La apuesta de Abbas para salir de la sombra de Arafat
NUEVA YORK.- El martes por la noche, en la señorial Biblioteca Morgan del centro de Manhattan, el presidente palestino, Mahmoud Abbas, se mantuvo en los márgenes de la recepción diplomática, esquivando el animado chismerío y la catarata de champán.
La nutrida concurrencia sólo notó su presencia cuando el anfitrión advirtió que Abbas estaba en el salón y le expresó su esperanza de que su lucha por un lugar pleno en las Naciones Unidas redundara en una verdadera soberanía palestina.
Durante décadas, el desafiante, carismático e impredecible Yasser Arafat, siempre de uniforme, no necesitó presentación. Siete años después de su muerte, Abbas, un hombre canoso de atuendo sobrio, tal vez esté emergiendo lentamente de las sombras del fallecido líder.
Al presentar su pedido ante la ONU a pesar de las intensas presiones norteamericanas, Abbas ha cautivado la atención en la Asamblea General, ha dado ínfulas al decaído ánimo de su pueblo y hasta ha arrinconado a sus rivales de Hamas. La pregunta es si este momento de prestigio sin precedente redundará en resultados concretos o en una nueva ronda de peligros aún mayores.
En Nueva York, los líderes mundiales forman fila para reunirse con Abbas, el gran protagonista de la Asamblea. En Cisjordania y Gaza, los palestinos están deshaciéndose en elogios para un líder que hasta ahora había sido considerado indeciso y demasiado proclive a tratar de agradar a Estados Unidos y a Israel.
"Nunca lo vimos como alguien con el olfato de Arafat", dijo Sandra Tannouf, una estudiante de 17 años de Cisjordania. "Nunca llenó el vacío dejado por Arafat, pero apoyo sus pasos al ciento por ciento. Tal vez recuperemos nuestro país."
Escuelas, universidades y ministerios cerraron temprano para asegurar la asistencia a las movilizaciones esta semana, pero una encuesta demostró que tal vez haya sido innecesario: 80% de la población apoya su jugada.
La misma encuesta, sin embargo, revela por qué muchos diplomáticos occidentales temen que la buena voluntad tal vez no dure. Cuando se les preguntó qué debería pasar después del voto en la ONU, tres cuartas partes de los palestinos dijeron que deberían imponer su soberanía sobre Cisjordania, aunque conduzca a choques con soldados y colonos israelíes. Abbas dice lo contrario: el voto no sustituye las negociaciones con Israel, sino que es un preludio para retomarlas.
"Para el 75% de la población, recurrir a la ONU es un ejercicio de soberanía", dijo el analista político Khalil Shikaki. "En ese sentido Abbas es un héroe. Pero no apela a las emociones, la gente simplemente apoya su política. El problema es que hay una desconexión entre lo que él quiere y lo que quiere la opinión pública."
En los últimos tiempos, este hombre hosco y taciturno parece haber encontrado una suerte de liberación, tras su decisión de desafiar a Washington y obligar a la comunidad internacional a tomar conciencia del problema del pueblo palestino. Incluso ha demostrado tener sentido del humor. En otros tiempos, sin embargo, se lo veía horriblemente solo.
El martes, en la biblioteca, pareció sentirse agraviado cuando le preguntaron si había adoptado una postura de choque. "¿Choque? ¿Por qué? ¿Con quién me estaría enfrentando? Estoy diciéndoles abiertamente a todos que quiero la paz."
El presidente de Israel, Shimon Peres, se reunió en secreto con Abbas tres veces en los últimos meses, en un esfuerzo por franquear la distancia que separa a los palestinos del gobierno de Benjamin Netanyahu y evitar una batalla en la ONU. Netanyahu cortó ese nexo y dejó a Abbas con la sensación de no tener alternativas.
"Traicionado"
Durante una entrevista en Jerusalén, Peres dijo que intentó convencer a Abbas de que una banca en la ONU no ayudaría, porque lo que necesitan los palestinos es independencia y lo que necesita Israel es seguridad, y las Naciones Unidas no pueden brindar ninguna de ambas. Peres recuerda que Abbas le dijo: "Estoy solo, traicionado por Estados Unidos, traicionado por Israel y por todos los demás".
El martes, Abbas volvió sobre esos mismos sentimientos. Terje Roead-Larsen, ex enviado de la ONU a Medio Oriente y director del Instituto Paz, de Nueva York, lo abrazó y le pidió una reunión para más tarde esa noche. "Nuestra agenda está toda ocupada con los norteamericanos", respondió Abbas. "Ellos quieren reunirse, pero nosotros no queremos."
Abbas trabajó duramente para enfrentar la resistencia de Hamas e inculcarle al pueblo una cultura de no violencia después del sangriento levantamiento de 2000. Gracias a las fuerzas de seguridad y el desarrollo económico, en los territorios palestinos va instalándose la normalidad. Shikaki dijo que Abbas llegó en un momento en que la gente estaba cansada de la violencia, "y por lo tanto su mensaje cayó en terreno fértil". Shikaki agregó que la gran preocupación sigue siendo qué pasará después de la votación en la ONU. Si dentro de algunos meses no ha cambiado nada, es posible no sólo que Abbas pierda su popularidad, sino que la frustración lleve a la violencia, y Hamas saldría beneficiado.
Traducción de Jaime Arrambide
Ethan Bronner y Neil MacFarquhar
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