Muchos igbo, uno de los tres grupos étnicos dominantes de Nigeria, afirman que tienen ascendencia judía; sin embargo, no lo pueden probar
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Balanceándose hacia adelante y hacia atrás, Shlomo Ben Yaakov lee un rollo de la Torá en una sinagoga en las afueras de Abuja, la capital de Nigeria.
De manera intermitente, su voz suave se eleva en hebreo y se le unen docenas que recitan después de él.
La mayoría no comprende completamente el idioma, pero esta pequeña comunidad nigeriana afirma que su ascendencia judía se remonta a cientos de años, y se sienten frustrados por la falta de reconocimiento por parte de Israel. “Me considero judío”, dice Yaakov.
Fuera de la Sinagoga Hebrea de Gihon, en el suburbio de Jikwoyi, se coloca una mesa dentro de una carpa construida con hojas de palma para celebrar Sucot, un festival que conmemora los años en que los judíos pasaron por el desierto de camino a la Tierra Prometida.
“Así como estamos haciendo esto ahora, ellos están haciendo lo mismo en Israel”, dice Yaakov, mientras la gente comparte el pan tradicional cholla (horneado en la sinagoga) y el vino de pequeñas copas que se reparten.
Él es igbo, uno de los tres grupos étnicos dominantes de Nigeria cuyo origen está en el sureste del país. Su nombre igbo es Nnaemezuo Maduako.
Muchos igbos creen que tienen herencia judía y que son una de las llamadas 10 tribus perdidas de Israel, aunque la mayoría no son judíos practicantes como Yaakov. Ellos constituyen menos del 0,1% de los 35 millones de igbos que se estima hay.
Se dice que estas tribus desaparecieron después de ser llevadas al cautiverio cuando el reino israelita del norte fue conquistado en el siglo VIII a. C. La comunidad judía etíope, por ejemplo, es reconocida como una de ellas.
Las costumbres igbo como la circuncisión masculina, el duelo por los muertos durante siete días, la celebración de la luna nueva y la realización de ceremonias de boda bajo un dosel reforzaron esta creencia sobre su herencia judía.
“No hay pruebas”
Pero Chidi Ugwu, un igbo que es antropólogo de la Universidad de Nigeria en Enugu, dice que esta identificación con el judaísmo surgió solo después de la guerra civil de Biafra. Los igbos habían estado luchando por la secesión de Nigeria, pero perdieron en lo que fue un conflicto brutal entre 1967-1970.
Algunas personas “buscaban algún impulso psicológico al que aferrarse”, por lo que comenzaron a establecer la conexión judía, dice.
Se veían a sí mismos como personas perseguidas, al igual que lo han sido los judíos a lo largo de la historia, especialmente durante el Holocausto.
“Es un insulto llamar a los igbos la tribu perdida de cualquiera, no hay evidencia histórica o arqueológica que respalde eso”, dijo a la BBC.
Sostiene que, como la evidencia sugiere que los igbo estaban entre los que emigraron de Egipto hace varios miles de años, es posible que los judíos aprendieran las costumbres igbo cuando iban allí.
Hace varios años se hicieron esfuerzos controversiales para probar un linaje genético, pero una prueba de ADN no encontró ninguna conexión judía.
El rabino Eliezer Simcha Weisz, presidente del departamento de asuntos exteriores del Consejo del Rabinato de Israel, el organismo que investiga las afirmaciones de ascendencia judía, tampoco tiene dudas.
“Afirman ser uno de los descendientes de Gad, uno de los hijos de nuestro antepasado Jacob, pero no pueden probar que sus abuelos eran judíos”, dijo a la BBC.
“Y sobre las costumbres de las que hablan, podés encontrar personas en todo el mundo que tienen prácticas judías”, aseguró.
Dijo que a menos que los judíos nigerianos se convirtieran al judaísmo, un proceso que implica varios rituales y comparecer ante un tribunal judío (que no está disponible en Nigeria), no serían reconocidos.
Yaakov considera la idea de tener que pasar por una conversión como un insulto. “Como conversos, seríamos vistos como ciudadanos de segunda clase”, dice.
Oleada secesionista
Los feligreses de Gihon se toman en serio sus creencias y tanto ellos como la comunidad de judíos practicantes de Nigeria, que se estima en 12.000 personas, cuentan con el apoyo de otros grupos de judíos ortodoxos de todo el mundo, que les hacen donaciones, realizan visitas de solidaridad y hacen campaña por su reconocimiento.
