Ubicada a orillas del lago Titicaca, su nombre proviene de la expresión del dialecto aymara kota kahuana, que significa “vista al lago”
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Si piensas en Copacabana, seguramente asocies el nombre con una de las playas más famosas de Brasil.
Pero la “verdadera” Copacabana, la que dio origen al nombre del barrio de Río de Janeiro, está en Bolivia a orillas del lago Titicaca.
Jhonny Ucedo, director de cultura y turismo de la Copacabana boliviana, dice que el nombre de la ciudad existe desde hace tiempo y que incluso ya lo usaban los incas, que vivían en la región.
“El origen de este nombre proviene de la expresión del dialecto aymara kota kahuana, que significa “vista al lago”, afirma.
El aymara es hoy uno de los idiomas oficiales en Bolivia, además del español.
El nombre también está ligado a la religión católica, pues la patrona de la ciudad es la Virgen de Copacabana.
Esta virgen ya existía en la cultura hispana con el nombre de Virgen de la Candelaria. Pero en 1853, los colonizadores españoles la llevaron a territorio boliviano y allá empezó a ser venerada por los fieles.
En el siglo XVIII, en medio del contrabando que había en la región, alguien llevó una imagen de esa virgen a Río de Janeiro.
“Llegó aquí a través de peruleiros, comerciantes que traían a Brasil diversos bienes de la actual región que hoy pertenece a Bolivia”, explica el historiador Milton Teixeira.
“En la región operaban bandas que incluso traían polvo de plata. En esta época llegó esta virgen boliviana. Algunos dicen que era la original y otros que era una réplica”.
Es a partir de ahí que se comienza a contar la historia del barrio de Copacabana.
Copacabana en Río y su importancia
En el siglo XVIII, Copacabana, en Río de Janeiro, se llamaba Sacopenapã, que en tupí significa “el ruido y aleteo de los socós”, que son pájaros .
Al llegar a Brasil, la llevaron a la capilla de la Misericórdia, hoy Iglesia de Nossa Senhora do Bonsucesso, en el centro de Río de Janeiro .
Pero, según Teixeira, la talla no tuvo buena aceptación y la trasladaron a otro lugar.
“Los hermanos de la Misericordia decían que atraía gente extraña, que no era algo bueno para la región”, dice el historiador.
Así, a finales del siglo XVIII, se trasladó a la piedra de Copacabana, lo que hoy es el Fuerte de Copacabana. En 1746 se construyó una capilla en su honor y luego quedó dentro del fuerte.
Desde entonces, el lugar se convirtió en un lugar de fiestas, romerías y otras celebraciones.
El barrio de Copacabana fue una playa casi deshabitada hasta finales del siglo XIX, pero en julio de 1892, con la apertura de un túnel que conectaba Copacabana con el barrio de Botafogo, la región comenzó a recibir habitantes.
Ya por esa época la zona se llamaba como la virgen de origen boliviano y no con su nombre en tupí.
“Los portugueses vinieron aquí, abandonaron su patria, y sólo podían contar con protección divina. De ahí la importancia de las capillas, las iglesias y los santos. Fue una devoción muy personal e intensa que influyó en el nombre de la zona”, afirma Teixiera.
A principios del siglo XX también se empezó a usar el nombre de Copacabana para la zona costera, antes conocida como Playa de Igrejinha.
Una de las curiosidades es que, al estar en el fuerte, lleno de cañones, estaba la orden de que no podían disparar hacia atrás, justo en la zona donde estaba la iglesia y que quedaba en la línea de fuego.
Tiempo después, destruyeron la iglesia y la talla de la virgen quedó en manos privadas, hasta que en 1956, el presidente Juscelino Kubitschek ordenó reconstruir la capilla, aún en el Fuerte de Copacabana.
El problema es que, años después, al tratarse de un bastión militar, el lugar no se consideró ideal para recibir creyentes.
“Las visitas de los fieles no gustaban mucho en el Ejército, porque podían ver lo que no debían. Era la época de la dictadura militar y el fuerte albergaba a prisioneros políticos. No fueron muchos, pero sí algunos”, afirma el historiador.
En 1976, se trasladó la imagen a la parroquia de Ressurreição, en la región de Arpoador, en el límite entre Copacabana y el vecino barrio de Ipanema, donde permanece hoy.
Bendiciones para los carros y las fiestas
La Virgen de Copacabana sigue siendo muy influyente en la ciudad boliviana.
Desde que la llevaron los españoles, cobró fuerza entre los fieles, sobre todo por los milagros que se le atribuyen, destaca Ucedo.
Cada 2 de febrero, que coincide también con el día de la Virgen de la Candelaria, se celebra su llegada a la región con una fiesta oficial de la que este año se conmemoró su aniversario 441.
