La Casa Blanca encuentra trabas para restaurar el poder de la Autoridad Palestina para la posguerra en Gaza
El plan de EE.UU. viene chocando con el primero de los obstáculos: la negativa de Israel a desbloquear el pago de salarios, algo indispensable para evitar que la AP colapse por completo
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RAMALA.- En sus planes para la posguerra en Gaza, cuando Israel termine su campaña para erradicar a Hamas, la intención de Estados Unidos es empoderar a la vapuleada Autoridad Palestina (AP) para que tome el control de la franja, alentando la creación de un nuevo gobierno y entrenando a sus fuerzas de seguridad.
Pero Washington se viene chocando con el primero de los obstáculos: la negativa de Israel a desbloquear el pago de salarios, algo indispensable para evitar que la AP colapse por completo.
Desde hace semanas, los funcionarios norteamericanos circulan por los pasillos del Mukataa, el complejo amurallado del presidente palestino Mahmoud Abbas, de 88 años, aquí en Ramala, capital de facto de la ocupada Cisjordania. Los enviados de Washington presionan a la Autoridad Palestina para que implemente cambios y designe caras nuevas en puestos claves, con el objetivo de mejorar la pésima imagen de la AP entre los palestinos, y con un ojo puesto en el rol que podrá desempeñar en la Franja de Gaza cuando termine la guerra.
Al principio, los funcionarios de la AP rechazaban la idea de volver al poder en Gaza, controlada por Hamas desde 2007, y tener que lidiar con las consecuencias de la brutal guerra que se libra actualmente. Pero poco a poco se han vuelto más receptivos a esta rara oportunidad de unificar Cisjordania con la Franja de Gaza.
El gobierno de Biden está en conversaciones con los palestinos y la comunidad internacional “sobre el establecimiento de un nuevo gobierno, en el que la Autoridad Palestina incorpore sangre joven que trabaje subordinada o a la par de Abbas”, dice un funcionario de la Casa Blanca que no puede revelar su nombre por la sensibilidad del tema.
Pero los funcionarios palestinos quieren que cualquier esfuerzo que se haga tenga como claro “horizonte político” la creación de un Estado palestino, y no creen que Estados Unidos logre algo mientras Israel siga gobernada por la actual coalición de ultraderecha.
Y tienen sus razones para desconfiar: Estados Unidos ni siquiera ha logrado que Israel libere los 140 millones de dólares de impuestos palestinos destinados a Gaza y cuyo desembolso tiene bloqueado desde el ataque sorpresa de Hamas del 7 de octubre.
“Los norteamericanos nos vienen a hablar del día después”, dice el viceprimer ministro de la Autoridad Palestina, Nabil Abu Rudeineh. “Pero aunque estuviéramos de acuerdo, ¿cómo lo pondríamos en práctica, si la política de Israel no fortalecer a la AP, sino debilitarla.”
La Guardia Presidencial de boina roja que custodia las puertas del Mukataa, por ejemplo, hace meses que no cobra, como tampoco las otras fuerzas palestinas que Estados Unidos pretende que se conviertan en columna vertebral de una futura fuerza de seguridad en Gaza, ni los empleados de la AP en el enclave asediado.
“No tenemos ni para pagarle el sueldo a nuestros soldados y empleados públicos”, señala Abu Rudeineh.
El viceprimer ministro Abu Rudeineh agrega que a principios de mes, cuando Jake Sullivan llegó a Ramala para reunirse con Abbas, el asesor de seguridad nacional norteamericano parecía optimista sobre los primeros pasos para liberar el pago de salarios.
La idea de Estados Unidos era permitir que Israel revisara nuevamente los antecedentes de los destinatarios de esos sueldos para asegurarse de que no tuvieran vínculos con Hamas o con el ataque del 7 de octubre. Pero el ministro de Finanzas de Israel juró que a Gaza no llegará “ni un shekel” de los salarios de la Autoridad Palestina.
