Pedro Sánchez se juega el futuro político en la compleja y conflictiva Cataluña
Ya sin el riesgo de una declaración de independencia, el socialismo local podría imponerse, pero dependería del apoyo del exiliado Carles Puigdemont para su investidura, algo que no está asegurado
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BARCELONA.-Una vez más, la política española gira al compás de los movimientos políticos en Cataluña. Ahora, el riesgo de una declaración de independencia ha desaparecido, pero del resultado de las elecciones regionales catalanas de este domingo puede depender el futuro de la atribulada legislatura iniciada el año pasado, y por tanto, el de la presidencia del socialista Pedro Sánchez. Ahora bien, el tablero catalán es tan complejo, que no está ni siquiera claro cuál sería el mejor resultado para los intereses del líder del PSOE.
Por primera vez desde 2010, cuándo el Partido Socialista de Cataluña (PSC) perdió el gobierno de la Generalitat de Cataluña, su candidato, Salvador Illa, es el gran favorito para vencer las elecciones y convertirse en el nuevo presidente catalán. El único que lo puede evitar es el expresidente y candidato de Junts, Carles Puigdemont. De confirmarse los sondeos favorables al PSC, Sánchez habrá logrado una importante victoria que le permitirá reivindicar su apuesta por la amnistía de los líderes y activistas independentistas en aras de la reconciliación con Cataluña, un anatema para la oposición de PP y Vox.
Sin embargo, Puigdemont advirtió que si el PSC no apoya su investidura en el Parlamento catalán, su partido podría dejar caer al Ejecutivo de Sánchez en el Congreso de los Diputados. Y es que las mejores expectativas de las encuestas sitúan al PSC con 45 diputados, muy lejos de los 68 que marcan el umbral de la mayoría, por lo que la política de pactos poselectorales será clave para la configuración del próximo gobierno. Una victoria de Illa podría convertirse en un regalo envenenado para Sánchez.
Además de Puigdemont e Illa, el tercer aspirante al Palau de la Generalitat es su actual inquilino, Pere Aragonès, de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Aragonès fue investido en 2021 gracias a una alianza independentista con Junts, que se quebró un año después. Desde entonces, ERC ha liderado un gobierno en minoría, con el apoyo puntual del PSC y de los Comuns, el referente de Sumar y Podemos en Cataluña. Precisamente, fue la incapacidad de Aragonés de aprobar los presupuestos del presente año lo que provocó el adelantamiento electoral.
ERC, histórico partido independentista de izquierda, realizó un viraje estratégico después del fallido referéndum de secesión de 2017. Desde entonces, hizo una apuesta por la negociación con Madrid, y selló una alianza con el PSOE, que permitió la investidura de Sánchez en 2019 y 2023. Junts, de derecha, se ha mantenido en una línea dura de confrontación, y reprocha a ERC haber hecho excesivas concesiones en la agenda independentista. Por eso, Sánchez da por descontado el apoyo de ERC después del 12 de mayo, sea cual sea el resultado. En cambio, no sucede lo mismo con los decisivos siete diputados de Junts en Madrid.
Las dos semanas de la campaña oficial se vieron marcadas en su inicio por el amague de dimisión de Sánchez, que dio un empujón al PSC en los sondeos. La estrategia de Illa ha girado en torno a la idea de un cambio tranquilo, de “pasar página” a la década de confrontación con el Estado. Por su parte, Puigdemont, que vive exiliado en Bruselas y ha hecho toda la campaña desde la parte de Cataluña al otro lado de la frontera francesa, ha centrado su mensaje en la necesidad de restituirle como “presidente legítimo” de Cataluña, revocando su destitución por Rajoy en 2017 con la suspensión de la autonomía catalana.
La situación legal de Puigdemont añade una capa de complejidad al tablero político catalán y español. Está previsto que antes de este mes el Congreso apruebe de forma definitiva la amnistía, lo que en teoría lo habilitaría a volver sin ningún problema con la Justicia antes del pleno de investidura. Sin embargo, alguno de los jueces que instruye una causa en su contra podría poner trabas a la aplicación de la amnistía, por ejemplo, elevando una cuestión de inconstitucionalidad a los tribunales europeos.
Puigdemont ha asegurado que incluso ante tal eventualidad, volverá a Cataluña antes de la investidura. ¿Cumplirá su palabra o es una simple estrategia de campaña? El arresto del líder de Junts podría convertirse en su mejor baza electoral en caso de bloqueo después de los comicios y de repetición electoral. Este escenario, el de una “segunda vuelta”, se está convirtiendo cada vez más habitual en toda Europa a causa de la fragmentación política. “El escenario de una repetición electoral es uno de los más probables”, apunta el sociólogo. Juan José Domínguez.
Uno de las claves de la noche electoral será si los partidos independentistas suman mayoría absoluta, como ha sucedido de forma reiterada durante la última década, pero un escenario que ponen en tela de juicio las encuestas. En ese caso, una alianza entre partidos independentistas podría convertir la anticipada victoria de Illa en tan inconsecuente como la de Alberto Núñez Feijóo en las elecciones generales del año pasado.
Nuevo actor
No obstante, un nuevo actor político podría evitar este escenario y sacudir los cimientos de la política catalana: Aliança Catalana (AC), un nuevo partido de extrema derecha favorable a la independencia. Liderado por Silvia Orriols, alcaldesa de la localidad de Ripoll, AC sostiene un discurso xenófobo muy parecido al de Vox, con la única diferencia que su ultranacionalismo es catalán en lugar de español.
Tanto Junts como ERC han firmado un manifiesto a favor de un cordón sanitario a la extrema derecha, por lo que si hubiera una mayoría independentista que incluyera necesariamente a AC, esta no sería operativa. “Parece imposible que los partidos independentistas, sin AC puedan llegar a la mayoría. Como pasa en toda Europa, aquí se detecta también una subida de la derecha”, explica Domínguez.
La fulgurante aparición de AC ha hecho que el PP y Vox, que compiten por el cuarto lugar, se hayan tenido que replantear el diseño de sus campañas. Mientras Vox ha añadido la bandera catalana en sus carteles por primera voz, Feijóo ha utilizado un discurso muy duro para referirse a la inmigración en sus actos de campaña. Desde Cornellà, apeló al voto de aquellos que “no admiten que la inmigración ilegal se deje en nuestras casas ocupando nuestros domicilios”.
De aquí unas horas, se comenzarán a despejar todas estas incógnitas. Pero de lo que nadie duda es que el 12 de mayo marcará la apertura de una nueva etapa en la política catalana, y quizás, también en la española.
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