La desesperada espera de los familiares de niños argentinos secuestrados por Hamas: “No habrá victoria militar de Israel si ellos no vuelven”
Los tíos de Kfir Bibas, el más chico de los cerca de 40 menores en manos del grupo terrorista, y de las mellizas Yuly y Emma Cunio hablaron con LA NACION de la pesadilla que están viviendo desde hace 46 días
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ROMA.- Todas las noches cuando Yifat baña a Gai, su bebé de ocho meses, piensa en Kfir, el hijo de su prima Shiri, de 10 meses, el más pequeño de los 40 menores rehenes en manos del grupo terrorista Hamas desde el 7 de octubre, que es argentino.
“Baño a Gai y pienso en Kfir, si él habrá podido tomarse un baño en estos 46 días... Siempre estoy pensando en él y hasta me equivoco y llamo a mi bebé Kfir. ‘¿Le diste de comer a Kfir?’, le pregunto a mi marido”, cuenta Yifat Zailer, que es prima de Shiri Bibas, también rehén, mamá de Kfir y de Ariel, de 4 años, y mujer de Yarden Bibas.
Shiri, Kfir, Ariel y Yarden Bibas son cuatro de los 21 ciudadanos argentinos secuestrados, de los que no se sabe nada desde el 7 de octubre. Ese día fueron brutalmente capturados por terroristas de Hamas en el kibutz donde vivían, Nir Oz, muy cerca de Gaza.
Yifat habla un español regular. Es el que aprendió de su madre argentina, Edith Silberman, nacida en Buenos Aires y emigrada a Israel a los 16 años junto a su hermano José Luis Silberman –padre de Shiri y abuelo de Kfir-, argentino que murió carbonizado junto a su mujer peruana Margit en su casa de Nir Oz ese 7 de octubre, según trascendió una semana más tarde. “Un 7 de octubre que marcó para siempre el árbol genealógico de mi familia”, reconoce Yifat, en una entrevista vía Zoom con LA NACION en la que, pese al infierno que está viviendo, nunca se quiebra.
Como les pasa a todos los familiares de los 236 rehenes capturados por Hamas, su vida oscila entre la esperanza por la liberación de sus familiares –algo que podría darse pronto, según anunciaron diversas fuentes, que crearon un clima de enorme expectativa- y el abismo.
Al margen de que aún vive el trauma de haber perdido salvajemente a sus tíos –José Luis y Margit que, además, eran convencidos pacifistas-, Yifat no sabe absolutamente nada de sus familiares desde hace 46 días. “Lo único que sabemos es lo que vimos en esos famosos videos de Hamas con mi prima Shiri abrazando a sus dos pelirrojos envueltos en una manta blanca, con rostro aterrado, rodeada de terroristas, y en esa foto de su marido, Yarden, con la frente y las manos ensangrentadas, rodeado también por terroristas que se lo llevan en una moto. Nunca más supimos nada”, dice desde su casa de Tel Aviv.
“Es muy difícil explicar cómo me siento. Tengo miedo. Cada día que pasa es como un año. Pienso en Kfir, que nació dos meses antes que mi bebé, en esas condiciones de cautiverio... ¡Él todavía necesita de su fórmula para comer! Ariel, su hermano, de 4 años, es muy inteligente y no puedo dejar de pensar en cómo mi prima le estará explicando la situación”, agrega, con lágrimas en los ojos.
De 37 años, otro hijo de dos y arquitecta, Yifat no pierde las esperanzas de volver a verlos. Sobre todo ahora que se habla desde hace días de un acuerdo que implicaría la liberación de decenas de mujeres y niños a cambio de un cese del fuego. “Ojalá se dé, tengo esperanzas, espero que vuelvan pronto y quizás, en un segundo momento, vuelva Yarden, ya que se habla de mujeres y niños... Pero negociar con una organización terrorista es muy difícil. Hay muchos intereses políticos en juego, de los que espero que ni yo, ni mi familia tengamos que pagar el precio”.
