La ciudad ucraniana que frustra los planes de Rusia para quedarse con el Anillo del Mar Negro
Con once brigadas del ejército ucraniano estacionadas en Mikolaiv, la ciudad es la más militarizada del distrito sur, y un objetivo nada fácil para Rusia
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MIKOLAIV.- Desde el comienzo de la guerra, las fuerzas militares ucranianas han logrado repeler sucesivas olas de ataques rusos, pero la ciudad portuaria Mikolaiv, en el frente de batalla a 65 kilómetros del Mar Negro, es un bastión que se interpone en los planes de Moscú para renovar su ofensiva.
Las ventanas de la ciudad se sacuden casi todas las noches con las ondas expansivas de los bombardeos rusos. En las últimas semanas, las fuerzas ucranianas avanzaron con la cobertura que les proporcionó su propia artillería, y las tropas rusas retrocedieron hacia la ciudad ocupada de Kherson, combatiendo a lo largo de la línea cuyo control se disputan.
“Ahora el enemigo está a la defensiva y se está atrincherando”, dijo el viernes Roman Kostenko, parlamentario ucraniano y comandante de operaciones especiales en la región de Mikolaiv.
Tras retirar a las fuerzas que se toparon con una feroz resistencia en el norte de Ucrania, Rusia sigue reagrupándose para una nueva batalla en el este y en el sur. Y la ciudad de Mikolaiv sigue siendo un objetivo clave, fundamental para el control de la orilla ucraniana en el Mar Negro y puerta de entrada para el estratégico y legendario puerto de Odessa.
El Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Ucrania informó el viernes que las fuerzas rusas intentan mantener sus líneas al este de Mikolaiv y realizan vuelos de reconocimiento con drones mientras reabastecen a sus tropas con municiones y combustible. Su objetivo, dijo el general Kostenko, es “mantener la ofensiva y crear condiciones favorables para otra ofensiva hacia el sur”.
El jueves, en un revés para los objetivos de Rusia, el buque de guerra Moskva, nave insignia de su flota en el Mar Negro, sufrió años de incendio y se hundió a causa de lo que según las autoridades militares ucranianas fue un ataque de misiles crucero.
Asentada en el delta de los ríos Dnipro y Bug Meridional, en tiempos de paz por el puerto de Mikolaiv pasa gran cantidad de las exportaciones ucranianas que se transportan por mar. Cuando Ucrania formaba parte de la Unión Soviética, los obreros construían portaaviones. Con once brigadas del ejército ucraniano estacionadas en Mikolaiv, la ciudad es la más militarizada del distrito sur, y un objetivo nada fácil para Rusia.
A fines de febrero, al inicio de la guerra, Rusia pensaba capturar rápidamente Mikolaiv. El primer día de la guerra, las fuerzas rusas se trasladaron hacia el norte desde Crimea y al poco tiempo tomaron Kherson.
“Quieren cerrar el mar”, dice el alcalde de Mikolaiv, Oleksandr Syenkevych. “Y para eso tienen que avanzar desde Kherson hasta Mikolaiv, y de aquí luego hasta Odessa.”
Pero Mikolaiv terminó siendo difícil de capturar, y los tanques rusos que circulaban por la ciudad fueron repelidos.
Ucrania capturó a un oficial aerotransportado de alto rango. “Nos dijo que había recibido la misión de capturar Mikolaiv a cualquier costo”, dice el general Dmytro Marchenko, comandante de la guarnición de Mikolaiv.
Como las comunicaciones estaban interferidas, Ucrania utilizó una red civil para informar las posiciones de los rusos y causó graves pérdidas a un segundo intento de asalto de fuerzas que intentaban cruzar el río Bug, al norte de la ciudad.
El tercer intento de Moscú arrancó el mes pasado, con el envió tropas y tanques desde Kherson hacia oeste, para atacar Mikolaiv desde el sur. El Estado Mayor Ucraniano resolvió fijar posición en el pueblo de Oleksandrivka, y sus tropas repelieron a los atacantes.
