La crisis venezolana marca con fuerza la agenda política chilena
Macri y otros presidentes se reunirán con Piñera en Santiago para acordar una nueva estrategia conjunta
SANTIAGO, Chile.- Pasó aquel 23 de febrero, el llamado Día D en Venezuela, en la tensa jornada en que la ayuda humanitaria no pudo cruzar la frontera. A más de 6000 kilómetros también hubo incidentes; en menor escala, pero con una alta carga de simbolismo.
Esa tarde, un grupo de venezolanos se enfrentó con adherentes chilenos de Nicolás Maduro frente a la embajada de su país en Santiago. La escaramuza tuvo alta repercusión local, la TV local la transmitió en vivo y durante días se habló de dos temas: inmigración y polarización. En menos de tres años, los venezolanos se convirtieron en la comunidad de inmigrantes más numerosa de Chile, con cerca de 288.000 personas, el 23% del universo del total de extranjeros.
Su presencia se evidencia en todos los ámbitos, pero de un tiempo a esta parte la cuestión venezolana irrumpió con fuerza en la agenda. En su segundo período presidencial, Michelle Bachelet recibió críticas por su falta de énfasis a la hora de marcar una postura sobre el régimen de Maduro, mientras que en el caso del actual presidente, Sebastián Piñera, advirtió una oportunidad en ese contexto convulsionado y lo convirtió en su gran apuesta de política exterior y en una plataforma para generar un liderazgo en la región.
Para ello, Piñera impulsó junto a su par colombiano, Iván Duque, la creación del bloque Prosur, que pretende reemplazar a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y que mañana tendrá su estreno en sociedad cuando se realice su primera cumbre -en Chile- con la presencia del presidente Mauricio Macri, de Duque y su par de Brasil, Jair Bolsonaro, entre otros.
"Todas estas acciones reforzaron el despliegue de la agenda venezolana en Chile, encabezada por Piñera. Además, el relato del actual gobierno a nivel local aún no logra encajar, y para la gente es mucho más fácil ver el mundo en blanco y negro.
"Ese mensaje de Piñera lo está conectando muy bien en sectores conservadores y antiinmigración", dice Mireya Dávila, académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.
Anteayer, Fabiana Rosales, esposa del presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, fue recibida en el Palacio de La Moneda por la primera dama, Cecilia Morel, en otro gesto que fue interpretado como un intento de Piñera de darle continuidad a su agenda exterior.
Aquello ocurrió con un par de horas de desfase de la lectura del informe que entregaba Bachelet, actual alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, sobre la crisis en el país.
"Creo que Piñera aprovecha una coyuntura especial en que distintos presidentes de la región tienen una opinión parecida frente a Venezuela y genera una especie de eje. Además, después de la ola democrática de los años 90, no habíamos tenido el fracaso tan emblemático de un gobierno como el de Maduro y eso aparece como una temática relevante para los chilenos", sostiene Enrique Guzmán, decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo.
Para Heraldo Muñoz -excanciller del gobierno de Bachelet, presidente del Partido por la Democracia y una de las cartas de la oposición para volver al poder-, la política exterior chilena "se desdibujó".
"Una cosa es apoyar la democracia y los derechos humanos en Venezuela, que yo comparto. Otra cosa es llevar el caso de Venezuela a la política interna con acciones comunicacionales como la presencia de Piñera en [la ciudad colombiana de] Cúcuta para presionar sobre la entrada de ayuda humanitaria", señaló Muñoz.
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