La Casa Blanca se convierte en el reino de la desconfianza
Crecen los reproches y las acusaciones mutuas en el círculo íntimo del presidente tras la nueva ola de revelaciones sobre el Rusiagate que golpeó a su hijo mayor
WASHINGTON.- La Casa Blanca se vio arrastrada al caos tras varios días de revelaciones cada vez más comprometedoras sobre el encuentro entre Donald Trump Jr. y una abogada a la que se describe como representante del gobierno ruso, mientras el presidente sigue descargando acusaciones y sospechas contra sus enemigos y su círculo de colaboradores más cercanos, según fuentes de dentro y fuera de la Casa Blanca.
A Trump lo enfurece que el nubarrón ruso siga sobrevolando su presidencia y lo exaspera que su hijo mayor haya sido devorado por el affaire.
La revelación de que Trump Jr. se había reunido con una abogada rusa creyendo que le entregarían información sobre Hillary Clinton como parte de los esfuerzos del Kremlin por alentar la candidatura de su padre puso freno de mano a la tambaleante agenda del gobierno y sacudió el equipo de funcionarios con más altos cargos.
Ayer, Trump defendió a su hijo al decir que era "abierto, transparente e inocente", y repitió sus acusaciones del pasado de que su gobierno es sujeto de una "cacería de brujas" fogoneada por quienes filtran información.
Los seguidores de Trump Jr. que creen que no cometió ningún delito reconocen en privado que la historia es un desastre en términos de relaciones públicas, tanto para el hijo del presidente como para la Casa Blanca. Un aliado externo lo llamó "huracán de categoría 5", mientras que un asesor externo dijo que el gráfico de la cadena CNN sobre las conexiones entre el equipo de campaña de Trump y los rusos se parecía bastante al argumento de la serie House of Cards.
El vicepresidente Pence buscó distanciarse de la controversia, y su vocero señaló que Donald Jr. había mantenido esa reunión antes de que Pence integrara la fórmula.
Dentro de la Casa Blanca, donde las peleas intestinas son casi un valor cultural central, tres días seguidos de revelaciones de parte de The New York Times sobre Donald Jr. desataron una nueva ronda de acusaciones y reproches, y no faltan asesores que especulan sobre quién del círculo íntimo de Trump podría estar filtrando información comprometedora.
La conformación del círculo íntimo de Trump es tema de fuertes discusiones internas, hoy más que nunca. Ivanka Trump, hija y asesora del presidente; Jared Kushner, su esposo y también alto asesor presidencial, y la primera dama, Melania Trump, vienen presionando al presidente para que renueve su equipo. Más específicamente, reclaman el remplazo de Reince Priebus como jefe de gabinete.
Los tres miembros de la familia están especialmente preocupados por el constante flujo de filtraciones no autorizadas al periodismo, una ola de denuncias que acosa al gobierno desde que Trump asumió y que incluye desde información sensible de seguridad nacional hasta detalles vergonzantes sobre los tejemanejes en el seno de la Casa Blanca.
Cuando se divulgaron esas presiones, el vocero de la Casa Blanca, Josh Raffel, emitió un comunicado en nombre de Kushner e Ivanka Trump: "Jared e Ivanka están enfocados en trabajar con Reince y el equipo para impulsar la agenda del presidente, y no en forzar cambios en el gabinete".
Hace poco, Trump había elogiado la ética de trabajo de Priebus, y los aliados del jefe de gabinete señalan que Priebus ha hecho el mejor trabajo posible dadas las circunstancias inéditas de este gobierno. Hace tiempo que los defensores de Priebus dicen esperar que dure al menos un año en su cargo, y se dice que Trump no sabe si echarlo a él o a algún otro miembro de alto rango de su equipo, en medio de la escalada de la investigación sobre Rusia, liderada por el consejero especial Robert S. Mueller.
Durante los últimos días, la actitud de Trump Jr. ha pasado de la desesperación a la furia y de ahí al desafío. Contrató a un abogado penalista, pero sigue sosteniendo que no cometió ningún delito. Recién cuando sus tuits con comentarios sobre el tema quedaron bajo la lupa, aceptó una primera entrevista, que fue con su amigo Sean Hannity, de Fox News.
Al presidente y sus asesores les genera enorme frustración que las revelaciones de Trump Jr. hayan opacado la cobertura positiva que esperaban recibir de la reciente gira internacional de Trump, así como otros temas con los que esperaban marcar agenda esta semana, como la votación de la ley de servicios de salud en el Senado y el comercio internacional.
En el Ala Oeste, mientras tanto, el temor a la investigación de Mueller tiene paralizados de hecho a los principales funcionarios, ya que deben ocuparse de responder a la crisis. Algunos altos oficiales y asesores externos sugirieron en su momento que la Casa Blanca realizaría su propia investigación interna para identificar cualquier problema potencial relacionado con Rusia y así poder hacer pública esa información antes de que sea filtrada al periodismo. Pero esa idea quedó en la nada, en parte porque los funcionarios temen discutir cualquier posible interacción con Rusia que los ponga bajo la lupa de la investigación de Mueller.
Un funcionario de la Casa Blanca llegó al punto de cortar toda comunicación con el asediado hijo del presidente, aunque el funcionario en cuestión manifestó su solidaridad con Jr. y lo describió como alguien que sólo quiere salir a cazar y pescar, y manejar los negocios inmobiliarios de su familia.
"El un chico honesto", dice un amigo de Jr. "La Casa Blanca nunca debió permitir que se filtrara esa historia sobre el hijo del presidente."
Eric Trump, otro de los hijos del presidente, defendió a su hermano mayor retuiteando un mensaje del político británico Nigel Farage en el que decía que Jr. estaba bajo ataque por ser "el mejor defensor público del presidente".
Una persona familiarizada con las discusiones internas reveló que Pence se enteró del encuentro de Trump Jr. con la abogada rusa el viernes por la noche, antes de la primera nota al respecto de The New York Times. Tanto Pence como su equipo consideran que la cobertura del affaire ruso es una distracción y trabajan para mantener al margen al vicepresidente y abocarse a los objetivos concretos de Trump, como la ley de salud.
En el Capitolio, la frustración de los senadores republicanos con la Casa Blanca es cada vez mayor, y la acusan de la incapacidad del Congreso para aprobar las importantes leyes pendientes.
Cada vez son más los senadores que creen que la ampliación de la investigación sobre el affaire ruso, así como el tumulto que genera cada intervención de Trump que termina dominando las noticias, ha paralizado la agenda legislativa y no les deja resultados concretos que ofrecerle al electorado cuando vuelvan a sus estados de origen.
Traducción de Jaime Arrambide
Ashley Parker y Philip Rucker
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