La crisis bancaria profundiza la grieta política en Estados Unidos y alimenta la “guerra cultural”
Los colapsos del Silicon Valley Bank y del Signature Bank revelaron que las reacciones de los dos mayores partidos políticos responden a las de sus líderes y que los medios conservadores sirven de caja de resonancia
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NUEVA YORK.- El mutismo de los legisladores republicanos del Congreso norteamericano ante la implosión de dos bancos es entendible: al fin y al cabo, en 2018 aprobaron casi unánimemente el levantamiento de las regulaciones financieras, salvo para los bancos más grandes. Pero el pelotón de aspirantes a la candidatura presidencial republicana y los comentaristas conservadores no se quedaron callados, ni mucho menos.
“Woke”, disparó el gobernador de Florida, Ron DeSantis, en referencia al movimiento cultural norteamericano que combina reclamos de igualdad social, racial y de diversidad de género. “Pésima señal, y podría ser solo el principio”, advirtió el lunes con tono apocalíptico el expresidente Donald Trump desde Davenport, Iowa. “Rescate”, señaló por Twitter Nikki Haley, exembajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, conjurando el fantasma de la crisis financiera de 2008 que abrió el camino para el movimiento Tea Party que puso patas para arriba al Partido Republicano.
Por segunda vez en dos meses, los acontecimientos de la realidad revelaron que las reacciones de los dos mayores partidos políticos de Estados Unidos responden a las de sus líderes, y que los medios conservadores sirven de caja de resonancia para los argumentos más inverosímiles.
Las reacciones ante el colapso del Silicon Valley Bank y del Signature Bank fueron casi idénticas a las que suscitó el descarrilamiento del tren Norfolk Southern en East Palestine, Ohio. Una vez más, los demócratas le echaron la culpa al fanatismo desrregulador del gobierno de Donald Trump. Y una vez más, los republicanos se hicieron los ofendidos.
El recurso desesperado de los republicanos al culpar de la debacle a las políticas de diversidad, igualdad e inclusión es muy revelador. Podrían haber esgrimido un argumento económico más lógico, por ejemplo, que la inflación fogoneada por las políticas demócratas había devaluado los activos antes considerados seguros, como los bonos del Tesoro, y forzado al Silicon Valley Bank a vender sus inversiones a pérdida, desatando una corrida bancaria.
En cambio, los conservadores —incluido DeSantis; el representante James Comer, presidente de la Comisión de Seguimiento de la Cámata Baja; Tucker Carlson, de la cadena Fox News, y hasta un columnista de opinión del diario The Wall Street Journal—, culparon del colapso a los requerimientos de diversidad “woke”, una acusación que parece no tener nada que ver con la quiebra de los bancos pero que resuena mucho en la base electoral republicana.
“La Corporación Federal de Seguro de Depósitos va a rescatar a los megamillonarios de Silicon Valley, y los banqueros de Kansas terminarán pagando por la estrepitosa bancarrota de un banco woke de California”, disparó por Twitter el senador por kansas, Roger Marshall.
Sobre todo en los medios de prensa de derecha, un tema que es básicamente regulatorio, empresario y financiero ha sido reformulado como una nueva linea de frente de la guerra cultural que atraviesa a Estados Unidos, y que ahora parece definir la agenda republicana para este año.
El Silicon Valley Bank “estuvo muy metido con el tema de la igualdad y los Días del Orgullo en todo el mundo”, dijo el lunes el coconductor del programa matutino “Fox & Friends”, por la cadena Fox News. “¿Alguna vez pensaron en las regulaciones y la toma de riesgos?”.
“El Silicon Valley Bank es un banco woke proBiden”, disparó también el lunes el presentadora Jesse Waters desde su propio programa en la misma cadena de noticias. “Si hasta dictaban seminarios en el Día de la Visibilidad Lésbica y en el Mes del Orgullo Nacional LGBTQIA+”.
Cobertura
El martes, ante el requerimiento de comentarios al respecto, un vocero de Fox News dio ejemplos de la profunda cobertura que hace la cadena sobre el colapso bancario y mencionó dos nuevos segmentos de Fox Business, conducidos por Neil Cavuto y otros periodistas económicos.
Pero el el programa de Cavuto del lunes, la representante republicana por Florida, Cory Mills, insistió que “las empresas woke” deben ser objeto de mayor escrutinio público.
El potencial político del momento es evidente. El gobierno federal reaccionó a la velocidad de la luz para salvar a un banco cuyo mayor negocio era fomentar la toma de riesgo y el vuelo de las empresas tecnológicas, y a otro banco como el Signature, en cuya junta directiva está el exlegislador progresista demócrata Barney Frank, autor de la ley de 2010 que lleva su nombre y que regulaba la operatoria de los bancos después de la crisis de 2008.