“El plan ruso era capturar la ciudad y utilizar la fuerza de desembarco que tienen en Odessa para realizar una operación naval en paralelo con la operación terrestre”, dice Kostenko, un comandante de operaciones especiales que participó en la operación. “Mikolaiv no lo permitió: no los dejamos pasar.”
“El enemigo no puede avanzar”, dijo el mes pasado Andrei Rolya, sargento de batallón mecanizado, cuando las fuerzas ucranianas rechazaran el ataque y recuperaron parte del territorio perdido. “Solo pueden retroceder”.
“Por acá no pueden pasar, así de simple”, dijo Rolya.
En los últimos días, las fuerzas rusas aseguran haber tomado partes de Oleksandrivka. Desde Kherson y los pueblos aledaños que controlan, bombardean Mikolaiv casi todas las noches y a veces durante el día, con un efecto devastador sobre la ciudad.
El 19 de marzo, Rusia atacó un cuartel militar. El 29 de marzo, un misil crucero hizo blanco en el edificio de la administración regional de Mikolaiv y lo destruyó por completo. El 4 de abril, según informó la administración regional de Mikolaiv, los bombardeos rusos impactaron en un hospital de niños, y el domingo una bomba desencadenó la mayor explosión que la ciudad ha padecido hasta el momento. El lunes, el Ministerio de Defensa de Ucrania informó el derribo de un cazabombardero SU-34 ruso que preparaba un ataque contra Mikolaiv.
Los bombardeos incesantes colmaron los hospitales de Mikolaiv, donde los médicos amputan los miembros aplastados por el derrumbe de edificios y atienden rostros desfigurados por la metralla. “Hace dos meses teníamos una vida normal”, dice un cirujano. “Acá todos trabajamos con miedo de que el edificio sea bombardeado de un momento a otro.”
Los médicos de Mikolaiv se preguntan qué esperan las naciones occidentales para establecer una zona de exclusión aérea en Ucrania, lo que complicaría la capacidad de Rusia para atacar desde el aire. Washington rechazó la idea y mencionó el riesgo de entrar en conflicto directo con las fuerzas militares rusas. “Parece que con Hitler no aprendimos que la política de apaciguamiento no sirve para nada”, reflexiona uno de los médicos.
Syenkevych, el alcalde de Mikolaiv, llega a las reuniones con un fusil Kalashnikov al hombro. “Todas las personas que portan un arma están listas para defender nuestra ciudad”, dijo. “Y así hasta el último hombre.”
Hannah Zamazyeva, directora del consejo regional de Mikolaiv, dijo que el mes pasado estaba en la frontera con Rumania rumbo al Consejo de Europa, una organización de derechos humanos, cuando se acordó que tenía encima el revólver que porta a todos lados. Antes de viajar Francia para su reunión, Zamazyeva dejó el arma enterrada y la recuperó al cruzar la frontera de regreso a Ucrania. “Nadie quiere que Mikolaiv se convierta en una ciudad mártir”, dice.
Las fuerzas ucranianas hicieron retroceder a las fuerzas rusas hacia el sur, hacia Kherson, todavía ocupada por Rusia. El general Marchenko dice que sus tropas necesitan más armamento y equipamiento para mantener ese empuje.
En una camioneta verde, el sargento Rolya transportó hacia el frente al sur de Mikolaiv a soldados ucranianos y misiles antitanque Javelin fabricados en Estados Unidos. La camioneta es uno de los cuatro vehículos comprados por un grupo de graduados de la Columbia Business School con fondos que recaudaron ellos mismos.
“Hacemos todo lo que podemos para ayudar a esta gente”, dice Gregory Ovsiannykov, un graduado de Columbia y emprendedor de Odessa que coordinó la compra. “En definitiva, están protegiendo a Odessa y a toda la región”.
Traducción de Jaime Arrambide
Por Brett Forrest
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