En 1804 se hizo historia cuando un motor desarrollado por el inventor británico Richard Trevithick se desplazó por sus propios medios sobre rieles
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No fue en la ajetreada Londres ni en la bulliciosa Berlín y tampoco en la concurrida Tokio: los viajes matutinos al trabajo no nacieron en una ciudad importante. Todo comenzó en lo alto de un valle de Gales (uno de los cuatro países que forman el Reino Unido) cuando los Elon Musk y Mark Zuckerberg del siglo XIX apostaron sobre si se podía lograr que una máquina de vapor se moviera por sí misma.
En 1804 se hizo historia cuando un motor desarrollado por el inventor británico Richard Trevithick se desplazó por sus propios medios sobre rieles. “Fue un momento que cambió el mundo para siempre”, afirma el historiador Dan Snow.
El punto de partida
Los orígenes del Expreso de Oriente, del Transiberiano, del Hogwarts Express y Thomas The Tank Engine (Thomas y sus amigos) se remontan a la modesta locomotora de Trevithick, considerada por los expertos como la primera del mundo. “Hasta ese momento, casi todo el mundo vivía y moría en un radio de 18 kilómetros de donde nacieron y lo más rápido que cualquiera podía ir era la velocidad de un caballo a galope”, añade Snow.
“Mire el mundo ahora. Muchos tienen familias en otras regiones, la gente se casa con personas de diferentes partes y trabajamos junto a gente de todo el planeta. Los trenes, autobuses, automóviles e incluso aviones nos llevan a trabajar”, apunta.
“Fue un momento extraordinario para la raza humana, un avance tecnológico masivo. Esa revolución comenzó en (el pueblo galés de) Merthyr Tydfil”, agrega. “Lo mejor es que esto ocurrió en respuesta a una apuesta entre los empresarios ricos, los Musk y Zuckerberg de la época”, dice Snow.
¿Cuál fue la primera locomotora ferroviaria?
Trevithick ya había sido pionero en máquinas de vapor fijas para la minería y la industria. Por su parte, el empresario siderúrgico galés Samuel Homfray compró las patentes de sus invenciones y las llevó a sus fábricas en Gales. “Trevithick ya había creado una locomotora llamada Puffing Devil (El diablo hinchado) en 1801, que era básicamente un tren de vapor para carreteras que se movía por sus propios medios”, recuerda Snow.
“Pero se incendió y quedó destruida, así que eso realmente no funcionó. Tenía máquinas de vapor estáticas funcionando, pero soñaba con hacer que los vehículos se movieran sin caballos”, narra. Homfray animó a Trevithick a colocar una máquina de vapor sobre una locomotora que pudiera viajar por los rieles de un tranvía recién instalado en la zona, el cual comunicaba sus fábricas con un muelle, a 16 kilómetros de distancia, para facilitar la salida del hierro.
Richard Crawshay, un magnate rival del hierro, puso en duda que la idea pudiera llevarse a cabo, por lo que él y Homfray hicieron una apuesta de 500 guineas (unos US$665, que entonces era el ingreso estimado de una persona en toda su vida) sobre si funcionaría.
¿Cuándo funcionó?
Después de aproximadamente 12 meses de construcción, la innovadora locomotora de cinco toneladas sin nombre de Trevithick se puso en funcionamiento el 21 de febrero de 1804 y transportó a 70 personas y 10 toneladas de hierro a lo largo de las orillas del río Taff (a unos 250 kilómetros al oeste de Londres).
“Seguimos nuestro viaje con la máquina… Mientras funcionaba, avanzaba casi cinco millas por hora (8 kilómetros por hora). No se puso agua en la caldera desde el momento en que empezamos hasta el final de nuestro viaje. El carbón consumido fue de dos quintales (200 kilogramos)”, afirmó luego el inventor.
