La Convención le entrega la nueva Constitución a Gabriel Boric y empieza otra pelea crucial en Chile
Con la disolución de la Constituyente, la mira está puesta ahora en el plebiscito obligatorio del 4 de septiembre
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SANTIAGO, Chile.- Después de 365 días, un nutrido historial de polémicas y la redacción de un texto con 387 artículos que pretende delinear un nuevo marco institucional, la Convención Constitucional chilena finalizó su trabajo oficialmente y este lunes 4 de julio realizará su ceremonia de cierre. El hito ocurre en medio de una caída en las encuestas de la valoración hacia el órgano y de una mirada crítica al desempeño de varios de sus integrantes, muchos de ellos inexpertos en la arena política.
Sin embargo, y pese a la dinámica negativa que ha rodeado a la Convención y que minó el casi 80% de adhesión que logró el nuevo proyecto constitucional en el plebiscito de 2020, el proceso cumplió con sus distintas etapas.
“Es una propuesta constitucional que avanza hacia mayores derechos sociales, principalmente a través de una transformación del rol del Estado, que pasa de un Estado subsidiario a un Estado social y democrático de derechos. Otros avances tienen que ver con la paridad de género en los órganos de representación, con el reconocimiento a los pueblos originarios, que no está en la Constitución de 1980, y una democracia más participativa”, dijo a LA NACIÓN Rodrigo Espinoza, coordinador académico de la Escuela de Ciencia Política UDP.
El próximo lunes a las 10 de la mañana, en el salón de honor del Congreso Nacional, el presidente chileno, Gabriel Boric, recibirá el borrador definitivo y se iniciará un inédito periodo con la disolución de la entidad que integraron 154 constituyentes y la atención puesta en dos hitos: el inicio de la campaña electoral -fijada para el 6 de julio- y el plebiscito obligatorio del próximo 4 de septiembre, que aprobará o rechazará una nueva Constitución.
“Va a ser una campaña polarizada”, señaló a LA NACION Sebastián Salazar, abogado constitucionalista y docente de la Universidad Estatal de O’Higgins (UOH).
“El principal objetivo de la campaña del ‘apruebo’ será separarse del gobierno y de la convención constitucional, por su mala percepción pública, y explicar la propuesta de texto constitucional. En el caso del ‘rechazo’, se buscará dar garantías expresas que, en caso de ser ganadora, continuará el proceso para la consecución de una nueva Constitución, bajo una modalidad que cumpla determinados estándares”, añadió Salazar.
Según la última encuesta de la empresa Cadem del 26 de junio, la opción del “rechazo” hoy acapara las preferencias y su distancia con el “apruebo” se amplió a 18 puntos, después que un 51% de los consultados manifestó que rechazará el nuevo texto constitucional y un 33% respondió que optará por el cambio de Carta Magna.
“Hay varios factores que han contribuido al aumento del ‘rechazo’. El 80% que aprobó una nueva Constitución en el plebiscito pasado estaba de alguna manera rechazando el texto de 1980 y diciendo no al statu quo, a la forma que funcionaban las cosas. Pero es muy distinto rechazar algo que a uno no le gusta, que comprometerse con algo que a uno sí le gusta”, señaló Claudia Heiss, jefa de la carrera de Ciencia Política y académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.
“Pero el foco central es que las normas se aprobaron por los dos tercios y a través de grupos muy disímiles y heterogéneos. De hecho, aquello generó un efecto moderador que hace que el texto no sea tan extremo, pero obviamente hay un temor al cambio también. La eliminación del Senado o la idea de la regionalización puede provocar cierta incertidumbre. Pero en un contexto en el que tenemos una crisis económica y un aumento de la inseguridad en temas de delincuencia y orden público, y con el conflicto en La Araucanía y la crisis migratoria en el norte, todos esos factores provocan un efecto conservador en el voto que alimenta el ‘rechazo’”, añadió Heiss.
Por cierto, los resultados han inquietado a La Moneda y al propio Boric, que también se ha visto golpeado también en las encuestas por una baja en su popularidad. El mandatario ha sido enfático en dar su apoyo a la nueva Constitución, pero aquello ha generado cierta incertidumbre ante la idea que el futuro de su gobierno esté condicionado por el resultado de la elección.
“Si gana el ‘rechazo’, muchas de nuestras reformas no se podrían llevar adelante”, dijo Giorgio Jackson, ministro de la Secretaría General de Gobierno, y uno de los más cercanos al gobernante chileno.
Reinicio
Otro de los elementos más llamativos del proceso chileno tiene relación con el vuelco o en la forma en que se ha ido atenuando el impulso de modificar la nueva Constitución, que nació como una vía institucional para canalizar la crisis generada a partir del estallido social de octubre de 2019 y reemplazar a la ley fundamental establecida bajo la dictadura de Pinochet.
“El escenario en el que el Rechazo va ganando, está ligado a la actuación de algunos convencionales que no han estado a la altura como Rodrigo Rojas Vade que mintió sobre su diagnóstico de cáncer y terminó renunciando. Pero a nivel de datos, las normas han sido aprobadas por una amplia mayoría y la derecha no ha estado del todo excluida”, comentó Gonzalo Espinoza, coordinador del Observatorio Político Electoral UDP.
“Es muy difícil que se replique una diferencia de 80% versus 20% como ocurrió en el plebiscito de entrada. Mi impresión es que la opción que gane lo hará con no más de un 55% de los votos, en un plebiscito que además es obligatorio y en el que participará gente que no ha votado nunca. Pero será una campaña agresiva. El Rechazo atacará al origen de este órgano, que son sus convencionales y la idea que no sabían lo que estaban haciendo, y la izquierda pinochetizará la discusión, recordando que se intenta eliminar un enclave de la dictadura”, agregó el también investigador de MEPOP.
El debate sobre los contenidos también ha estado presente. Desde la derecha, acusan que el borrador tiene falencias en materia de diseño institucional, posee una excesiva cantidad de normas, cierto “desprecio” respecto de la tradición constitucional chilena, y una muy difícil aplicación e interpretación.
“Tiene debilidades evidentes como son los cambios al sistema político, ya que tiene un excesivo presidencialismo basado en una simetría en términos legislativos. Eso significa darle más poder a la Cámara de Diputados y eliminar el Senado por una Cámara de las Regiones. El problema es que minimiza el contrapeso del poder legislativo en torno al presidente y Chile ya es un país muy presidencial”, analizó el académico Gonzalo Espinoza.
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