La célula belga iba a atacar París otra vez
El arresto de varios de sus integrantes la obligó a golpear en Bruselas
PARÍS.- El objetivo no era el aeropuerto belga de Zaventem ni la estación de metro Maelbeek de Bruselas: los kamikazes que provocaron 32 muertos el 22 de marzo en Bélgica tenían planeado lanzar nuevos ataques terroristas en París "mucho más devastadores que los atentados del 13 de noviembre".
"Los miembros de esa célula modificaron sus proyectos a último momento y decidieron atacar en Bélgica tras el arresto de varios de sus cómplices", afirmó ayer el procurador general de la república belga, Frédéric Van Leeuw.
El nuevo comando que actuó en Bruselas tenía una enorme cantidad de armas y de TATP, el peróxido de acetona utilizado en los cinturones kamikazes de Estado Islámico (EI). A esos elementos, los investigadores sumaron los planes del equipo reunido por el francés Reda Kriket, detenido el 25 de marzo en las afueras de París, y se convencieron de que los terroristas habían preparado un ataque de enormes proporciones.
Los terroristas, incluso, proyectaban utilizar virus y bacterias. Una nota confidencial difundida por los servicios belgas y publicada por el periódico La Dernière Heure revela que uno de los cómplices de Kriket, el argelino Abderraman Ameroud, detenido en Bruselas, transportaba una bolsa de plástico que contenía tres documentos de identidad mezclados con "defecaciones y testículos de animales". "Un contacto sin guantes con esas sustancias hace correr el riesgo de infección por virus o bacterias", advierte la nota.
La justicia belga adquirió la absoluta certeza de esos planes una vez que interrogó por primera vez a uno de los hombres que todos buscaban desde los atentados en París, que dejaron un saldo de 130 muertos, y que el viernes cayó en manos de la policía: Mohamed Abrini, conocido como "el hombre del sombrero". Según los magistrados, reconoció ser el tercer hombre que aparece en las imágenes en el aeropuerto de Zaventem, poco antes de que sus otros dos cómplices se hicieran estallar.
"Escapó poco antes de las explosiones, tiró su campera y vendió su sombrero", explicó la fiscalía.
Abrini, belga-marroquí de 31 años, sospechado de haber sido uno de los responsables de la logística de ambos atentados, fue detenido en el barrio bruselense de Anderlecht y, a su vez, inculpado de "asesinatos terroristas".
En casi cinco meses, la investigación reveló los lazos de Mohamed Abrini con los ataques parisinos: probable encargado del apoyo logístico, ese amigo de la infancia de los hermanos Brahim y Salah Abdeslam fue filmado en compañía de este último el 11 de noviembre en una estación de servicio en la región de Oise (al norte de París) en el auto que serviría para transportar a los kamikazes al Estadio de Francia dos días más tarde.
Fichado como islamista radical por los servicios de inteligencia belgas, Abrini podría haber viajado a Siria en 2015 durante un corto período. Uno de sus hermanos, Suleiman, murió allá a los 20 años.
Otra pieza clave de los atentados parece ser un tercer hombre detenido el viernes e igualmente inculpado. Se trata de Osama Krayem, sueco, hijo de inmigrantes sirios, que entró por última vez a Europa por la isla griega de Leros con el falso nombre de Naim Al Hamed. Sus huellas digitales también fueron halladas en la vivienda de la calle Max Roos.
La policía tiene la certeza de que Krayem era el "segundo hombre" de la estación de metro Maelbeek. En las imágenes de las cámaras de control, se lo ve hablar brevemente con el kamikaze Khalid El Brakroui. Gracias a la videovigilancia, también fue filmado en un centro comercial comprando los bolsos que sirvieron para transportar los explosivos al aeropuerto de Bruselas.
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