La asfixia económica suma desesperación a la vida de los sirios
El impacto de las sanciones occidentales y de la violencia diaria deja al país sin turismo ni comercio
DAMASCO.- "Cada día que pasa la situación está peor porque no hay turistas y los clientes de otras provincias tienen temor de trasladarse hasta aquí", expresa Juan, apesadumbrado, mientras toma un café con cardamomo en la puerta de su comercio de ropa de cuero.
Hace 25 años que Juan regresó de Colombia y con su padre fundó la empresa familiar que funciona en el zoco de Al Hamidyya, ubicado al sur de la ciudad vieja. Juan está preocupado: ya empieza a sentir la asfixia económica de 11 meses de revueltas y sanciones.
"Nos mantenemos con los ahorros y los chiitas que vienen a visitar sus lugares sagrados", le explica a La Nacion, en referencia a los peregrinos que visitan el santuario de Saida Zeinab, la nieta del profeta Mahoma. "Sobrevivimos gracias al turismo de los iraníes. En 2011 vinieron más de un millón y se estima que, para este año, llegarán al millón y medio."
Pero, en el que fue el gran mercado, los vendedores ya no gritan para promocionar sus productos ni el caos convulsiona a los turistas. "La situación en el país afectó mucho al comercio desde el inicio de la crisis. Muchas mercancías subieron de precio y esto impacta en la capacidad de compra del ciudadano", dice Amer Al-Hasash, director responsable del comercio Golden Star.
"La garrafa de gas aumentó un 50%; el té, un 30%. Toda la comida subió de precio. Esto no está bien", dice Afnan, un ama de casa que hace compras al por mayor en el mercado de las especias. "No entendemos por qué nos están haciendo esto. Si creen que van a debilitar nuestra confianza en el presidente [Bashar al-Assad] con estas medidas, están muy equivocados", afirma la mujer, de 52 años.
Los precios subieron al ritmo del alza de la libra siria, que se encareció un 40%. La moneda pierde valor cada día y los sirios que tienen ahorros procuran hacerse de dólares -rechazan incluso el pago en euros-, algo cada vez más complicado.
En el mercado negro cada dólar asciende a 75 libras sirias, mientras que el precio oficial es de 57. En tanto, el régimen intenta combatir el impacto de los continuos sabotajes por parte de los grupos opositores a los principales oleoductos y centrales eléctricas que producen escasez de combustibles, así como racionamientos de luz de hasta tres horas al día.
"Apagones, alza de precios y depreciación de su moneda son algunos de los efectos que sufre Siria a causa de las sanciones y que afectan principalmente al pueblo", le dice a LA NACION el ministro de Economía y Comercio Mohammed Nidal al-Shaar.
"Afrontamos incapacidad para importar productos y también para exportar nuestro petróleo, y todo esto tiene un efecto negativo sobre el pueblo, en particular el ciudadano promedio", advirtió Al-Shaar.
Históricamente, Damasco concentró su comercio exterior con Europa, a la que también destinaba el 18% de su producción de hidrocarburos. Las sanciones económicas impuestas por la Unión Europea al intercambio con Siria y a la exportación de su petróleo golpearon a su mercado interno.
"A esa hostilidad económica se suman los daños ocasionados por la violencia terrorista de grupos armados que sabotearon oleoductos y gasoductos", señala Al-Shaar.
Al hundimiento del turismo hay que añadir los efectos de las sanciones impuestas por Occidente y la Liga Arabe, que bloquearon las operaciones del Banco Central y la venta de hidrocarburos. Un deterioro de la vida cotidiana que puede ser el desencadenante final de la caída del régimen.
El ministro de Petróleo, Sufian Allaw, cifró en dos billones de dólares los daños causados por las sanciones internacionales y los ataques contra el sector petrolero, y elevó a 21 el número de funcionarios del sector muertos por actos violentos.
"Además de la situación de seguridad, el problema es que estas sanciones son un factor psicológico que impacta en todos los ciudadanos", explica Osama Hasan, director de la Bolsa de Damasco. Allí todavía operan las empresas que no están bajo el rigor de las sanciones, aunque bajó el volumen de negocios debido a la crisis generada por las revueltas.
Debido a la fuga de capitales en los últimos dos meses, se estima que se retiraron unos 680 millones de dólares de entidades privadas.
Pobreza
Alrededor de un tercio de la población siria vive por debajo de la línea de pobreza, lo que explica en parte la crisis actual. Cerca del 40% del presupuesto del gobierno es destinado a las grandes ciudades y regiones rurales, como la de Deraa -emblema de la rebelión-, que sufrieron una dura sequía en los últimos cuatro años.
La pobreza y las sequías empujaron a las poblaciones rurales hacia las ciudades, principalmente a Damasco, lo que supone una mayor carga para los habitantes urbanos. En un intento de frenar las protestas, Al-Assad restituyó subsidios a los combustibles, incrementó los salarios públicos y aprobó beneficios para hogares de bajos recursos. Pero estas medidas no calmaron a los manifestantes y la pérdida de confianza en la economía podría agravar aún más la crisis.
Una ONG denuncia ataques a chicos
BEIRUT (AP).– De acuerdo con un informe difundido por la organización Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York, las fuerzas sirias detuvieron y torturaron a chicos de hasta 13 años desde que comenzaron las protestas contra el presidente Bashar al-Assad, hace 11 meses. "Los chicos no han escapado del horror de la represión en Siria", dijo Lois Whitman, directora del departamento de menores de HRW, que además denunció que muchos menores fueron asesinados a tiros en sus casas o en la calle. Por otro lado, ayer los bombardeos del régimen sobre la rebelde ciudad de Homs dejaron cerca de 100 muertos.
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