La carta de Temer a Dilma que se filtró y agravó la crisis política en Brasil
"Siempre tuve la certeza de la absoluta desconfianza de la señora en relación a mí", asegura el vicepresidente en la misiva que le envió ayer
RIO DE JANEIRO.- Al borde de un proceso de impeachment, la presidenta Dilma Rousseff sufrió otro golpe en la crisis política que la acecha cuando el vicepresidente, Michel Temer, expuso en una durísima carta la falta de confianza que existe entre la mandataria y él, quien debería asumir el poder en caso de que el juicio político avance.
"Siempre tuve la certeza de la absoluta desconfianza de la señora y de su entorno en relación a mí y al PMDB (NdR: Partido del Movimiento Democrático Brasileño, al que pertenece Temer, que es la principal fuerza aliada del oficialista Partido de los Trabajadores, PT). Desconfianza incompatible con lo que hicimos para mantener el apoyo personal y partidario a su gobierno", se quejó Temer en la misiva, que allana el camino para una ruptura entre la presidenta y su vice en medio del delicado momento institucional que vive Brasil.
Temer, primero en la línea sucesoria desde que fue electo junto a Rousseff en 2010, envió la carta a la presidenta en la tarde de ayer. Según él sin la intención de que fuera revelada públicamente, pero su explosivo texto se filtró por la noche a todos los medios de comunicación y no hizo más que agravar la crisis política. Pocas horas antes, Rousseff había declarado su confianza absoluta en el vicepresidente, luego de que una intensa ola de rumores apuntaba que Temer estaba conspirando en contra de la arrinconada presidenta.
"Confío en el vicepresidente Temer como siempre confié. Siempre fue extremadamente correcto, no puedo desconfiar ni un milímetro de él", había asegurado Rousseff.
Sin embargo, en su carta Temer hizo un pormenorizado repaso de todas las instancias en las que, de acuerdo a su visión, la presidenta le había restado apoyo y demostrado su desconfianza.
"Pasé los cuatro primeros años del gobierno como vice decorativo. Usted sabe de eso. Perdí todo el protagonismo político que tenía en el pasado y que podría haber usado para el gobierno. Sólo fui llamado para resolver las votaciones del PMDB y las crisis políticas", señaló, y apuntó que, ya durante este difícil segundo mandato que asumieron en enero último, fue saboteado por el propio gobierno después de que ayudó a lograr los votos suficientes en el Congreso para aprobar el ambicioso programa de ajuste fiscal impulsado por Rousseff.
Frente a las versiones de que se había estado reuniendo en los últimos días con miembros de la oposición y con empresarios para ganar respaldo a un eventual gobierno suyo, Temer aclaró: "Como demócrata que soy, converso, sí, señora Presidente, con la oposición. Siempre lo hice, durante los 24 años que pasé en el Parlamento".
Y criticó a los miembros del gobierno que "buscan promover la división del PMDB" ante el proceso de impeachment. Temer aclaró que a su entender existe razones legales válidas por las cuales el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (también del PMDB pero declarado abiertamente opositor), aceptó el pedido de juicio contra Rousseff. Pero indicó que "pasados estos momentos críticos" tiene la certeza de que "el país tendrá tranquilidad para crecer y consolidar las conquistas sociales".
En una sorpresiva jugada, cuando él mismo estaba a punto de ser destituido por acusaciones de corrupción vinculadas al escándalo de sobornos en Petrobras, Cunha dio curso a uno de los pedidos de impeachment presentados por la oposición. En él se alega que Rousseff cometió "crimen de responsabilidad fiscal" al haber realizado el año pasado y este maniobras contables para esconder el déficit.
Se espera que hoy se designen en la Cámara de Diputados los 65 miembros que integrarán la comisión especial que evaluará si se avanza o no con el juicio político. Una vez conformada la comisión, la presidenta tendrá diez sesiones para presentar su defensa y luego habrá otras cinco más para que sus miembros se expidan. De aceptar el pedido de impeachment, éste pasaría al plenario de la Cámara, donde necesitaría de dos tercios de los votos (342 de 513 diputados) para aprobarse.
En ese caso, Rousseff sería apartada de su cargo temporalmente por un máximo de 180 días, y Temer asumiría la Presidencia.
El Senado sería entonces el encargado de realizar el juicio político propiamente dicho, bajo la dirección del presidente del Supremo Tribunal Federal. En el plazo de 180 días debería llegar a una conclusión, y si fuera aceptado, Rousseff sería destituida permanentemente, y se le prohibiría presentarse para otro cargo electivo por ocho años.
El único antecedente que se tiene en Brasil de un caso similar fue el de Fernando Collor de Mello, quien acusado de corrupción en 1992, prefirió renunciar al cargo después de que la Cámara de Diputados aceptó abrir el proceso de impeachment. Igualmente, el Senado lo juzgó y lo condenó. Años después, de todas maneras, Collor de Mello volvió a la política y hoy es senador.
El gobierno de Rousseff quiere apurar los tiempos para que el proceso de impeachement sea descarrilado en la comisión especial o en la votación en la Cámara de Diputados, donde hoy cree contar con los votos suficientes para descartarlo. En los próximos días, el Congreso tiene que decidir si suspende su receso veraniego, pautado entre el 23 de diciembre y el 2 de febrero. La propia Rousseff ha pedido que se suspenda ante la gravedad de la crisis político-económica, mientras que la oposición se resiste. Los opositores, liderados por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), pretenden demorar todo el proceso hasta febrero, apostando a un mayor deterioro de la economía que desgaste al gobierno, y para que, con el malhumor de la gente tras las vacaciones de verano, puedan organizarse protestas callejeras pro-impeachment.
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