Un partidario prominente es Dani Limor, un exagente de la Mossad que una vez dirigió una operación para llevar en secreto judíos etíopes a Israel a través de Sudán.
Limor estuvo visitando las comunidades judías en Nigeria desde la década de 1980 y argumenta que la práctica judía en la nación de África Occidental es anterior a la guerra civil.
Cree en una escuela de pensamiento que dice que vinieron de Marruecos hace 500 años, primero se establecieron en Tombuctú antes de viajar más al sur, y espera que eventualmente obtengan el reconocimiento que merecen.
“El judaísmo va más allá del color de la piel, está en el corazón”, le dijo a la BBC.
La sinagoga de Gihon, que se dice que es la más antigua de Nigeria, fue fundada en la década de 1980 por Ovadai Avichai y otras dos personas que habían sido criadas como cristianas.
Los amigos decidieron recurrir al judaísmo cuando se dieron cuenta de que el Antiguo Testamento de la Biblia era el fundamento de la religión judía.
Dijo que era como si el judío que había en él se hubiera reavivado y, dadas las similitudes entre las costumbres judías y las tradiciones igbo, estaba convencido de que el judaísmo era el verdadero camino.
La sinagoga Gihon de Abuja ahora tiene una mezcla de diferentes grupos étnicos entre las más de 40 familias que asisten.
“En los últimos años, el número de personas que tienen prácticas judías en el sur de Nigeria ha aumentado notablemente”, dice Chiagozie Nwonwu, periodista de la BBC que se especializa en esa región.
Esto se debe en gran parte al Pueblo Indígena de Biafra (Ipob), un grupo que reinició en 2014 la campaña igbo por la secesión.
Está dirigido por Nnamdi Kanu, quien les recordó a sus seguidores su supuesta herencia judía y los animó a abrazar la fe.
“Lloré en la sinagoga”
En una ocasión, el líder carismático fue supuestamente fotografiado rezando en el Muro Occidental de Jerusalén.
Pero sus seguidores no son considerados judíos auténticos por las comunidades más establecidas de Nigeria, ya que algunos combinan elementos del judaísmo y el cristianismo en su adoración, más asociados con el judaísmo mesiánico.
Kanu se encuentra detenido y se enfrenta a un juicio por traición e Ipob, que recientemente se levantó en armas, fue prohibido porque las autoridades lo consideran un grupo terrorista.
“La primera vez que apareció Ipob, lloré en la sinagoga. Dije: ‘Este joven vino a causarnos problemas porque lo que está haciendo es innecesario’”, dice Avichai, un veterano de la guerra de Biafra.
Teme que las actividades de Ipob amenacen el culto pacífico de las aproximadamente 70 comunidades judías que se declaran apolíticas.
Esto sucedió a principios de este año cuando una líder de la comunidad judía en el sureste fue encarcelada durante un mes después de que su congregación recibiera a tres visitantes de Israel.
Habían venido a filmar la donación de un rollo de la Torá, a menudo demasiado caro para que lo compren los grupos locales, pero se sospechaba que tenían conexiones con Ipob y fueron deportados.
Un devoto de Gihon me dijo que Kanu había influido en su decisión de unirse a la sinagoga, pero la reciente evolución de la campaña de Ipob hacia una lucha armada iba en contra de los principios del judaísmo.
Yaakov no está interesado en la política en torno a lo qué es ser judío; para él, lo importante es el aspecto espiritual.
El reconocimiento oficial por parte de Israel como judíos a los igbos como él, ayudaría a que la comunidad religiosa se organizara más en Nigeria.
Por ejemplo, en este momento no hay un rabino principal y encontrar productos kosher puede ser un desafío. Por lo general, solo se venden en algunas tiendas propiedad de expatriados judíos; la comunidad generalmente come lo que se produce localmente para poder seguir las reglas kosher.
A Yaakov le encantaría capacitarse para convertirse en el primer rabino nigeriano, algo que solo se puede hacer estudiando en una escuela rabínica o con un rabino experimentado. “Para aquellos de nosotros que conocemos nuestras raíces, tenemos confianza en nuestra identidad”, dice.
“Si los cristianos y musulmanes pueden aceptar a los suyos y apoyarlos, creo que los judíos también deberían alentarnos un poco”, concluye.
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