Yifat no oculta sus críticas a la implacable ofensiva terrestre puesta en marcha por las fuerzas israelíes en Gaza, que hasta ahora provocó más de 13.300 muertos, entre los cuales 5500 niños, según fuentes del Ministerio de Salud palestino controlado por Hamas. “Los rehenes deberían haber sido liberado antes de la operación militar”, denuncia. “Creo que hay muchos rehenes que no están vivos. Estoy de acuerdo con que Hamas no puede seguir controlando Gaza, estoy segura de que la gente de Gaza puede vivir mucho mejor sin Hamas y me rompe el corazón ver lo que está pasando en Gaza... Y lo digo pese a que los terroristas se llevaron a mi familia, quemaron la casa de mis tíos con ellos adentro y después festejaron en el mismo jardín donde mi prima y yo jugábamos de chicas... Me rompe el corazón ver qué está pasando con los niños de Gaza, creo que allá hay gente que piensa como nosotros, pero Hamas es un problema, no combate yendo al frente, sino escondiéndose entre los civiles, en hospitales, escuelas”, acusa.
Montaña rusa
Piensa parecido Moran Alony, a quien también de repente se le vino el mundo abajo el 7 de octubre. Ese día los terroristas de Hamas, también en el kibutz de Nir Oz, lo dejaron solo. Secuestraron a su hermana menor, Sharon Alony Cunio, su cuñado argentino, David Cunio, sus dos mellizas argentinas Yuli y Emma; además, a su hermana mayor, Danielle Alony, junto a su hija de cinco años, Emilia, que habían ido a pasar el fin de semana allí.
“Si Hamas quisiera paz para su pueblo, tendría que haber liberado a los rehenes al segundo día. Hay un uso cínico de los civiles de ambos lados y hasta ahora Israel no ha tenido ninguna prueba de que si detiene los bombardeos Hamas liberará a los civiles. Lo único que temo es que mi familia pueda ser dañada en los bombardeos y espero que las fuerzas israelíes tengan una idea de dónde están los rehenes. Aunque también pienso que después de lo que pasó el 7 de octubre, Hamas tiene que desaparecer: han demostrado que son peores que animales”, afirma sin ocultar su rabia Moran, informático de 41 años, que es padre, también, de una nena de casi 5 años.
Como Yifat, en un Zoom desde su casa de Rejovot, al sur de Tel Aviv, él admite que tampoco sabe si sus familiares están vivos. “Es muy duro todo esto”, dice, una y otra vez. Sí sabe que su hermana mayor, Danielle, hasta hace dos semanas sí lo estaba: era ella la mujer que apareció junto a otras dos, en el medio, en un video difundido por Hamas en el que reclamó a viva voz la libertad de los rehenes y acusando al premier israelí, Benjamin Netanyahu, de haberlos dejados solos y fracasado políticamente.
¿Cómo la vio entonces a su hermana? “Mucho más flaca, pero lo importante es que también vi que ese enojo era real, que estaba enojada por estar ahí desde hace tanto tiempo... Y como estar enojado requiere de energía, mi esperanza es que no ha sido quebrada en el espíritu y si es así, es porque está con su hija”, contesta.
El hecho de que se hable ahora de un acuerdo inminente, que implicaría la liberación de mujeres y niños, no tranquiliza a Moran. “¿Cómo te sentirías después de semanas de negociaciones? No me hace sentir mejor esto, porque venimos escuchando este tipo de noticias, que sí, que no, desde hace semanas... Es como estar en una montaña rusa, oscilando entre el optimismo de que los van a liberar y la desesperación porque no sabemos nada”, lamenta. “Hasta que no veamos de nuevo a nuestros familiares, no nos vamos a sentir mejor”, asegura.
Lo que más le preocupa, como a los demás familiares de rehenes, es que su liberación “no sea la primera prioridad de esta guerra”. “Lo que gritamos en las manifestaciones es que no habrá ninguna victoria militar de Israel si el Estado no logra que vuelvan nuestras familias. No soy un militar, no soy miembro de inteligencia, no sé cómo hay que actuar, no sé cuáles son las opciones, pero lo que sé es que quiero que mi familia regrese. Y, reitero, no habrá ninguna victoria militar en esta guerra si nuestras familias no vuelven. Netanyahu no podrá flamear la bandera israelí de la victoria si no habrán regresado las familias”, insiste.
Yifat y Moran, cada uno a su modo, reflejan el horror y esa crisis existencial que reina en Israel desde el ataque terrorista del 7 de octubre. “Mi abuelo, Vladimir Silberman, que era músico -creó la música de ‘Titanes en el Ring’-, enseñó música en Gaza, tomó café con sus amigos árabes allá”, evoca Yifat, con mirada perdida. “Falleció hace 15 años, pero no sé qué diría hoy si estuviera vivo”.
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