La científica que con su teoría quedó atrapada en el fuego cruzado sobre el origen del Covid
La polémica teoría de una especialista norteamericana la puso en el eje de la controversia sobre el inicio de la pandemia
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NUEVA YORK.- En las primeras semanas de la pandemia, los científicos informaron de un rasgo alentador del nuevo coronavirus: parecía ser bastante estable. El virus no estaba mutando rápidamente, y eso lo convertía en un blanco más fácil a la hora de desarrollar tratamiento o una vacuna.
Pero ya en aquel momento esa lenta mutación del virus llamó la atención de una joven científica. “Me sonaba mal”, dice Alina Chan, del posdoctorado del Instituto Broad de Cambridge, Massachusetts. Chan se preguntaba si el nuevo coronavirus de alguna manera no estaba ya “preadaptado” para propagarse entre los humanos, incluso antes del inicio del brote pandémico.
“Cuando fue detectado en Wuhan a fines de 2019, el virus SARS-CoV-2 ya parecía haber adquirido las mutaciones necesarias para propagarse muy eficientemente entre los humanos”, dice Chan. “Ya era bueno desde el principio.”
Esa hipótesis fuertemente cuestionada por otros científicos fue la base de un explosivo informe publicado online en mayo de 2020, donde Chan y sus colegas cuestionaban el consenso mayoritario de que el virus letal había pasado de manera natural de los murciélagos a los humanos a través de un huésped animal intermediario.
Un año y medio después, la pregunta que la doctora Chan puso sobre la mesa sigue sin respuesta. A fines de mayo, insatisfecho con el ambiguo informe de inteligencia al respecto, el presidente norteamericano Joe Biden había decidido reavivar la discusión, y les solicitó a los servicios de inteligencia que profundizaran en el tema de los orígenes del virus. El nuevo informe está al caer de un momento a otro.
El año pasado, en su informe publicado online, Chan y sus colegas especulaban que quizás el virus había saltado a los humanos o incluso circulado durante meses sin ser detectado, acumulando mutaciones.
Hasta señalaban que tal vez el virus ya estaba bien adaptado a los humanos cuando estaba en los murciélagos o algún otro animal. O que quizá se había adaptado a los humanos mientras era estudiado en algún laboratorio, y que de allí se había filtrado accidentalmente.
Chan pronto se encontró en el ojo de la tormenta. En su edición dominical, el diario sensacionalista británico The Sun publicó un artículo titulado: “El coronavirus NO proviene de los animales del mercado de Wuhan”.
Muchos virólogos eminentes criticaron su informe y los desestimaron de plano, diciendo que no tenía la experiencia ni los conocimientos para hablar del tema, que estaba ensuciando su profesión y que sus declaraciones ofenderían a China, complicando cualquier futura investigación al respecto.
Algunos la tildaron de “conspiranoica”. Otros desecharon sus ideas porque Chan es posdoctoranda, o sea una científica que recién empieza. Un experto en virus, Benjamin Neuman, dijo que su hipótesis era “boba”.
Un medio de noticias de China la acusó de “horrendo comportamiento y una falta total de ética académica”, y los lectores la vapulearon acusándola de “traidora de su raza”, debido a su ascendencia china.
“Fueron semanas y semanas de un miedo atroz, y me pasaba las noches en vela”, dice ahora Chan.
La historia de Chan es reflejo de la profunda polarización que existe en torno a los orígenes del virus. La inmensa mayoría de los científicos piensa que se originó en los murciélagos y que se transmitió a los humanos a través de un huésped animal intermediario, aunque todavía no ha sido identificado ninguno.
¿Accidente de laboratorio?
Algunos creen que no puede descartarse un accidente de laboratorio, específicamente en el Instituto de Virología de Wuhan, y que esa hipótesis no ha sido suficientemente investigada. Y unos pocos piensan que las investigaciones del instituto, que incluyen recolección de murciélagos y coronavirus presentes en murciélagos en su estado natural, tal vez tuvieron algo que ver.
El debate es áspero. En mayo, 18 científicos, entre ellos Chan, publicaron una carta abierta en la que reclamaban una investigación sobre los origines del coronavirus. En julio, un grupo de 21 virólogos expertos -incluido uno de los firmantes de la carta de mayo- publicaron online una recopilación de evidencia de una fuente animal del virus, donde afirman que “no hay evidencia” de que se haya originado en un laboratorio.
Científicos de todos los bandos dicen haber recibido amenazas violentas e insultos por sus posturas. Los ataques fueron tan feroces que Chan temió por su integridad física y hasta empezó a tomar precauciones impensables, como variar su rutina diaria.
La reacción fue tan fuerte que Chan temió haber puesto en peligro su futuro profesional, y escribió una carta a su jefe, en la que se disculpaba y ofrecía su renuncia.
“Pensé que era un suicidio profesional, no solo mío, sino de todos los que escribimos el informe”, dice Chan. “Y también pensé que metiéndonos en esta controversia no le hacíamos un favor a nadie.”
Pero el jefe de Chan era Benjamin E. Deverman, otro de los coautores del informe, y no le aceptó la renuncia, pero admitió que habían sido ingenuos al no anticipar la acalorada reacción que sobrevendría.
El informe de Chan fue tan polémico que muchos científicos directamente se negaron a responderle o discutirlo con ella. Uno de los pocos expertos en virus que estuvo dispuesto a comentarlo descartó rotundamente la posibilidad de una fuga de laboratorio.
“Creo que no hay forma de que el virus haya sido modificado genéticamente o creado por el hombre”, dice Susan Weiss, codirectora del Centro Penn de Investigación sobre Coronavirus y otros Patógenos Emergentes de la Universidad de Pensilvania, quien también descartó la posibilidad de que el virus puede haber escapado accidentalmente del laboratorio. “Es un virus claramente zoonótico, de los murciélagos.”
Otros dijeron que Chan fue valiente al poner hipótesis alternativas sobre la mesa.
“Alina Chan tiene el mérito de haber desafiado el relato oficial y haberse planteado la duda”, dice Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale. “Para una joven científica no es fácil desafiar abiertamente la narrativa establecida.”
Hoy Chan sigue insistiendo en que sigue dividida “50 a 50” entre la hipótesis del contagio natural y la del accidente de laboratorio.
Ninguna revista científica publicó nunca su artículo originario. Decidida a llamar la atención sobre lo que ella consideraba un interrogante crucial que debía ser dilucidado para evitar una futura pandemia, Chan recurrió a Twitter y a sus habilidades para el arte de los tutoriales y el reclutamiento de seguidores.
Pero ahora es peor que antes, dice Chan, “porque me atacan desde ambos lados. Me siguen atacando los científicos, pero ahora también quienes creen en la fuga de un laboratorio, porque me sigo negando a decir que se originó allí. Y seguiré negándome, porque no hay pruebas.”
Chan sigue con dudas sobre el origen del virus. “Hoy por hoy, me inclino más por la teoría de la fuga de un laboratorio, pero también hay días cuando creo seriamente que proviene de la naturaleza”, dice la científica.
“Y esos días, lo que siento realmente es una profunda pena por los científicos posiblemente implicados en la aparición del virus.”
The New York Times
(Traducción de Jaime Arrambide)
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