La amenaza de los ciberataques rusos desvela a Europa
Moscú busca influir en la política de la UE para favorecer a líderes afines
PARÍS.- ¿Y si Moscú estuviera en vías de ganar la guerra de la (des)información? Como sucedió en Ucrania y en Estados Unidos, los países europeos son blanco cada vez más frecuentes de pirateos informáticos y campañas de desinformación piloteadas por el Kremlin con el objetivo de influir en la vida política y, sobre todo, en el resultado de las elecciones.
"Hemos entrado en una nueva era: la de la guerra de la información", indicó a LA NACION desde Bruselas una fuente de la OTAN. "Rusia ocupa la vanguardia. Es necesario que Occidente tome conciencia de la necesidad de superar ese atraso", insistió. El diagnóstico es compartido por todos los responsables europeos de la seguridad: esa guerra -aseguran- es un elemento central de la nueva doctrina militar rusa.
La desinformación como arma de guerra "asimétrica" fue desempolvada por los estrategas militares chinos en los 90. En Rusia fue teorizada por el general Valery Gerasimov.
El objetivo del Kremlin dejó de ser "vender un modelo" como en la época soviética, explica Keir Giles, autor de un estudio sobre el tema. Ahora se trata de "socavar la noción de verdad objetiva y hasta la posibilidad de hacer periodismo". Se busca "debilitar la inmunidad moral frente a la propaganda" y "reducir la confianza en las fuentes del conocimiento" de las sociedades occidentales, señala.
"Con los medios tradicionales, las redes sociales, los SMS y los trolls [todo aquello que en Internet busca generar polémica], Rusia intenta desacreditar los procesos democráticos", afirma Janis Sarts, director del Centro de Excelencia de la OTAN para las Comunicaciones Estratégicas.
El momento es ideal. La multiplicación de populismos en Europa y en Estados Unidos se nutre de una brutal crítica a los medios de comunicación y a las elites políticas.
Poner al mismo nivel el hecho verificado y el rumor infundado no es fruto del azar. "Es alimentado en particular mediante la difusión de falsas informaciones o de teorías de complot por canales de televisión y sitios de Internet financiados por el Kremlin, principalmente Russia Today [RT] y Sputnik", afirma Giles.
Esos fueron los medios que intervinieron esta semana en la campaña presidencial francesa. Objetivo: hacer ganar a Marine Le Pen, líder del ultraderechista Frente Nacional (FN). Primera víctima: el candidato social-liberal Emmanuel Macron, líder del movimiento En Marcha y favorito en las encuestas para ganar la segunda vuelta del 7 de mayo frente a Le Pen.
Sputnik y RT publicaron artículos y entrevistas que se referían a la supuesta homosexualidad del ex ministro de Economía de François Hollande, presentado como "el mimado" de los medios franceses, en poder de un "millonario lobby gay".
Para los servicios de inteligencia franceses DGSE (Dirección General de Seguridad Exterior), el espionaje ruso está preparando una campaña que usará robots informáticos para generar "miles y miles" de mensajes "lepenófilos" en las redes sociales. Moscú también tiene otra carta en su manga: la revelación de datos confidenciales sobre otros candidatos a la presidencia.
Cuando faltan ocho meses para las elecciones legislativas, Alemania también está en primera línea. Numerosos partidos políticos, incluida la CDU de la canciller Angela Merkel, fueron blanco entre junio y septiembre de ciberataques atribuidos a hackers pro-Kremlin mediante correos electrónicos supuestamente provenientes del cuartel general de la OTAN e infectados con un programa espía.
La pista de esos ataques remonta casi siempre hasta la extrema derecha... o al Kremlin.
"Pero todos sabemos que ambos trabajan de la mano", señala Constantin von Notz, vocero encargado de cuestiones de seguridad en Internet del grupo parlamentario verde en el Bundestag.
El objetivo de esas campañas sería beneficiar al partido populista pro-ruso AfD, en detrimento de la CDU de Merkel, una de las últimas dirigentes favorables a las sanciones de la Unión Europea (UE) contra Rusia.
Laboratorios
Según estimaciones del gobierno alemán, el FSB ruso (sucesor de la KGB) emplearía actualmente unos 10.000 hackers en sus laboratorios, para constituir un auténtico ciber-ejército antes de 2020. Esas redes contarían con una "financiación del orden de 200 millones de dólares, provenientes de fondos ilegales", según el Parlamento Europeo.
Al mismo tiempo, Moscú financia y apoya indirectamente a los partidos nacionalistas y de extrema derecha del continente. El FN francés obtuvo un préstamo de nueve millones de euros de bancos rusos; la extrema derecha húngara también recibió ayuda. En diciembre, el Partido de la Libertad Austríaca (FPO), formación nacional-populista, concluyó "un contrato de cooperación" con el partido del presidente Vladimir Putin, Rusia Unida.
En Italia, el populista Movimiento 5 Estrellas se alineó inesperadamente con las tesis de Moscú después de una reunión organizada en 2014 con Rusia Unida.
Frente a ese poder de fuego, los Estados europeos parecen desamparados. La UE se dotó en 2015 de una task force de comunicación estratégica de 11 personas y el Centro de Excelencia de la OTAN está formando políticos y responsables de seguridad en esta nueva guerra de la desinformación.
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