La decisión de Vladimir Putin de suspender un pacto nuclear potencia la amenaza del creciente arsenal de China
La suspensión de Rusia del acuerdo Nuevo Start con EE.UU. complicará las negociaciones para que Pekín controle su propia capacidad nuclear; en los próximos 12 años pasaría de 400 a 1500 ojivas
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HONG KONG.- La suspensión de Rusia de su único tratado vigente sobre armas nucleares con Estados Unidos tal vez disipe toda esperanza de arrastrar a China a la mesa de negociaciones para empezar a discutir la aceleración de su programa de armas nucleares.
Los diplomáticos y analistas de seguridad de la región conservaban la esperanza de convencer de alguna manera a China para sumarla a las charlas entre Estados Unidos y Rusia sobre extender el tratado de control de armas Nuevo Start más allá de su vencimiento en 2026, como una forma de aliviar el temor por la vertiginosa modernización militar de Pekín. Y en el centro de esas preocupaciones está específicamente el arsenal nuclear, por su creciente volumen y grado de sofisticación, una expansión que se está acelerando, según advirtió Estados Unidos.
El informe anual sobre China difundido en noviembre por el Pentágono señala que durante 2021 Pekín parece haber acelerado su expansión y ahora tiene más de 400 ojivas nucleares operativas, una cifra todavía muy por debajo de los arsenales tanto de Rusia como de Estado Unidos, sea desplegadas o en reserva.
El Pentágono agrega que para 2035, fecha que se ha puesto el gobernante Partido Comunista para completar la modernización militar del país, China probablemente tenga un stock de 1500 ojivas y una amplia variedad de misiles de avanzada.
“En comparación con los habituales tira y afloja entre Rusia y Estados Unidos, lo cierto es que China es una caja negra, que para colmo crece día a día”, dice un diplomático asiático. “La suspensión que hizo Putin del acuerdo Nuevo Start nos puede alejar aún más de lograr que China sea más transparente, porque no sabemos casi nada, ni de sus políticas ni de sus intenciones”.
En su discurso en vísperas del primer aniversario de su invasión a Ucrania, el presidente Vladimir Putin suspendió la participación de Rusia en el tratado originalmente firmado en 2010 y luego extendido en 2021, que pone un tope de 1550 a la cantidad de ojivas nucleares que Rusia y Estados Unidos pueden desplegar, y además prevé inspecciones mutuas regulares a las instalaciones nucleares de ambos países.
Según los analistas, la decisión de Putin pone en peligro el delicado equilibrio de “disuasión mutua” entre las dos máximas superpotencias nucleares, y puede desatar una carrera armamentista entre otros países con capacidad nuclear.
Tong Zhao, experto nuclear radicado en Estados Unidos y miembro del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, dice que la decisión de Putin debilita cualquier perspectiva de una cooperación nuclear Estados Unidos-China.
“Después de esto, China tendrá todavía menos interés en buscar una relación de cooperación con Estados Unidos en materia nuclear”, dice Zhao. “Ahora, hasta ese último ejemplo de cooperación de control nuclear está seriamente dañado”.
Compromiso
Potencia nuclear desde principios de la década de 1960, durante décadas China mantuvo un pequeño arsenal de ojivas y misiles nucleares como elemento de disuasión y bajo el compromiso único de “no ser el primero en usarlas”. Ese compromiso sigue siendo la política oficial de China, pero en los últimos años su arsenal ha crecido de manera exponencial, como parte de un ambicioso plan de modernización militar del presidente Xi Jinping.
El Ejército Popular de Liberación chino ahora tiene la capacidad de lanzar misiles nucleares de largo alcance desde submarinos, aviones y una gama cada vez mayor de silos enterrados en el interior del país, una “tríada nuclear” que algunos expertos temen que pueda usarse, por ejemplo, para coaccionar a potenciales adversarios en un conflicto por la isla de Taiwán.
El Pentágono también advierte sobre posibles condiciones sobre “ningún primer uso” a medida que continúa la acumulación, preguntas que se hacen eco de muchas planteadas por agregados militares regionales y académicos.
“Pekín también estaría dispuesta a usar armas nucleares para recuperar poder de disuasión en caso de que una derrota militar convencional amenazara gravemente la supervivencia de la República Popular”, señala el informe del Pentágono.
Un mes antes, la Revisión de la Postura Nuclear de Washington había consignado que el gobierno de Pekín se muestra reacio a participar en discusiones nucleares estratégicas, pero que son necesarias tanto conversaciones bilaterales como multilaterales. “El alcance y el ritmo de la expansión nuclear de China, así como su falta de transparencia y su creciente agresividad militar, plantean dudas sobre sus intenciones, estrategia y doctrina nucleares, y sobre la estabilidad estratégica”, señala el informe.
Algunos expertos creen que durante mucho tiempo Pekín evitó involucrarse en un diálogo a tres bandas con Rusia y Estados Unidos porque seguirá muy por debajo de la capacidad nuclear de Estados Unidos una década más.
Los académicos familiarizados con las así llamadas discusiones Track 2 y Track 1.5 –los intercambios no oficiales y semioficiales sobre política nuclear que antes eran regulares entre Estados Unidos y Pekín–, dicen que en medio de las tensiones geopolíticas de los últimos cinco años, esas conversaciones se fueron marchitando.
Alexander Neill, asesor estratégico de Singapur, cree que tal vez China ahora redoble su apoyo público a la postura de Rusia, y que a la vez puede sentirse envalentonada para acelerar aún más su propia acumulación de armas nucleares. De ser así, a Estados Unidos y sus aliados les costará aún más lograr que China adopte su doctrina nuclear, sobre todo el principio de “no ser el primero en usar” ese tipo de armas.
“China ha sido constante en su apoyo al control de armas entre Estados Unidos y Rusia y durante mucho tiempo cuidó su imagen de parte interesada responsable, pero cada vez hay más dudas sobre el futuro”, dice Neill, miembro adjunto del Foro del Pacífico.
“El objetivo de Estados Unidos y sus aliados es lograr que China se comprometa claramente con la política de no ser el primero en usar armas nucleares, porque está pendiente el problema por Taiwán”, dijo Neill.
Greg Torode y Mark Quin Pollard
(Traducción de Jaime Arrambide)
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