La carrera hacia la Casa Blanca: Trump se convierte en el virtual candidato republicano y Biden ya sale a enfrentarlo
“Lo que está en juego no puede ser más importante”, dijo el presidente; crece la presión en el Partido Republicano para que Nikki Haley abandone la interna
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WASHINGTON.- Donald Trump se convirtió en el virtual candidato presidencial del Partido Republicano luego de su decisiva victoria en la elección primaria de New Hampshire, y la campaña del presidente, Joe Biden, ya salió a enfrentarlo abiertamente, urgida por marcar el tono de la revancha en la pelea por la Casa Blanca.
“Ahora está claro que Donald Trump será el candidato republicano. Y mi mensaje al país es que lo que está en juego no puede ser más importante”, dijo Biden en un comunicado difundido por su campaña apenas se confirmaron los resultados de la elección en New Hampshire, la segunda cita del calendario electoral este año.
“Nuestra democracia. Nuestras libertades personales, desde el derecho a elegir hasta el derecho a votar. Nuestra economía, que ha experimentado la recuperación más fuerte del mundo desde Covid. Todos está en juego”, insistió el mandatario.
La directora de la campaña, Julie Chavez Rodriguez, dijo en una llamada con periodistas este miércoles en la que participó LA NACION que para el equipo de Biden la interna republicana ya se terminó y Trump reafirmó su control absoluto del Partido Republicano. La campaña demócrata anticipó además que Biden y la vicepresidenta Kamala Harris buscarán remarcar hasta la elección presidencial del 5 de noviembre el “contraste” y la “clara elección” ante el electorado entre la agenda demócrata y la “agenda tóxica” de Trump y su movimiento Make America Great Again.
El equipo de Biden dedicó el ida y vuelta con los periodistas a criticar a Trump y a su agenda y a marcar las diferencias con la gestión de Biden, una señal de la estrategia de la Casa Blanca de evitar que la campaña se convierta en un referéndum sobre el gobierno de Biden –desaprobada por la mayoría del país, pese a la solidez que muestran los números duros de la economía–, y, en cambio, sea una discusión sobre Trump, y los riesgos inherentes a su eventual retorno al poder. Las encuestas le dan mejor a Biden en una eventual revancha con Trump que en una disputa con Nikki Haley, la única rival de Trump aún en pie en la interna republicana.
Apremiado por cambiar el foco de su campaña, Trump cargó contra Haley el martes a la noche en New Hampshire para presionarla a que abandone la interna.
“Ella no ganó. Ella perdió”, dijo Trump. “No permitamos que alguien se lleve la victoria cuando tuvo una muy mala noche. Tuvo una muy mala noche”, enfatizó.
Trump dijo después en una entrevista con Fox News que si Haley sigue en carrera, su campaña se verá forzada a “desperdiciar dinero” en la interna en vez de preservarlo para el nuevo cara a cara con Biden.
Presión creciente
Otras figuras partidarias se sumaron a ese mensaje y también pidieron abiertamente que Haley deje la interna para que Trump pueda abocar los recursos de su campaña a la revancha con Biden.
“Trump será el candidato republicano”, dijo en X el senador republicano Marco Rubio, quien perdió la interna con Trump en 2016, y es una de las figuras republicanas del Congreso. “Lo que no sabemos todavía es cuánto dinero de los donantes se desperdiciará durante los próximos meses”, atizó.
Trump will be the GOP nominee
— Marco Rubio (@marcorubio) January 24, 2024
What we don’t know yet is how much donor money is going to be wasted over the next month
Haley enfrentaba así una creciente presión para dar un paso al costado tras derrota en New Hampshire, luego de un decepcionante tercer puesto en Iowa. Pero Haley ha prometido seguir en la pelea al menos hasta el “Súpermartes”, a principios de marzo, a pesar de que nada indica que pueda llegar a amalgamar el respaldo necesario para pelear de igual a igual con Trump. La próxima cita, en Carolina del Sur, su estado natal, a fines de febrero, aparece ahora como la última oportunidad de Haley para intentar el batacazo. Trump, sin embargo, mantiene una ventaja de 30 puntos, según el promedio de encuestas de RealClearPolitics.
Más allá de lo que ocurra en las próximas semanas, el consenso en Estados Unidos entre políticos, estrategas, analistas y también la narrativa que se lee en los medios es que Trump ya es el candidato presidencial de facto del Partido Republicano, y su control de las riendas del Grand Old Party está fuera de discusión. Ni su polémica salida de la Casa Blanca al final de su presidencia, que incluyó el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021, ni los 91 cargos criminales que enfrenta en cuatro causas en la Justicia o las últimas derrotas electorales que sufrieron los republicanos han roto el idilio con sus seguidores.
Nadie ya pone en duda tampoco la candidatura de Biden, pese a que corre detrás de Trump en las encuestas, tiene la aprobación más baja para un presidente que va en busca de su reelección desde la posguerra, y los norteamericanos se muestran mayoritariamente insatisfechos con su economía.
Las debilidades de ambos candidatos son, justamente, una de las principales fortalezas de las dos campañas presidenciales que disputarán este año la Casa Blanca.
Las encuestas de boca de urna de New Hampshire dejaron varios motivos de preocupación para Trump. New Hampshire tiene un electorado diverso y muchos votantes independientes. De hecho, la mitad del electorado que salió a votar este martes en la primaria estuvo integrado por votantes independientes, que en su mayoría votaron por Nikky Haley, no por Trump. Haley también ganó por una amplia diferencia entre quienes dijeron que el triunfo de Biden en 2020 fue legítimo, indicaron encuestas a boca de urna. Si el 5 de noviembre el electorado independiente se moviliza, Trump tendrá serias dificultades para regresar a la Casa Blanca.
Biden tampoco tiene un triunfo al alcance de la mano, como confía su equipo. Su campaña dijo, sin embargo, que competirán como si fueran a perder y darán “el 110 por ciento”. Además de las dudas por su vejez y la falta de entusiasmo por la economía, Biden debe sortear una creciente oposición por su respaldo a Israel en la guerra con Hamas en la Franja de Gaza, donde ya han muerto más de 25.000 civiles. Biden lo vivió en carne propia esta misma semana en un acto de campaña en Virginia pensado para promocionar su defensa del derecho al aborto. Su discurso fue interrumpido varias veces por manifestantes que lo llamaron “Joe genocida” o reclamaron un cese al fuego. La multitud buscó acallar a los protestantes: “¡Cuatro años más! ¡Cuatro años más!”, gritaron. Pero los titulares fueron sobre esas interrupciones, y no sobre el mensaje a favor del aborto de Biden.
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