La colonización temprana de lo que se convertiría en Liberia fue alentada y patrocinada por una organización compuesta por hombres blancos, muchos de ellos propietarios de esclavos
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Cuando los primeros estadounidenses negros desembarcaron en la costa oeste de África hace 200 años, estaban siguiendo el recorrido inverso al de sus antepasados, quienes habían sido sacados a la fuerza del continente africano para ser esclavizados en América durante más de dos siglos.
Estos pioneros, muchos de ellos recién liberados de la esclavitud y otros hijos nacidos libres de personas esclavizadas, establecieron una colonia en el sitio que se denominaría Liberia, o “tierra de la libertad”.
Dejaron atrás la sociedad esclavista de los Estados Unidos, donde enfrentaron prejuicios, desigualdades e innumerables limitaciones, aún después de ser libres. En su nuevo hogar buscaron construir una vida con más oportunidades y derechos políticos.
El bicentenario de la llegada de estos primeros pobladores está siendo celebrado por el gobierno de Liberia con una serie de eventos a lo largo de este año. Las celebraciones comenzaron en febrero, con una ceremonia a la que asistió una delegación de los Estados Unidos y jefes de Estado de varias naciones africanas. Pero la historia de la creación de este país en África para albergar a los exesclavos de los Estados Unidos es compleja.
Si bien muchos estadounidenses negros libres habían encabezado el movimiento por el regreso a África décadas antes, la colonización temprana de lo que se convertiría en Liberia fue alentada y patrocinada por una organización compuesta por hombres blancos, muchos de ellos propietarios de esclavos.
“El movimiento para regresar a África lo iniciaron los negros”, dice a la BBC el historiador Ousmane Power-Greene, profesor de la Universidad de Clark, Massachusetts, y autor de libros sobre el proyecto de colonización. “Pero al mismo tiempo, hay quienes se sumaron al movimiento porque querían deportar (liberar a los negros estadounidenses). Les entusiasmaba la idea de deshacerse de los negros (que vivían en Estados Unidos)”, señaló.
Sociedad Americana de Colonización
A principios del siglo XIX, décadas antes de la guerra civil estadounidense (1861-1865), que supondría el fin de la esclavitud en Estados Unidos, muchos en el país ya debatían qué hacer con la población negra libre si esta institución era desmantelada.
En busca de respuestas a esta pregunta, en 1816 un grupo de hombres blancos reunidos en el Hotel Davis de Washington fundaron la Sociedad Americana de Colonización (American Colonization Society o ACS, por sus siglas en inglés).
Creada medio siglo antes de la abolición de la esclavitud en el país, la ACS contó con el apoyo de ilustres nombres, entre ellos el entonces presidente James Madison (1809-1817), el expresidente Thomas Jefferson (1801-1809) y los futuros presidentes James Monroe (1817-1825) y Andrew Jackson (1829-1837).
Los miembros de la ACS tenían opiniones diversas, y a menudo contradictorias, con respecto a la esclavitud. Algunos eran abolicionistas y tenían un deseo genuino de ayudar a la población negra a construir una vida mejor en África. Otros, sin embargo, rechazaron la idea de la abolición y creyeron que los negros libres no deberían seguir viviendo en Estados Unidos, porque podrían poner en peligro la institución de la esclavitud.
Muchos dueños de esclavos en ese momento temían que el creciente número de libertos pudiera fomentar rebeliones entre los que aún estaban esclavizados, y trataron de evitar que convivieran. En algunos casos, los propietarios de esclavos incluso ofrecieron la manumisión con la condición de que los recién liberados accedieran a trasladarse a África.
Otros miembros de la ACS abogaron por el fin gradual de la esclavitud, pero también temían los efectos de la integración y rechazaron la idea de que negros y blancos libres pudieran vivir uno al lado del otro.
A pesar de esta diversidad de posiciones, los miembros de la ACS acordaron un proyecto de colonización en África, que establecería un hogar para los liberados para reducir el número de negros libres que vivían en Estados Unidos.
La idea ganó popularidad y varias sociedades estatales de colonización pronto comenzaron a surgir en todo el país, siguiendo el mismo modelo. “¿Es una organización racista? ¿Es antiesclavista? La respuesta es más compleja”, dice Power-Greene, señalando que la ACS ha pasado por varias fases a lo largo de las décadas.
Movimiento Regreso a África
Aunque ACS fue fundada por hombres blancos, en ese momento el movimiento de regreso a África ya era popular entre la población negra. Incluso antes de la abolición de la esclavitud, surgieron diversas comunidades de estadounidenses negros libres en todo el país.
“Es en estas comunidades donde se están llevando a cabo las actividades del movimiento de retorno a África, se están desarrollando estas ideas”, explica a la BBC el historiador Herbert Brewer, profesor de la Universidad Estatal de Morgan en Baltimore y experto en la diáspora africana.
