La destrucción de una represa en Ucrania: qué señalan los expertos sobre las acusaciones mutuas entre Kiev y Moscú
Kakhovka es extremadamente importante tanto para el Kremlin como para el gobierno del país europeo, indican los especialistas
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PARÍS.– La amenaza, que planeaba desde comienzos de la guerra, se convirtió en pesadilla cuando violentas explosiones destruyeron de madrugada gran parte de la estratégica represa de Kakhovka, que domina el río Dnieper aguas arriba de la ciudad de Kherson. El vertiginoso ascenso de las aguas ya provocó la evacuación de unas 17.000 personas y amenaza a 80 poblaciones. Rusos y ucranianos se acusan mutuamente, aunque desde un punto de vista militar, Kiev sería el más perjudicado.
“El dique de Kakhovka fue destruido por las fuerzas de ocupación rusas” que lo controlan, acusó de inmediato el comandante de la zona sur del Ejército ucraniano. Calificada de “ecocidio” por el presidente Volodimir Zelensky, la destrucción tendría un solo objetivo. “Crear obstáculos para las acciones ofensivas de nuestras Fuerzas Armadas”, aseguró Mykhailo Podoliak, consejero del mandatario ucraniano.
“Los ocupantes hicieron saltar la represa de Kakhovka llevados por el pánico. Se trata de un evidente acto terrorista y de un crimen de guerra, que será probado ante un tribunal internacional”, agregó.
Kakhovka es extremadamente importante tanto para Moscú como para Kiev. Los rusos lo comprendieron rápidamente, por eso se apoderaron del dique en las primeras horas de la “operación militar especial”. En agosto, cuando Ucrania preparaba sus contraofensivas en el nordeste y el sur, bombardeos atribuidos a las fuerzas de Kiev dañaron el edificio. En octubre, en medio de su vasta ofensiva en el sur, Zelensky había acusado a Rusia de haber minado la represa y “preparar conscientemente el terreno para una catástrofe de gran envergadura”.
Construida por los rusos en 1956, la estratégica infraestructura alimenta gran parte del sur de Ucrania. También regula las aguas del río y crea un lago artificial que permite irrigar la región de Kherson, mantener la temperatura de los reactores de la central nuclear de Zaporiyia, pero también llevar agua potable, por el canal epónimo, a la península de Crimea, anexada por Rusia en 2014.
Según los servicios de socorro, “el agua subió entre 2 y 4 metros, lo cual no amenaza las grandes localidades” situadas aguas abajo del dique a orillas del río, explicó en Telegram, Andrei Alekseienko, jefe del gobierno de la región de Kherson, retomada por Kiev durante la última ofensiva. En total, los “territorios costeros de 14 localidades donde residen más de 22.000 personas están amenazados por el agua”, precisó. Pero, además de los desplazamientos masivos de población en ambas orillas del Dnieper, la región padecerá sin dudas un desastre ecológico, con todas esas tierras.
Peligros
Los habitantes del oblast (región) de Kherson podrían enfrentar otros peligros, como el aprovisionamiento en agua potable. Los rusos hicieron lo mismo en septiembre, dañando con disparos de misiles un dique hidroeléctrico en el río Ingoulets, a la altura de la ciudad de Kryvyi Rih. El agua potable fue suspendida en ciertas zonas durante varios días y algunas ciudades inundadas.
Pero el mayor peligro de este episodio concierne a la central nuclear de Zaporiyia, aguas arriba de la represa. La destrucción podría afectar el enfriamiento de los reactores del edificio –controlado por los rusos–, que obtiene el agua en ese lago artificial de 18 millones de metros cúbicos. Las informaciones son contradictorias. Los expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) presentes en la planta aseguran que “no hay peligro nuclear inmediato”. La dirección rusa de la central también lo certificó, pues “el nivel de agua de las piletas de enfriamiento no cambió” y “hay varias fuentes alternativas de aprovisionamiento”.
La situación parece, sin embargo, más compleja: “La ausencia de agua puede provocar una fusión en los corazones de la central”, advirtió el argentino Rafael Grossi, director general del OIEA. El argentino indicó una disminución del orden de cinco centímetros por hora del nivel del tanque principal, que tenía una altura de reserva de agua de 16,5 metros. Grossi subrayó que, a menos de 12,7 metros, ya no será posible bombear agua. Según los especialistas, en el sitio de la central existe una segunda reserva de agua, llamada ultimate heat sink, que permite volver a alimentar el sistema para enfriar los seis reactores.
Hay, sin embargo, un peligro suplementario: la ruptura del aprovisionamiento eléctrico. “Aun detenida, la central necesita energía para que los sistemas que obtienen el agua de enfriamiento funcionen permanentemente. En caso de corte, la central tiene, es verdad, 20 pequeños grupos electrógenos de auxilio”, explica Karine Herviou, vicedirectora del Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear (IRSN). La experta confirma que, por el momento, “no hay serio riesgo de inundación de la central”, que está a 150 kilómetros al norte del dique.
La destrucción de Kakhovka también podría representar graves problemas para los rusos, pues privaría de agua a Crimea. El lago artificial alimenta constantemente la península por el canal de Crimea del norte, que, con más de 400 kilómetros de extensión, provee anualmente 85% de las necesidades en agua de esa región.
“Crimea es una piedra, esa central y el canal son vitales para ella”, señala Nicolas Gosset, investigador de Rusia-Eurasia en el Instituto Real de Defensa de Bruselas. Si el lago del Dnieper desapareciera, la península quedaría a seco.
Los expertos militares desechan la idea de que ese argumento haya sido suficiente para disuadir a los rusos de destruir el dique. “En la dinámica de los conflictos siempre prevaleció para Rusia el punto de vista estratégico. Las poblaciones civiles y las infraestructuras son parte integrante de esa estrategia”, analiza el especialista en geopolítica Pascal Le Pautremat. Y concluye: “Si hay que sacrificarlos, no se duda un segundo”.
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