En esta festividad, llena de bailes típicos, se bendicen los carros de la gente con agua bendita y bebidas alcohólicas. No importa el licor: puede ser cerveza, vino, champán. Lo importante es verter un poco de líquido en el auto, explica el director de cultura y turismo de la ciudad.
“(Los conductores) piden que no les pase nada en el camino, para que el auto no falle y no haya accidentes”, dice Ucedo.
La fiesta recibe a casi 18 mil personas durante los tres días de celebración, según datos del director.
Aunque también hay celebraciones en otras épocas del año.
“Los devotos de la Virgen del lado peruano (del lago Titicaca) celebran los días 4, 5 y 6 de agosto. El 15 de noviembre vienen bolivianos de Cochabamba en caravana a celebrar”, dice Ucedo.
El ritual con bebidas alcohólicas se realiza porque los bolivianos creen en la Madre Tierra, conocida como Pachamama en la cultura andina, y a la deidad siempre se le obsequia con alimentos y bebidas.
Turismo religioso y extranjero
La Copacabana de Bolivia está a poco más de tres horas en autobús desde la capital, La Paz.
La ciudad atrae a quienes quieren ir a islas más aisladas del lago Titicaca, a una hora en barco, pero sobre todo para los que hacen turismo religioso.
Además, el santuario, afirma Ucedo, es uno de los más grandes del mundo, así que atrae a muchos visitantes.
Vitor de Pieri, profesor del Departamento de Turismo de la Universidad Estadual de Río de Janeiro (Uerj), da cuenta de la importancia religiosa del lugar.
“La ciudad es una puerta de entrada para atractivos turísticos como la Isla del Sol y la Isla de la Luna, lugares sagrados para los aymaras, los incas y los pueblos originarios de la región”, explica.
La creadora de contenido Marina Guaragna, de 29 años, descubrió la ciudad durante un viaje de dos meses como mochilera por Bolivia con su novio.
“Hablando con bolivianos descubrimos que había una playa que se llamaba Copacabana, decidimos investigar y descubrimos que esa era la Copacabana ‘original’ y que de ahí venía nuestro nombre”, dice.
Marina elogia la hospitalidad y la buena gastronomía de la región y añade que es una ruta posible para cualquiera que viaje por Sudamérica.
Copacabana boliviana vs. Copacabana carioca
Aunque la ciudad boliviana dio nombre a la playa y al barrio de Río, el lugar puede no resultar tan atractivo para aquellos a los que no les gusta pasar frío, ya que se encuentra a 3800 metros sobre el nivel del mar y rodea uno de los lagos más grandes de América Latina.
Esto hace que, incluso en verano, las temperaturas se mantengan bajas, entre los 10ºC y los 15ºC. Muy diferente a Río de Janeiro, donde hace calor casi todo el año.
Marina también destaca otras diferencias entre las dos Copacabanas.
“La playa de la Copacabana original no tiene espacio para bañistas ni para disfrutar de la playa. Es una pequeña franja de arena y sus aguas están llenas de muelles y embarcaciones. Un lugar tranquilo, pero la arena no está limpia para los turistas “, afirma.
Actualmente, según el último censo de la ciudad, la boliviana Copacabana tiene 16.500 habitantes.
En cambio, la Copacabana en Río de Janeiro ha crecido y se ha desarrollado.
“En 1917, Copacabana ya tenía 45 calles. Luego pasó por un proceso de urbanización”, dice Pieri.
Alrededor de 146 mil personas viven en el barrio, según el censo de 2010, el más reciente publicado.
En otras palabras, casi nueve Copacabanas bolivianas podrían caber en la Copacabana de Río.
El barrio y la playa de Río de Janeiro también se hicieron conocidos mundialmente y fueron escenario de hechos históricos, como la Revolución de Fuerte de Copacabana, una sublevación contra el entonces presidente Epitácio Pessoa y el ganador de las elecciones Artur Bernardes, el 5 de julio de 1922.
El episodio tiene su recordatorio a día de hoy en la playa, donde hay una escultura del teniente Siqueira Campos, quien dirigió el movimiento.
Aunque no es tan conocida y popular entre los turistas como otra que se encuentra en el paseo cercano al fuerte en honor al escritor Carlos Drummond de Andrade, quien vivió gran parte de su vida en el barrio.
En el paseo marítimo también se encuentra el hotel más famoso de Brasil, el Copacabana Palace, que ha acogido a numerosos personajes famosos y ha recopilado acontecimientos notables de los últimos 100 años, como el tiroteo a quemarropa donde murió la amante del presidente Washington Luís en 1929.
Imposible no mencionar la “fiesta de año nuevo más grande del mundo” en las arenas de Copacabana, que tuvo su origen en homenajes a la deidad africana Yemayá e influyó en las costumbres de las fiestas de fin de año en todo el país.
“Copacabana es un barrio que también tiene mucha historia brasileña”, concluye Pieri.
Por Priscila Carvalho
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