La empresa medicina privada Prevent Senior está siendo investigada por el uso de fármacos no probados en pacientes con Covid
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El dolor de Katia Castilho todavía la mantiene despierta por las noches. Perdió a sus padres con un mes de diferencia en el apogeo de la segunda ola de Covid en Brasil, cuando las muertes diarias ascendían a 4000.
Estaban a punto de celebrar su aniversario de boda número 54. En ese momento, Castilho no podía saber que la historia de sus padres sería también uno de los mayores escándalos sanitarios de la pandemia, incluyendo curas falsas de Covid, tratamientos no aprobados y experimentos realizados en pacientes sin su consentimiento.
Primeros síntomas
Fue su padre Norberto el primero en mostrar los síntomas en marzo. “Él tenía enfisema en los pulmones (una condición que causa dificultad para respirar), así que sabíamos que él ni podía pensar en contraer esta enfermedad”, dice Castilho a la BBC.
Norberto fue llevado a un hospital público en la ciudad de São Paulo. Pero Castilho, quien vive a casi 3000 kilómetros de distancia, nunca más fue capaz de verlo en persona otra vez: murió solo cinco días después de haber sido ingresado. “Todavía tengo el último video de él diciendo adiós antes de ser intubado y diciéndome que comería mi comida después de dejar el hospital”, recuerda Castilho.
Mientras su padre estaba en el hospital, Castilho había llegado a la ciudad para cuidar a su madre Irene, quien estaba mostrando los primeros síntomas de Covid. Se pusieron en contacto con su proveedor de atención médica privada, Prevent Senior, y se les envió un ”kitcovid”, un controvertido paquete con medicamentos como hidroxicloroquina, azitromicina e ivermectina.
No hay evidencia científica de que estos medicamentos son beneficiosos en el tratamiento de Covid-19, y algunos estudios hospitalarios demostraron de que en realidad pueden empeorar las condiciones de los pacientes. Irene empeoraba cada vez más.
“Cada día le tomaba la temperatura, la presión sanguínea y la saturación de oxígeno. El domingo (21 de marzo), sus niveles de oxígeno fluctuaban demasiado. Así que la llevamos al hospital”, dice Castilho. Los médicos del hospital Sancta Maggiore, propiedad de Prevent Senior, la enviaron de vuelta a casa sin examinarla. Pero la condición de su madre empeoró otra vez de la noche a la mañana, y las hermanas decidieron llevarla de regreso al hospital.
A Irene se le hacía difícil respirar incluso con un tubo de oxígeno. Esta vez, fue admitida en el hospital. Pero las cosas estaban por ponerse mucho peor para la familia. El mismo día que Irene fue ingresada, Norberto murió en el otro hospital. “Mi hermana tuvo que buscar el cuerpo en la morgue”, dice Castilho. “Las personas estaban siendo enterradas desnudas en bolsas negras”.
El hombre de la morgue dijo que no sabía cuál era el cuerpo de Norberto y le pidió ayuda la hermana de Katia para encontrarlo.
“Así que se puso el traje (protector) y fue palpando todos los cuerpos. Algunos eran grandes, otros pequeños. Mi papá era muy flaco, así que ella dijo ‘creo que es este’. El hombre abrió la bolsa y allí estaba él”, dice Castilho. Mientras tanto, en el hospital de Prevent Senior, Castilho se quedó junto a la cama de su madre en una pequeña sala, donde las enfermeras rara vez venían a chequearla. Las hermanas se turnaban para asegurarse de que la máscara de oxígeno permaneciera puesta.
Un día, ella notó que las enfermeras le estaban dando a Irene una solución espesa. Las enfermeras le informaron de que era flutamida, un tipo de hormona usada en cáncer de próstata. Flutamida puede potencialmente conducir a insuficiencia hepática e Irene era sobreviviente de cáncer de hígado. Las hermanas le habían dicho al hospital de no darle ningún tratamiento que pudiera afectar potencialmente esa condición.
“Estaba tan afectada por todo lo que estaba pasando con mi padre que no busqué a un médico para hablar de esto”, dice Castilho. “Entonces noté que mi mamá estaba empeorando”. Irene había estado en el hospital por casi diez días cuando finalmente fue llevada a cuidados intensivos.
Sus órganos comenzaron a fallar y desarrolló una trombosis venosa profunda. Pero después de tres semanas, la gota que colmó el vaso fue una infección bacteriana común en hospitales. Las hermanas tuvieron solo 20 minutos para estar con su mamá. Fue cremada y sus cenizas esparcidas sobre la tumba de Norberto.
Norberto fue enterrado a toda prisa, sin ritos, mientras el coche fúnebre esperaba unos instantes a que la hermana se despidiera antes de hacerla retroceder y recoger más cadáveres.
Realización
“Nos dimos cuenta de lo que ocurrió con el tratamiento de mi mamá solo después de que muriera”, dice Castilho. “Estábamos muy absortas con la muerte de mi papá y con los altibajos de mi mamá en cuidados intensivos”, dice. “Después de eso, comencé a reflexionar sobre las cosas. No podía dormir. Se sentía como si estuviese rebobinando una cinta, dándome cuenta que no estaba bien, que ellos cometieron un error allí”.
