar ciertas ramas del poder público poniendo aliados políticos. La reciente pelea sobre si se destituye a personas popularmente elegidas también es vieja”, se lamenta Gamboa.
Muchas expectativas y pocas concreciones, incluso en política internacional, donde Petro peleó, sin éxito, con el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, y con el mexicano, Andrés Manuel López Obrador, por el liderazgo de la Patria Grande.
El principal punto de su programa exterior tuvo a Caracas como epicentro, al reabrir fronteras y acercarse sin disimulo a la revolución bolivariana, que tanto ponderó en el pasado.
“En política exterior, Petro hizo cosas interesantes, pero muy poco constantes, con anuncios grandilocuentes en la Comunidad Andina, en la Unasur y en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Pero después se olvidan los temas y no vuelven a aparecer”, afirmó Jaramillo.
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