La Casa Blanca pagará un alto precio con Seúl y Pekín si se cae la reunión
El febril encadenamiento de ensayos nucleares y lanzamientos de misiles de Corea del Norte del pasado año empujó a Seúl y a Pekín hacia la línea dura de Washington. Pero el contexto actual es diferente.
Kim Jong-un se reunió en las últimas semanas dos veces con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, y otras dos con el chino, Xi Jinping , después de que este le hubiera negado audiencia durante el lustro anterior. Kim encadena gestos y se muestra como un líder congruente, en contraste con la volatilidad tuitera de Trump . Será difícil que la región cumpla con entusiasmo las sanciones económicas estadounidenses si sabotean una oportunidad para la paz en la que se involucraron varios gobiernos.
Nadie invirtió más energías que Moon, inasequible al desaliento en su misión de pacificar la península con dos socios tan sospechosos como Kim y Trump. La reunión improvisada del sábado pasado entre Moon y Kim revela la nueva y saludable normalidad en una península aún en estado teórico de guerra. La anterior había requerido semanas de farragosos preparativos.
Moon recibió el último desplante de Trump esta semana tras visitarlo en Washington para preparar la cumbre de Singapur. Aterrizaba en Seúl cuando se enteró por la prensa de que el presidente norteamericano había cancelado la reunión. Ese gesto sin aviso a su principal socio en la región es interpretado en foros diplomáticos como una cachetada hacia el líder, que incluso ha postulado a Trump para el Nobel de la Paz. Los expertos ya alertaron semanas atrás que el fracaso del proceso podría romper el eje Seúl-Washington. "La cancelación de la cumbre de Trump sin haber informado previamente a Moon va a enfriar las relaciones aún más", confirma Richard Bitzinger, experto en seguridad en Asia de S. Rajaratnam School.
Benjamin Young, experto en Corea del Norte, duda de que Seúl se vaya a acercar más a Pyongyang, pero intuye que la ciudadanía estará irritada si Estados Unidos se baja del proceso. "Puede haber protestas en Corea del Sur para exigir la retirada de las tropas estadounidenses y una creciente presión para que Moon ignore a Washington y siga las negociaciones de paz con Pyongyang", señala.
La escrupulosa diplomacia china solo se refirió a la cancelación de la cumbre con lugares comunes. Es recomendable acudir a la prensa oficial en estos casos para conocer la opinión de Pekín. El diario ultranacionalista Global Times recordó que la reputación norteamericana ya había quedado dañada semanas atrás con la ruptura del acuerdo de desnuclearización con Irán. Su negativa a acudir a Singapur, añadió el medio, solo "aumentará su imagen negativa, con independencia de las explicaciones de Washington".
Pyongyang había resistido sanciones económicas durante décadas y solo rozó la desesperación después de que China se sumara a ellas el pasado año. Sin Pekín, que concentra más del 90% del comercio exterior norcoreano, las presiones estadounidenses son inocuas. Xi sacrificó su viejo desprecio hacia Kim para alejar el riesgo de una guerra termonuclear en su patio trasero. Su entusiasmo para seguir cumpliendo con las sanciones se podría ver muy mitigado si Washington arruinara el proceso. La guerra comercial declarada por Trump contra China, además, revaloriza su compromiso sobre Corea del Norte. "El riesgo de que China debilite las sanciones es real y será aún más probable si Estados Unidos se retira de las conversaciones definitivamente. China, hasta la fecha, ha apoyado con fuerza la cumbre incluso teniendo una opinión algo diferente de cómo debería llevarse a cabo", señala Stephen Haggard, autor de varios libros sobre Corea del Norte.
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