En el viaje de regreso, un perno de lo que hoy se conoce como locomotora Penydarren se rompió, lo que provocó una fuga en la caldera. El incendio tuvo que ser sofocado, por lo que la máquina no regresó hasta el día siguiente. La innovadora locomotora también dañó los rieles, ya que era muy pesada y luego se convirtió en una locomotora estacionaria que impulsaba un martillo de forja en la fábrica de Homfray.
“Trevithick demostró que una locomotora no solo podía moverse por sí misma, sino que podía arrastrar una carga a una distancia significativa”, dice la curadora principal del Museo de Gales, Jennifer Protheroe-Jones. “También silenció a los escépticos que sentían que las ruedas de hierro liso no serían capaces de agarrarse a pistas de hierro liso. Trevithick demostró que sí podía”, agrega. “Realmente, fue el comienzo de una revolución en el transporte ferroviario. La locomotora Penydarren es la bisabuela de todos los trenes, ya que aquellos comienzos primitivos fue donde comenzó todo”, remata.
¿Por qué apareció en Gales?
Gales es considerada una de las primeras naciones industriales del mundo y el sur del territorio fue un centro de innovación, pues de sus valles se extraía carbón que era enviado a todo el mundo. “Algo extraordinario estaba sucediendo en Gales hace 200 años, cuando básicamente se convirtió en la primera región del mundo en industrializarse, y eso cambiaría el mundo”, dice Snow.
“La forma en que todos vivimos ahora: en nuestras fábricas, nuestros desplazamientos, nuestras vidas mecanizadas, trabajando en industrias globalizadas, todo comienza en Gales y en (la región inglesa de) West Midlands”, sentencia.
Merthyr Tydfil era el centro de producción de hierro y, a principios del siglo XIX, era la ciudad más poblada de Gales. Trabajadores de todo el mundo, incluido Trevithick, vinieron a trabajar a la industria siderúrgica y minera. “Gales fue uno de los grandes crisoles de la Revolución Industrial, que arrasó Europa y más tarde el mundo”, añade Protheroe-Jones.
“Gales era el centro mundial de la producción de hojalata y hierro, por lo que aquí estaban sucediendo grandes cosas y los inventores venían a desarrollar sus ideas. La ciudad, en ese momento, era uno de los grandes centros del avance tecnológico”, remata.
¿Quién construyó la primera locomotora?
Aunque Trevithick inventó la primera locomotora de ferrocarril del mundo, George Stephenson es ampliamente considerado como el padre del ferrocarril. Fue él quien construyó la primera locomotora de vapor para transportar pasajeros en una línea ferroviaria pública (el ferrocarril de Stockton y Darlington) en 1825, antes de abrir la primera línea pública interurbana del mundo, el ferrocarril de Liverpool y Manchester, cinco años después.
“Stephenson perfeccionó la idea de un ferrocarril, de principio a fin”, dice Snow. “No solo inventó el motor, sino que también las vías, las señales, los protocolos: inventó los viajes en tren interurbanos”, agrega. “Por eso se le recuerda como el padre de los ferrocarriles, pero Trevithick es sin duda el abuelo”, aclara.
Trevithick, hijo de un gerente de mina, no tenía formación académica, pero mostró un talento de ingeniería intuitivo que hizo que los historiadores lo describan como un inconformista. “Él no tuvo tan buena publicidad como Stephenson, que era excelente autopromocionándose”, asegura Protheroe-Jones. “Pero su logro supera al de Stephenson porque demostró que una locomotora de vapor era un artilugio viable y podía ser económicamente útil”, razona.
“Los desarrollos de Stephenson y todas las demás innovaciones ferroviarias descansan sobre los hombros de Trevithick, quien inventó la primera máquina de vapor que podía moverse sola y arrastrar una carga”, zanja. Pese a sus muchos inventos, Trevithick, quien tuvo seis hijos, no tuvo suerte en el mundo de los negocios y murió sin un centavo a la edad de 62 años en 1833. Y terminó enterrado en una tumba anónima.
Por Peter Shuttleworth
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