“Pérdida de tiempo”
Los planes para que los palestinos reciban sus ingresos fiscales “se derrumbaron”, dice Sabri Saidam, asesor de Abbas y miembro del comité central de Fatah, el partido que dirige la Autoridad Palestina. El viernes, la Comisión Europea comunicó que intervendría con un paquete de asistencia de 130 millones de dólares para ayudar a cubrir el faltante.
Según Saidam, que en el ataque israelí a Gaza ha perdido a más de 44 miembros de su familia, el punto de partida debería ser un alto el fuego. “La pérdida de tiempo le está dando margen a Israel para destruir el territorio”, apunta el funcionario palestino.
Ya antes del 7 de octubre había muchas especulaciones sobre quién podría suceder a Abbas al frente de la AP. Profundamente impopular entre los palestinos desde hace tiempo, desde el ataque de Hamas los índices de aprobación del octogenario líder han caído aún más, según un reciente sondeo del Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas.
Según ese sondeo, alrededor del 88% de los palestinos quieren que Abbas renuncie, 10 puntos porcentuales más que hace tres meses. En el mismo periodo, la popularidad de Hamas en Cisjordania se disparó del 12% al 44%, y también ha aumentado ligeramente en Gaza.
El funcionario de la Casa Blanca aclara que Estados Unidos en ningún momento ha sido “prescriptivo” con sus pedidos de cambio.
Pero de todos modos esos reclamos generan irritación en Ramala. “Siempre tienen esa mentalidad colonizadora de ‘Nosotros decidimos quiénes son tus líderes, y nosotros básicamente diseñamos tu estrategia para el día después, te decimos cómo vivir, te decimos cómo respirar y te decimos cómo administrar tu territorio”, apunta Saidam.
Y mientras la popularidad de Hamas va en aumento, hay poco interés de la comunidad internacional para que se celebren elecciones, suponiendo que pudieran celebrarse en medio de la guerra.
“No podemos nombrar a un nuevo mandatario así como así”, dice Abu Rudeineh. “Nadie puede garantizar quién será el nuevo primer ministro.”
Oportunidad de cambio
Pero los rivales de Abbas ven el momento como una oportunidad de cambio.
“Cualquier solución que encontremos debe incluir su renuncia”, dispara Nasser al-Qudwa, sobrino del exlíder palestino Yasser Arafat. Considerado durante mucho tiempo como un posible sucesor de Abbas, después de criticarlo públicamente ahora al-Qudwa vive en un exilio autoimpuesto.
“La comunidad internacional sabe perfectamente que estos tipos no pueden hacer lo que hay que hacer… así de simple”, dice el líder opositor.
Un diplomático occidental dice que los cambios de liderazgo en la AP deberían venir acompañados de una hoja de ruta clara hacia una solución de dos Estados “antes de que ya ni tenga sentido intentarlo”.
“La situación en Cisjordania es frágil y estamos jugando con fuego”, apunta el diplomático. “Al presionar a Abbas, que está extremadamente débil, cansado y viejo, corremos el riesgo de que todo se derrumbe.”
Si bien la Autoridad Palestina tiene algunas de las características de un gobierno propiamente dicho, lo cierto es que funciona bajo ocupación israelí, y su cooperación con la potencia ocupante en materia de seguridad hace que muchos palestinos estén convencidos de que en realidad es el brazo ejecutor de la voluntad de Israel en Cisjordania.
“Para la gente en general, la Autoridad Palestina es la custodia de los ocupantes”, dice Saif Aqel, líder juvenil de Fatah, y agrega que muchos jóvenes frustrados vuelven a la resistencia armada, rechazada por las autoridades. De todos modos, aclara que cualquier líder impuesto desde afuera sería “inaceptable”.
Además, a menos que la guerra se detenga pronto “no habrá nada para gobernar, sea quien sea que venga”, dice Aqel. “Están destruyendo todo.”
Por Loveday Morris y Yasmeen Abutaleb
(Traducción de Jaime Arrambide)
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