Castilho dice que la negligencia comenzó el día en que el kit covid fue enviado y continuó cuando los médicos prescribieron medicamentos no comprobados en lugar de optar por un tratamiento de cuidados intensivos más costoso. Muchos científicos estaban expresando profundos recelos acerca de medicamentos no comprobados. Pero Castilho dice que “decirle a una persona mayor de no tomar las medicinas que recomiendan los doctores es realmente muy difícil”.
“Mi mamá realmente confiaba (en Prevent Senior). Estaba ansiosa y me pedía que llamara a seguro para saber cuándo llegaría su kit covid. Ella nunca hubiera imaginado que era un conejillo de indias en sus manos y que moriría pronto”.
Audiencias en el Senado
Muchas más muertes son atribuidas a Prevent Senior por el uso de medicamentos contra el Covid no probados en personas mayores. Una investigación del Senado brasileño sobre el manejo de la pandemia por parte del Gobierno escuchó que la compañía estaba tratando de respaldar “curas milagrosas” asociadas al presidente Jair Bolsonaro por probar medicamentos en pacientes mayores sin su consentimiento; y varios de ellos murieron.
Uno de ellos, Tadeay Frederico de Andrade, de 65 años, dijo a la investigación que a él también le habían dado el kit Covid y tratado con flutamida. Su familia dice que los doctores querían trasladarlo a cuidados paliativos sin su consentimiento. “Soy un sobreviviente de este macabro complot”, dice.
Bruna Morato, una abogada que representa a 12 médicos empleados del Prevent Senior, dijo a la investigación el pasado 28 de septiembre que la compañía amenazó y despidió a los médicos que no estaban de acuerdo con los medicamentos no probados. “A los pacientes mayores muy vulnerables se les dijo que había un buen tratamiento. Pero ellos no sabían que los estaban usando como conejillos de indias”, dijo Morato.
A Prevent Senior se le acusó también de no mencionar las muertes de Covid en los registros de pacientes para ocultar la magnitud del problema.
Pedro Batista, director general de Prevent Senior, admitió ante los senadores el pasado 22 de septiembre que Covid fue removido del registro de los pacientes después de dos semanas porque ya no eran infecciosos. Pero negó haber usado medicamentos no probados en personas sin su consentimiento y dijo que los médicos los recetaron cuando los pacientes lo pidieron.
Prevent Senior dijo en declaraciones a la BBC que Irene y Tadeau “recibieron todo el apoyo clínico y médico” y que la compañía nunca adoptó tratamientos contrarios a la ética médica o destinados a reducir costos. La compañía dice que las acusaciones formuladas en su contra en a investigación del Senado son “infundadas” y “un verdadero linchamiento público”.
Añadió que “no hay conexión” con el gobierno de Bolsonaro ni con ningún partido político. La compañía está ahora bajo investigación no solo del Senado sino también de los fiscales generales, la policía y una investigación separada por parte de los legisladores del estado de São Paulo. “Prevent Senior está completamente interesada en las investigaciones técnicas, sin tintes políticos, llevadas a cabo por autoridades como el Ministerio Público y la Policía Civil”, se lee en los comunicados.
Rechazo repetido
El gobierno del presidente Bolsonaro fue duramente criticado por su respuesta ante la pandemia. Asociaciones de médicos independientes pidieron la dimisión del Consejo Federal de Medicina, el órgano gubernamental que regula la profesión, por sus normas laxas sobre el tratamiento de Covid.
Sin embargo, Bolsonaro rechazó repetidamente la enfermedad y le dijo a una multitud de partidarios en marzo: “Basta de quejas y de quejas. ¿Cuánto tiempo más durará el llanto?”. Castilho culpa a Bolsonaro y dice que su familia está devastada. “Este presidente no solo destruyó a las personas que murieron. Estoy hablando de unas 600.000 familias destruidas, al igual que mi familia fue destruida”, dice.
“El día que mi papá murió, se suponía que le iban a dar la primera dosis de la vacuna”, dice. “Perdí a mi mamá y a mi papá por un virus del que ya existía una vacuna”. Aunque las personas pueden morir de Covid después de la vacuna, las estadísticas muestran que es muy raro y que las vacunas son altamente efectivas en la prevención de casos severos y hospitalización.
La investigación del Senado descubrió evidencia de cómo el Gobierno ignoró repetidas ofertas de Pfizer de venderle 70 millones de dosis de su vacuna. Reveló además que las negociaciones para la compra de la vacuna de AstraZeneca fueron retrasadas, supuestamente por funcionarios corruptos que demandaban un pago de US$1 por dosis.
“Estas vacunas habrían salvado muchas vidas en Brasil”, dice Castilho. “Como si la falta de vacunas no fuese suficiente, se les ocurrió esta forma de dar tratamiento a las personas. Negar la ciencia mata, pero cuando pensás en todo el dinero y los intereses involucrados… No puedo permanecer en silencio”, concluye.
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