El representante Ro Khanna, demócrata progresista por California, reconoció que los votantes tal vez comparen esa acción inmediata del gobierno con lo que podrían ver como una respuesta federal tardía ante la crisis del agua en Jackson, Mississippi, la columna de gas tóxico liberada sobre East Palestine, o las deudas que pesan sobre los enfermos por la atención médica o sobre los graduados por sus créditos estudiatiles.
“Se quejan no tanto por las decisiones que se tomaron sino por una frustración legítima ante unque gobierno parece incapaz de tomar medidas decisivas cuando los afectados son familias trabajadoras de lugares poco importantes”, apuntó Khanna en una entrevista.
El argumento de que el requisito de diversidad en las juntas directivas de los bancos tuvo algo que ver con su caída es engañoso. La representante californiana Maxine Waters, una de las principales figuras demócratas en el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, sí incluyó una disposición de diversidad y equidad en la amplia ley de regulación de Wall Street aprobada 2010, para fomentar una mayor contratación y promoción de mujeres y trabajadores de color por parte de las empresas e instituciones financieras. Pero la composición del directorio del Silicon Valley Bank (SVB) no era particularmente diversa.
Como muchos bancos, el SVB había manifestado interés por la diversidad y la inversión en negocios sustentables. El banco planeaba dedicar una pequeña parte de sus fondos —al menos 5000 millones de dólares— a negocios sustentables para 2027. El banco también había adoptado políticas de contratación que promovían la diversidad entre sus empleados.
Pero la razón central de su derrumbe fue un problema mucho más prosaico: Silicon Valley Bank centró una parte demasiado grande de sus negocios en un sector, el tecnológico, y dejó muerto demasiado dinero en efectivo en bonos del Tesoro a largo plazo, cuyas bajas tasas de interés no lograron seguirle el ritmo al inesperado aumento de la inflación. Cuando los depositantes alarmados exigieron retirar su dinero, el banco tuvo que vender sus participaciones a pérdida, lo que provocó el pánico bancario.
“El SVB, que tuvo vacante durante ocho meses el puesto de director de riesgos mientras se deterioraba su situación financiera, fue a la quiebra porque no enfrentó dos riesgos claves: la concentración en su base de clientes y el aumento de las tasas de interés. Este es un fracaso de ‘Banking 101′,” escribió el martes la senadora Elizabeth Warren, demócrata por Massachusetts, en una sarcástica carta dirigida a Greg Becker, presidente del banco hasta su derrumbe.
De hecho, uno de los primeros depositantes en hacer sonar la alarma fue Founders Fund, propiedad de Peter Thiel, gran aportante de fondos de las campañas republicanas. El Founders Fund retiró su dinero el jueves pasado y les dijo a las compañías de su cartera que cambiaran de banco, según informó Bloomberg News. Al día siguiente, el banco quebró…
Algunos demócratas, en cambio, apuntan contra la Ley de Crecimiento Económico, Alivio Regulatorio y Protección al Consumidor, aprobada por Trump en 2018 para flexibilizar las reglas sobre los colchones de capital, las pruebas de estrés y los requisitos microprudenciales para bancos pequeños y medianos con hasta 250.000 millones de dólares en activos. Esas regulaciones fueron impuestas en 2010 por la ley de regulaciones bancarias conocida como Dodd-Frank, en honor al senador demócrata por Connecticut, Christopher Dodd, y a Frank, el excongresista demócrata por Massachusetts.
“Todo esto tiene que ver con el desastre de la Ley Dodd-Frank, y ahora lo arreglamos, o al menos avanzamos mucho para solucionarlo”, dijo Trump al promulgar la ley.
En su mordaz carta al ahora expresidente del SVB, Warren dice que de haber estado en vigor las regulaciones de Dodd-Frank que luego fueron anuladas por la ley por la que él mismo había presionado, “el banco habría tenido que cumplir con requisitos de liquidez y capital más fuertes, y someterse a pruebas periódicas de estrés financiero”, lo que a su vez habría obligado al Silicon Valley Bank “a apuntalar su negocio para lidiar con el tipo de presión que sufrió la semana pasada”.
Los expertos en instituciones bancarias dicen que el argumento es sólido, aunque la ley de 2018 les dejaba a los reguladores de la Fed la facultad discresional de escrutar anualmente a los bancos con 100.000 millones en activos, una facultad que la Reserva Federal de San Francisco no usó con el SVB.
Jonathan Weisman y Stuart A. Thompson
Traducción de Jaime Arrambide
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