“Es importante comprender que el movimiento de regreso a África es anterior a la ACS”, agrega al tiempo que remarca: “Ya en el siglo XVIII, los negros en los Estados Unidos estaban pensando y escribiendo sobre diferentes proyectos para repatriar a los afrodescendientes a África”.
Algunos estadounidenses negros creían que solo podían escapar de la discriminación y disfrutar de una vida verdaderamente libre y próspera si regresaban a África, la tierra de sus antepasados. Muchos estaban orgullosos de su herencia africana. “En la década de 1820, Estados Unidos era un lugar peculiar para una persona negra libre”, señala Brewer. “Tú eras legal y técnicamente libre, pero en realidad, y en función de los diversos tipos de leyes que existían en ese momento, estabas excluido de la vida pública”.
Pero, otros rechazaron la idea de dejar el país donde nacieron muchos de ellos y que habían ayudado a construir con su trabajo, y defendieron el derecho a la ciudadanía plena. En este contexto, la creación de la ACS se encontró con divisiones entre la población negra libre.
Muchos criticaron el proyecto como un plan racista, respaldado por dueños de esclavos para evitar la integración, deportar a los negros y hacer más segura la institución de la esclavitud. Incluso entre los negros que defendían la idea de irse del país había desconfianza sobre las intenciones reales de los integrantes de la ACS.
Otros, sin embargo, vieron en la organización la oportunidad y los recursos económicos necesarios para poner en práctica el viejo proyecto de volver a África. “Para ellos, esta alianza fue un matrimonio de conveniencia”, dice Brewer.
“Es difícil enfatizar cuán complejo es este tema. Algunas personas estaban a favor y luego cambiaron de posición. Algunos querían ir a África y luego se dieron por vencidos. Otros estaban en contra de la idea y luego decidieron ir”, indicó.
En busca de tierra para la colonia
En el momento de la creación de la ACS, la Corona británica ya había establecido una colonia en la costa oeste de África, Sierra Leona, para recibir a los antiguos esclavos, muchos de los cuales habían huido de los Estados Unidos a Canadá después de la Revolución Americana.
El éxito de este proyecto contribuyó a la popularidad de ACS y, en 1818, la asociación envió representantes a África con la misión de encontrar un lugar ideal para instalar su colonia. Estos enviados, sin embargo, enfrentaron la resistencia inicial de los líderes locales, quienes no querían vender sus tierras.
Dos años más tarde, tres miembros de la ACS y 88 negros estadounidenses libres se embarcaron en Nueva York y cruzaron el Atlántico. Se establecieron en la isla de Sherbro, frente a la costa de Sierra Leona, pero enfrentaron grandes dificultades y muchos murieron de malaria.
La ACS siguió buscando un lugar adecuado para la colonia hasta que, en 1821, logró comprar a los líderes locales una franja de terreno de unos 58 kilómetros de largo y 5 kilómetros de ancho en la región costera de Cabo Mesurado. El pago se hizo en ron, armas, víveres y otras mercancías por valor de $300.
La llegada de la ACS y los colonos americanos provocó divisiones entre los lugareños, que pertenecían a diversas etnias y vivían en comunidades acostumbradas a siglos de contacto con los europeos.
“Hay estereotipos intolerantes y racistas sobre África que han afectado la narrativa sobre la fundación de Liberia”, señala Brewer. “Una de las distorsiones es que los africanos eran pueblos primitivos, aislados, sin exposición ni conocimiento del mundo”.
“Estaban interactuando con barcos que habían llegado a la costa desde el siglo XV, eran parte del comercio transatlántico, que incluía la esclavitud”, dice Power-Greene.
Power-Greene recuerda que la llegada de la ACS y de los colonos estadounidenses interfirió en este sistema de comercio, que implicó no solo el tráfico de personas, sino la venta de alimentos y otros bienes a los barcos, con un impacto en toda la economía de la región. “Parte de la oposición provino de africanos que participaron en el comercio de esclavos”, agrega el investigador, señalando que este aspecto también caracteriza la fundación de Liberia como parte del movimiento abolicionista.
Dificultades y tensiones iniciales
El asentamiento instalado en el sitio recibió a sus primeros residentes de los Estados Unidos en abril de 1822. El grupo que había desembarcado dos años antes en la isla de Sherbro también se trasladó a la nueva área.
Aunque se creó para albergar a estadounidenses negros, la colonia fue administrada inicialmente por un representante blanco de la ACS. En 1824, se llamó Liberia, y su capital se llamó Monrovia, en honor al entonces presidente estadounidense, James Monroe, quien había asegurado los fondos para el proyecto.
Las nuevas adquisiciones de tierras ampliaron el territorio de la colonia, que recibió a más de 13.000 estadounidenses en las décadas siguientes. Miles más fueron enviados a la región luego de ser rescatados de barcos que operaban ilegalmente, después de que se prohibiera el comercio transatlántico de esclavos.
Las sociedades estatales, inspiradas por la ACS, también comenzaron a adquirir tierras cercanas y a enviar estadounidenses negros a asentamientos en la región, expandiendo así la colonia.
