La calidad de la democracia retrocede por séptimo año consecutivo en América Latina
Apenas el 4% de la población de la región habita en países con democracia plena, y existe el riesgo de que más gobiernos se transformen en autoritarismos, según la Unidad de Inteligencia de The Economist
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Estallidos sociales, caóticas transiciones de poder, polarización, corrupción, políticas de mano dura, represión y violencia. Inmersa en una tendencia decadente, la democracia en América Latina sufrió un nuevo retroceso en 2022 y transita “un camino cada vez más oscuro hacia la autocracia”, de acuerdo con el último informe de la Unidad de Inteligencia de The Economist.
Mientras la democracia a nivel global se encuentra en un período de estancamiento, con una mínima mejora respecto al año anterior por el aumento de las libertades ante el relajamiento de las restricciones por coronavirus, el reporte que realiza anualmente la revista británica advierte sobre el declive en la calidad democrática de los países latinoamericanos por séptimo año consecutivo. La puntuación de la región decayó de un promedio de 5,83 en 2021 a 5,79 en 2022.
El 45% de la población latinoamericana no reside en una democracia y, por el contrario, vive bajo algún tipo de régimen híbrido o régimen autoritario, consideró el estudio, un porcentaje que supera con creces al apenas 4% de los latinoamericanos que habita en una democracia plena.
Una de las principales amenazas a la democracia en América Latina es la escasa capacidad del Estado, que deriva-con algunas excepciones- en un bajo nivel de confianza de los latinoamericanos en las instituciones, indica el reporte. El crecimiento del crimen organizado y las redes del narcotráfico, incluso en países modelo como Uruguay o Chile, disparan los niveles de delincuencia y debilitan las aptitudes de los gobiernos. Esto es evidente en el caso de Haití -el peor retroceso regional- que no ha podido recuperarse del magnicidio de Jovenel Moïse en 2021 y es terreno fértil para el control de las maras.
El “Índice de Democracia” de The Economist juzga la calidad democrática en 167 países -que abarcan la mayoría de la población mundial- en función de cinco indicadores: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política democrática y libertades. Así construye un ranking en el que califica a cada país en base a sus resultados, en el que lidera una vez más Noruega, con una puntuación de 9,81 (sobre 10) y que situó a Afganistán en el último lugar, con 0,32 puntos.
Bajo esta clasificación, solo tres países de América Latina forman parte del limitado grupo de 24 democracias plenas en el mundo. Uruguay se encuentra posicionado en el 11° lugar a nivel mundial y es el líder regional gracias a su calidad democrática. Le siguen Costa Rica (17) y Chile (19), que logró ascender a “democracia plena” tras un descenso a la categoría de “democracia imperfecta” en 2021.
Riesgo de autoritarismo
Nueve países latinoamericanos, entre ellos la Argentina, son democracias imperfectas y ocho son considerados regímenes híbridos. La Argentina quedó en el puesto 50 a nivel global, igual que el año pasado, y sexta en la región, debajo de Panamá (quinto) y por arriba de Brasil (séptimo).
En tanto, Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela son los cuatro países bajo gobiernos autoritarios. Pero “existe el riesgo de que aumente la lista de autocracias en la región, ya que varios países están experimentando un proceso de retroceso democrático”, advierte la investigación.
El ejemplo más claro que menciona el reporte es El Salvador, que sufrió el segundo mayor retroceso en su calidad democrática de la región, después de Haití. Ambos países, junto con México, fueron los motores que condujeron a la caída regional.
El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, transita su cuarto año en el gobierno con una popularidad formidable, con el 87,8% de los salvadoreños a favor de su gestión. Esto le ha permitido sobrepasar frenos y contrapesos con facilidad, lo que ha encendido las alarmas de la comunidad internacional. Entre las medidas que revelan su costado autoritario, Bukele anunció en septiembre de 2022 que buscará la reelección en los comicios de 2024, una opción históricamente prohibida en la Carta Magna, pero que fue aprobada por los jueces de la Corte Suprema de Justicia, instaurados en el puesto por él mismo.
Además, el líder centroamericano acumula incontables denuncias por parte de organismos internacionales que lo acusan de perpetrar violaciones a los derechos humanos y hostigar a la oposición. En el marco de su plan de mano dura para acabar con las pandillas involucradas con el narcotráfico y el crimen organizado, Bukele extendió en enero, por décima vez, el estado de excepción, lo que limita las libertades individuales y habilita las detenciones sin orden judicial.
Human Rights Watch (HRW) denunció la existencia de “violaciones masivas de las garantías procesales, grave hacinamiento en las cárceles y muertes bajo custodia” en el país. El miércoles, Bukele inauguró la cárcel “más grande de América”, donde planea encerrar a 40.000 presuntos pandilleros.
El análisis de la revista británica también advierte sobre el caso de México, un régimen híbrido en un “proceso de retroceso democrático bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador”, acusado de expandir el papel de las fuerzas armadas en ámbitos del gobierno como la seguridad pública y la economía. Puntualizó además en la polémica reforma electoral aprobada por la mayoría oficialista del Senado mexicano en diciembre, que redujo el presupuesto y la estructura del órgano electoral independiente.
A esto se suman los atentados contra la libertad de expresión en el segundo mayor país de la región, en donde fueron asesinados 13 periodistas en 2022 y donde los servicios de inteligencia espían a activistas, detalló el texto.
Perú es otro de los países que experimentó un leve retroceso en su puntaje promedio, que le valió el descenso a la categoría de “régimen híbrido”, luego de que su débil democracia se viera agrietada por el intento de golpe de Estado del expresidente Pedro Castillo. La agitación social persiste en las calles del país andino, donde las protestas masivas - en las que se produjeron por lo menos 48 muertos- exigen la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y el llamado a elecciones adelantadas.
El declive de la calidad democrática de Perú “también refleja un entorno político cada vez más inestable que ha llevado a seis presidentes al poder y a tres congresos diferentes gobernando el país desde 2016″. Además, se evidencia “una polarización extrema y una alta tolerancia al gobierno militar”, profundiza el informe.
Los casos de éxito se deben a la resiliencia de las instituciones democráticas, luego de dos elecciones polarizadas y cruciales para la región en Brasil y Colombia. Los tres poderes en Brasil lograron sobrellevar el brutal ataque de los simpatizantes bolsonaristas, que exigían un golpe de Estado, mientras que el presidente Gustavo Petro “abrió las puertas a los partidos del centro para unirse a la coalición de gobierno” en Colombia.
En Chile, el gobierno de Gabriel Boric tuvo que moderarse y acercarse al centro tras el contundente rechazo a la reforma constituyente en septiembre de 2022, y la mayoría de los partidos políticos lograron un acuerdo para llevar adelante un segundo proceso, lo que “redujo los altos niveles de polarización política”, concluyó el informe.
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