La desigualdad que hizo estallar a Chile se ve en la pandemia
El 80% de la población tiene una cobertura estatal que, pese a las mejoras de los últimos años, aún exhibe deficiencias en la atención
SANTIAGO, Chile.- El carácter impredecible del brote de coronavirus exacerbó la mirada sobre la particular dualidad del sistema de salud chileno. Un modelo de atención mixto que incluye un sector público y otro privado, con distintos grados de satisfacción entre sus usuarios, y que hoy actúa de forma centralizada luego de que el Ministerio de Salud tomara el control de todos los recintos hospitalarios del país.
En medio de una pandemia que no detiene su avance, Chile registra 7917 casos y 92 fallecidos y hasta ayer era el cuarto país de América del Sur con más contagios. Sin embargo, y en un aspecto que han resaltado las propias autoridades, su tasa de mortalidad sigue siendo acotada (1,05% aproximadamente) y el número de tests PCR que se realizan -el más efectivo para diagnosticar el Covid-19- es el mayor de la región con 87.800 exámenes.
Con todo, y ajenos a esta suerte de tensión diplomática que se originó entre ambos países, los chilenos enfrentan dos incertidumbres: los efectos de la "cuarentena estratégica y dinámica" que estableció el gobierno, evitando decretar un confinamiento total, y cómo su sistema de salud responderá a las demandas del resto de los usuarios en la emergencia del coronavirus. Aquel estamento, precisamente, fue uno de los más cuestionados durante el estallido social, que se desató en octubre pasado.
"Hay una diferencia muy grande entre lo público y privado, que los chilenos perciben todos los días. En este momento el porcentaje del PBI que se gasta en el sector privado es igual al PBI que gasta el 80% en el sistema público. Eso demuestra que hay una salud para pobres y ricos, aunque afortunadamente nuestra salud pública no es mala", explicó Helia Molina, exministra de Salud del gobierno de Michelle Bachelet.
En Chile, donde cada persona impone un 7% de su ingreso para la salud, el modelo de atención mixto está distribuido de forma dispar. Casi un 80% de la población está afiliada a un seguro público llamado Fondo Nacional de Salud (Fonasa), que ha mejorado sus prestaciones pero que padece de la ausencia de especialistas, una menor dotación en hospitales e insumos limitados.
El porcentaje restante lo compone un sistema que tienen las Fuerzas Armadas, y otro privado llamado Instituciones de Salud Previsional (Isapre), que nació bajo el amparo del régimen de Augusto Pinochet y que lo integra cerca de un 18% de los chilenos. Las Isapre atienden a personas de mayor poder adquisitivo, que acceden a una mayor cantidad de servicios y coberturas dependiendo de lo que paguen como complemento del 7% obligatorio. Dichas instituciones quedaron en el ojo del huracán al aumentar los valores de sus planes en medio de la pandemia, situación que fue corregida tras una condena transversal de todos los sectores de la sociedad.
"Es un modelo desigual porque, en el fondo, el que tiene más dinero tiene mejor cobertura de salud. La rapidez de atenderte en una clínica privada, que tiene planes preferenciales con las Isapre, con respecto a un hospital público, es evidente. Si vas a una clínica de urgencia te pueden atender en 40 minutos, pero en el hospital puedes esperar tres o cuatro horas", ejemplificó Andrés Célis, diputado del partido oficialista Renovación Nacional.
"Por eso, la deuda pública en salud es muy grande porque como el sistema de salud público no da abasto, las personas terminan trasladándose al sistema privado y ese costo se le traspasa al Estado. "La oposición reclama por ello, pero si hay una persona grave a veces se envía al sistema privado porque es una necesidad de salud", añadió el parlamentario, miembro de la Comisión de Salud del Congreso chileno.
Con la integración de ambos sistemas para enfrentar la pandemia, Chile proyecta tener 43.000 camas en todo el país disponibles para las hospitalizaciones. El gobierno ya anunció un plan para llegar a 3000 respiradores mecánicos, y alcanzar una cifra de 3315 máquinas. "No es fácil, en el mundo entero hay una guerra por los ventiladores mecánicos", reconoció el gobernante.
Así, se espera que a fines de abril y principios de mayo sean los mayores picos de la enfermedad, mientras es muy probable que la suspensión de las clases se extienda al igual que el estado de catástrofe. A la espera de ello, la discusión por el modelo de salud continúa y el debate aumentará a medida que la situación sanitaria se torne más crítica.
"Después de la crisis, deberíamos tener un cambio rotundo en nuestro sistema. Creo que la solución en la que la mayoría estamos de acuerdo es que Chile tenga un sistema unificado: que ese 7% obligatorio vaya a un fondo común solidario y que las Isapre se transformen en seguros alternativos", cerró Helia Molina, exministra de Salud chilena.
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