El período inicial estuvo plagado de desafíos, con enfermedades que mataron a miles en los primeros años y ataques de grupos hostiles. Los inmigrantes eran descendientes de africanos, pero la mayoría había nacido en los Estados Unidos y no estaban familiarizados con el idioma o las costumbres locales.
Incluso entre los nacidos en África, pocos tenían recuerdos de la tierra de la que habían sido tomados a una edad temprana. Además, dada la inmensidad y diversidad del continente, era poco probable que sus ancestros vinieran de la misma región a la que estaban emigrando.
“La gente que viene a África debe esperar experimentar muchas dificultades, que son comunes (en el primer asentamiento) en cualquier país nuevo”, escribió el estadounidense William Burke en una carta de 1858.
En 1853, poco después de emanciparse, Burke y su esposa, Rosabella, abordaron un barco con sus cuatro hijos desde la ciudad estadounidense de Baltimore con destino a Liberia. Formado como herrero, Burke estudió latín y griego en su nuevo hogar y se convirtió en ministro presbiteriano. Sus cartas, conservadas por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, describen no solo las dificultades que enfrentaron los pioneros, sino también la satisfacción con la nueva vida. “Amo África y no la cambiaría por América”, escribió Rosabella en 1859.
“Esperaba y no me decepcionó ni me desanimó nada de lo que encontré. El Señor me ha bendecido abundantemente desde mi residencia en África, por lo que siento que nunca podré estar lo suficientemente agradecido”, expresó por su parte Burke.
Estos primeros inmigrantes recrearon muchos aspectos de la sociedad estadounidense en Liberia, manteniendo el idioma inglés, las costumbres, la vestimenta y el estilo arquitectónico al que estaban acostumbrados en los Estados Unidos.
Los años iniciales estuvieron marcados no solo por los conflictos, provocados principalmente por la expansión del territorio, sino también por la integración entre la población nativa y los recién llegados, quienes construyeron escuelas, iglesias y crearon vínculos con los habitantes locales. Brewer señala que esta integración generó una sociedad híbrida, con reflexiones sobre la cultura, el idioma, la alimentación y otros aspectos que aún hoy están presentes.
Independencia y Guerra Civil
En 1847, la colonia declaró su independencia de la ACS y se convirtió en la segunda república negra del mundo, después de Haití. Joseph Jenkins Roberts, un estadounidense negro nacido en Virginia que había llegado a Liberia en 1829, fue elegido presidente.
A pesar de su papel en la creación de Liberia, Washington no reconoció de inmediato a la nueva nación por temor a los posibles impactos en el tema de la esclavitud en los Estados Unidos. Los dos países establecerían relaciones diplomáticas en 1862, en medio de la Guerra Civil estadounidense.
En Estados Unidos se defendió durante décadas la propuesta de que los exesclavizados fueran voluntariamente a África o territorios de las Américas. Pero cada vez más abolicionistas comenzaron a posicionarse en contra de la idea de la colonización y, con el cambio de siglo, la ACS había perdido importancia.
Entre la población negra, sin embargo, el movimiento de retorno a África siguió ganando adeptos. Liberia y otras naciones africanas dieron la bienvenida a nuevas oleadas de estadounidenses negros durante varias décadas, incluida la década de 1960, en el apogeo del movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos. “La popularidad de las ideas sobre el regreso a África aumentó, disminuyó y volvió a aumentar según las circunstancias”, precisa Brewer.
A fines de la década de 1980, Liberia enfrentó una brutal guerra civil que dejó más de 200.000 muertos. Una de las denuncias suele ser que las tensiones y desigualdades entre inmigrantes y población autóctona, décadas antes, jugaron un papel crucial en el origen de este conflicto.
La crítica es que los liberianos nacidos en Estados Unidos formaron una élite que explotó y discriminó a los lugareños. Pero Brewer, Power-Greene y otros historiadores enfatizan que esto fue casi cien años después de la llegada de los primeros pobladores, y no es producto de la fundación del país.
“Parte de los reclamos de explotación se remontan a la década de 1920, cuando Firestone se involucró”, dice Power-Greene, refiriéndose a la fábrica de neumáticos fundada en Estados Unidos que, en 1926, estableció una de las plantaciones de caucho más grandes del mundo en Liberia, y pasó a dominar la economía y la política del país en las décadas siguientes. “Los liberianos (en el siglo XIX) no fueron capaces de crear una casta racial, como suele llamarse, que tuviera mucho sentido. Constituían solo el 3% de la población total de la zona que se llamaría Liberia”, manifiesta.
Los historiadores entrevistados por la BBC señalan que el sistema de castas sociales no se creó en el siglo XIX, con los pioneros, sino en el siglo XX, con la llegada de grandes empresas para explotar los recursos naturales del país.
“¿Quiénes le quitaron la tierra a la gente de Liberia? Fueron las grandes multinacionales”, critica Brewer. “Pero algunas personas quieren atribuir a la fundación del país los errores, los males, los problemas, las disfunciones que surgieron décadas después”.
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