La casa real busca alejarse más de la infanta Cristina
Desde el entorno del rey confían en que la hermana de Felipe VI, cada vez más complicada en una causa de fraude, tenga el gesto de renunciar a sus derechos dinásticos
MADRID.- Golpeada por la decisión de la justicia de someter a la infanta Cristina a un proceso, la casa real española insiste en su "absoluto respeto a la independencia judicial" y en que la decisión de la hermana del rey Felipe de renunciar a sus derechos es sólo "suya".
La casa real no va a presionarla en público, pero la renuncia, ese gesto simbólico de insignificantes consecuencias prácticas -es la sexta en la línea de sucesión-, sería más que bienvenida en La Zarzuela. La institución quiere soltar lastre. Pero Cristina, que siempre entendió la estrategia de aislamiento de la casa real como una condena por adelantado, se resiste hasta el final.
La decisión del juez Castro Ruz de enviarla al banquillo como cooperadora en el fraude fiscal de su marido, Iñaki Urdangarin, llegó a apenas dos días del primer mensaje de Nochebuena de Felipe. Cuando se publicó el auto, aún no había sido grabado, según fuentes de La Zarzuela, lo que permite a Felipe añadir alguna referencia a la situación judicial de su hermana.
La Zarzuela dispuso cuantos cortafuegos se le ocurrieron para intentar proteger al rey Juan Carlos, primero, y al rey Felipe, ahora, de la erosión del caso Nóos. El equipo de Rafael Spottorno, mano derecha de Juan Carlos, apartó a la infanta de la vida oficial de la familia en octubre de 2011 y se borró todo rastro de Urdangarin de la web de la casa real.
Felipe prorrogó esa estrategia de aislamiento y no invitó a su hermana a participar en el día más importante de su vida: su proclamación como rey. Cristina no estaba en la tribuna del Congreso, con su madre y su hermana. Tampoco en la multitudinaria recepción posterior en el Palacio Real. Pero sí estuvo presente, de manera indirecta, en las primeras palabras de Felipe como monarca, cuando, sin citarla, prometió encarnar "una monarquía renovada", "íntegra, honesta y transparente".
Desde la proclamación de Felipe VI, a mitad de año, Cristina ya no forma parte de la familia real. Ahora tiene el estatus de familia del rey, pero, fuera de La Zarzuela, esa distinción -que implica que no participa en actos oficiales ni recibe dinero público- es poco más que un tecnicismo. La situación judicial de la infanta sigue condicionando la agenda de la Casa del Rey. Felipe llevaba una semana en el trono cuando el juez pidió el procesamiento de su hermana, el pasado 25 de junio. Y 15 días después de que, en su discurso de entrega de los Premios Príncipe de Asturias, admitiera que "la sociedad necesita referencias morales a las que admirar y respetar", la Audiencia de Palma confirmó la imputación por fraude fiscal.
Casi todas las medidas que tomó Felipe en sus primeros seis meses de reinado tienen que ver con la determinación de sacudirse ese lastre. Por eso prohibió a los miembros de la familia real dedicarse a negocios privados. Su hermana ya no forma parte de ese núcleo, pero el rey quería lanzar el mensaje de que no se repetirán errores. La infanta está "sorprendida", según su abogado, Miquel Roca. Pero también está sola. La Zarzuela no va a mostrar ahora su "sorpresa", como sí hizo en abril de 2013, en declaraciones que se interpretaron como una injerencia, y que el propio Felipe, siendo todavía príncipe, corrigió al día siguiente aprovechando un acto con jueces en Barcelona. "Los miembros de la carrera judicial sois merecedores de la mayor confianza", dijo.
El nuevo monarca repitió en numerosas ocasiones la necesidad de que la corona se mueva por un listón ético superior y sea ejemplar. Los partidos políticos prometieron apartar de su cargo al miembro al que se haya abierto juicio oral. Exactamente la misma posición en la que ahora se encuentra la infanta. Felipe necesita ese gesto de su hermana para dar credibilidad a su promesa.
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