La contraofensiva ucraniana se estanca y las tropas dan señales de agotamiento
Mientras el jefe del Ejército reconoce las dificultades para lograr avances, los soldados en el terreno manifiestan su cansancio
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KREMINNA, Ucrania.– Después de semanas de implacable combate contra las fuerzas rusas en los bosques de pinos que rodean la ciudad de Kreminna, en el este de Ucrania, el médico de combate Istoryk, de 26 años, finalmente pudo dormir. Pero su sueño se vio interrumpido apenas una hora después, cuando se desató una nueva ronda de ataques. Istoryk se vio arrojado de vuelta al campo de batalla, en un feroz y prolongado intercambio de fuego.
“La balacera duró más de 20 horas”, dice el soldado, que se presenta por su nombre de guerra. “Combates, escaramuzas y evacuaciones sin parar, y como pueden ver, logré sobrevivir”, señala desde su puesto de combate. “Todos lo logramos. No tenemos descanso, y en este momento la verdad que necesitamos recuperar fuerzas”.
Su descripción de los recientes enfrentamientos y el agotamiento que viven él y sus hermanos de armas dejan al descubierto la enorme carga que representa para los escasos recursos y tropas de Ucrania esta guerra que ya lleva 21 meses.
Los soldados ucranianos también saben que Rusia tiene un Ejército mucho mayor, con más armas y municiones, y eso genera incómodas dudas sobre la verdaderas chances que tiene su país de repeler al invasor de una vez y para siempre.
Esta semana, el comandante en jefe ucraniano, Valery Zaluzhny, dijo que el campo de batalla estaba “en un punto muerto” y agregó que una guerra prolongada y de desgaste favorecería a Rusia, y hasta amenazaría la existencia de Ucrania como Estado. El líder militar explicó que Ucrania solo podría inclinar la balanza a su favor con la incorporación de nuevas capacidades bélicas, tanto suministradas por Occidente como drones de fabricación local.
La cruda descripción de Zaluzhny coincide con la llegada de las lluvias estacionales, que dificultan el avance en terreno cenagoso, y después de una contraofensiva estival que logró liberar mucho menos territorio del que Kiev esperaba. Si bien el agotamiento es innegable, entre los ucranianos que están en las trincheras la motivación sigue intacta.
Istoryk relata sus sombrías experiencias con una sonrisa ganadora. Al ser consultado si cree que podrá seguir luchando un año más, o incluso dos, responde: “Creo que sí. Seguro”.
Ofensiva vacilante
Istoryk cumple servicio en un batallón de fusileros de la 67ª Brigada Mecanizada apostado en el bosque Serebryanskyi, en la región de Lugansk, que está casi completamente ocupada por los rusos.
A los costados del camino que conduce a las trincheras, el suelo está lleno de cráteres de los proyectiles, y los árboles están carbonizados y partidos al medio por las explosiones. Así son los combates que se libran en las líneas del frente que van desde la frontera con la región rusa de Belgorod, en el nordeste, hasta el Mar Negro, en el sur.
Istoryk dice que Rusia había sufrido pérdidas “enormes” en esa zona, y agrega que en los recientes bombardeos también murieron cinco soldados ucranianos de un equipo de evacuación.
A principios de año Ucrania se concentró en la defensa, pero en junio, con la llegada del verano, lanzó una contraofensiva para recuperar la iniciativa y avanzar hacia el sur, en dirección al Mar de Azov, para intentar cortar las líneas de suministro de Rusia hacia Crimea.
Cinco meses más tarde, ese objetivo sigue siendo un sueño lejano: las fuerzas ucranianas se encuentran a casi 90 kilómetros de la costa, y hasta ahora las extensas defensas rusas han resistido sin mayores daños.
Pero todavía es posible que se produzcan avances significativos. A principios de noviembre del año pasado, las fuerzas rusas tuvieron que retirarse precipitadamente de sus posiciones en la región de Kherson. Pero las operaciones ofensivas podrían verse obstaculizadas por el barro y las condiciones climáticas.
“Una cosa es correr 300 metros a campo traviesa hasta una posición enemiga en junio y otra muy distinta en noviembre, cuando estás con el barro hasta las rodillas, ropa de abrigo pesada, equipo de protección, y una mochila con ropa de repuesto”, dice Oleksandr Popov, comandante de la brigada de reconocimiento de artillería.
Michael Kofman, miembro permanente del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, dice que el conflicto ha llegado a una “fase de transición” en la que ambas partes conservan la iniciativa en diferentes partes del frente de batalla. “En líneas generales, la ofensiva de Ucrania en el sur ha culminado o está a punto de culminar”, señala.
“Mi sensación es que la ventaja que tuvo Ucrania en materia de artillería durante gran parte de su ofensiva ya no corre más, y que a partir de ahora la disponibilidad de municiones de Ucrania será menor”, apunta Kofman. “Rusia también se verá obligada a cuidar sus municiones, pero ahora tiene la ventaja de poder acceder a suministros cada vez más cuantiosos provenientes de Corea del Norte”, añade.
De vuelta en el campo de batalla, Zakhid, un oficial de 26 años, dice que la próxima fase de la guerra será dura y pondrá a prueba el carácter de las tropas. “Estamos exhaustos, ellos también están agotados. Pero son más, y están mejor equipados”, advierte.
Max Hunder
Traducción de Jaime Arrambide
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