La desoladora Italia del "Rubygate"
El escándalo de Berlusconi representa, para los italianos, un símbolo del declive del país
ROMA.- "Por primera vez en mi vida, me da vergüenza ser italiano." La frase de Renzo Rosso, dueño de la exitosísima marca de ropa Diesel, refleja que, más allá de la gracia que pueda causar en algunos el "Rubygate", por el que el premier Silvio Berlusconi va a ser procesado por prostitución de menores y abuso de poder a partir del 6 de abril, el escándalo es algo deprimente para muchos italianos.
Al margen de que Berlusconi sea culpable o no de haber abusado de su poder al lograr que la comisaría de Milán liberara a la explosiva Karima el-Mahrough, "Ruby", el 27 de mayo pasado, o de prostituir a menores por haberle pagado 150.000 euros a una chica de 17 años, el caso es una postal desoladora de la Italia de hoy.
De las conversaciones grabadas por la fiscalía de Milán en el marco del "Rubygate", llama la atención cómo, para decenas de chicas en busca de fama, de un escaño parlamentario o de un puesto en la tele, las famosas fiestas "bunga-bunga" del Cavaliere representaban el sueño de su vida. En esas charlas interceptadas, peor paradas que ellas quedan sus familias.
En ellas, los familiares de las jóvenes incentivan a las chicas a exprimir al máximo la "oportunidad" de sus vidas. "¡Despertate hija que ya se te han adelantado ésta y la otra y Giada e Isabella y Cristina!", llega a reprocharle a Barbara Faggioli, una de las chicas del harén del premier, su propio padre.
Cuando en la casa de Roberta Bonasio, se preguntó si la joven podía ser la misteriosa novia que el premier había asegurado tener, su hermano y su padre contestaron con un "¡ojalá!". Bonasio, una ex miss Turín, habla, en los diálogos, sobre cómo se disfrazaba de enfermera para jugar al doctor con el jefe de gobierno.
"Este nos resuelve problemas a todos, a mamma , a ti y a mí", le dice en una escucha a Bonasio su propio hermano.
Impresiona también que muchas de estas chicas llamen a sus madres al día siguiente para contarles cómo les fue la noche de "bunga-bunga", término consagrado. "¿Y cuánto te dio? ¿Cinco?" "No, siete", contesta Iris Berardi, en alusión a 7000 euros?
Se trata sin duda de uno de los aspectos más sórdidos del escándalo. En Italia se ha tomado como síntoma de alarma sociológica por el declive moral del país -una nación de viejos, donde los jóvenes carecen de oportunidades y los acomodos prevalecen sobre la meritocracia-, que muchos creen relacionado con el auge, hace 30 años, de la TV comercial.
En esa pantalla, en programas de entretenimiento de dudoso gusto se impuso la idea de que uno puede triunfar si explota su cuerpo.
El espectáculo de ambición de quienes pululan en torno a la corte de Berlusconi, que ayer se describió como "el hombre más perseguido en la historia de la justicia italiana", es llamativo. Así como lo es la competencia que estalla entre las chicas del harén, que luchan entre sí para convertirse en la favorita del sultán.
"Lo que emerge de la investigación de Milán es inquietante. Es la imagen del país lo que desconcierta. Son los padres que invitan a las hijas a ser más desprejuiciadas, con tal de conquistar más dinero y nuevos favores. Es la degradación de la familia a un valor para agitar en campaña electoral o a un grupo de intereses para aprovecharse de la angustiosa soledad del líder", escribió Aldo Cazzullo en el Corriere della Sera. "¿Cuál es la idea de país que estamos transmitiendo a la comunidad internacional? ¿Cuál es el modelo de vida que les mostramos a nuestros hijos? ¿Qué imagen de Italia les vamos a dejar a las generaciones que vendrán?", se preguntó.
Normas para transgredir
Para Chiara Saraceno, una de las sociólogas más prestigiosas de Italia, docente de Sociología de la Familia en la Universidad de Turín hasta 2008 y hoy profesora en el Centro de Investigación de Ciencias Sociales de Berlín, el "Rubygate" refleja que en Italia sigue existiendo una cultura muy machista -en la que parece que las mujeres sólo pueden hacerse valer pasando por la cama- y confirma que en la opinión pública existe una suerte de "acostumbramiento colectivo" a la transgresión de las normas.
"El acostumbramiento de la opinión pública italiana deriva de un largo proceso. Hubo acostumbramiento a la representación del cuerpo femenino, que viene de la televisión de consumo, es decir, del Berlusconi prepolítico [fundador de Mediaset y Publitalia]. Se trata de un acostumbramiento colectivo a un comportamiento de la clase política que no sólo tiene que ver con el sexo, sino con una transgresión de las normas", dijo Saraceno a La Nacion.
"Dejando de lado los comportamientos sexuales de Berlusconi, que son cosas de él, lo grave es el modo con el cual él abusó de su poder para colocar a las mujeres que le gustan o que le gustaron también en posiciones políticas. Es grave y es grave que su partido lo haya dejado pasar y que la cosa haya pasado sin demasiado escándalo cuando sucedió. Más grave aún es el conflicto de intereses de Berlusconi. Pero son todas cosas a las que la opinión pública mayoritaria italiana, pero también del exterior, se han habituado", agregó.
Para peor, "hay una gran parte de hombres que quizás sea muy envidiosa de Berlusconi", apuntó la socióloga.
El problema es que la sociedad italiana ha puesto el silenciador. Está molesta, pero no logra encontrar el modo de reaccionar a lo que está pasando. En parte porque no es capaz, o no es su responsabilidad, y en parte porque no logra encontrar interlocutores creíbles. "La oposición no es creíble en Italia y la Iglesia Católica tiene una responsabilidad enorme en haber aceptado esta doble moral por la cual está todo bien [lo que hace Berlusconi] siempre y cuando se aprueben las leyes que le importan", denunció Saraceno.
Paolo Guzzanti, periodista y parlamentario que estuvo en las filas del partido del Cavaliere , de derecha, escribió recientemente Mignottocrazia -término por él inventado y traducible como "putocracia", ya que mignotta es "puta"-, un libro que habla sobre la corrupción moral del berlusconismo. La obra describe descarnadamente el sistema mignottocratico creado por Berlusconi, con nombres, apellidos y fotos de las chicas que obtuvieron cargos públicos después de entregarse al magnate. "Según la biblia del berlusconismo, una linda ragazza con la cabeza vacía es siempre mejor que una fea ragazza con la cabeza llena de ideas y de cultura", escribe Guzzanti.
"El poder de corrupción sobre las jóvenes chicas italianas se dilata, se convierte en un modo de actuar aceptado o, peor, exaltado", denuncia Guzzanti y concluye que la " mignottocrazia es un sistema basado en la corrupción moral".
DIXIT
"Soy el hombre más perseguido de la historia de la justicia "
Silvio Berlusconi
Primer Ministro italiano
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