La amenaza de las áreas sin ley
MIAMI.- Una nueva amenaza está acaparando la atención de los funcionarios del gobierno de Estados Unidos a cargo de asuntos latinoamericanos: la proliferación de "espacios sin gobierno´´, o "áreas sin ley´´ en la región.
Escuché por primera vez estos términos en noviembre pasado, cuando el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, mencionó casi al pasar en Chile que las "zonas sin gobierno´´ son una de las varias amenazas a la seguridad hemisférica. En ese momento, no entendí lo que Rumsfeld estaba diciendo. Pero la semana pasada, el general James T. Hill, jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, a cargo de las relaciones militares con América latina, dedicó parte de su discurso ante una conferencia en Miami a hablar sobre el tema.
"Hoy en día, la amenaza a los países de la región no es la fuerza militar de un vecino o la invasión de un poder extranjero. La amenaza actual es el terrorista, el narcotraficante, el traficante de armas´´, dijo. "Esta amenaza es una hierba que es plantada y crece en los espacios sin gobierno, como costas, ríos y áreas fronterizas despobladas."
En la nueva visión de los militares norteamericanos, uno de los principales peligros para la seguridad de América latina ya no viene de ejércitos extranjeros o guerrillas urbanas que toman las capitales y pasan luego a controlar el interior. Por el contrario, el peligro viene de organizaciones criminales que ocupan espacios vacíos en las junglas y otros lugares remotos, y se expanden desde allí.
Entre las muchas áreas sin ley en América latina se encuentran la Triple Frontera, entre la Argentina, Paraguay y Brasil; el corredor de Tabatinga-Leticia, en la frontera de Brasil con Colombia; la zona de Lago Agrio, entre Ecuador y Colombia, y la selva del Darién, en Panamá.
Asimismo, Surinam es un país pequeño que prácticamente es un área sin ley donde operan mafias de Rusia, Turquía, Nigeria y Colombia, dicen expertos militares.
Según funcionarios de Estados Unidos, las recientes crisis económicas de América latina han agravado el problema. A medida que los gobiernos se han debilitado, se han cortado los presupuestos militares, la clase media rural emigró a las ciudades y muchos países de la región se quedaron con grandes áreas sin presencia del gobierno, donde están proliferando narcoterroristas y grupos criminales.
¿Qué habría que hacer? Una propuesta que se está discutiendo en círculos académicos militares, redactada por el coronel Joseph R. Núñez, profesor de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos, propone la creación de una "fuerza regional multinacional´´.
Los ejércitos nacionales no pueden combatir por sí solos a grupos que operan libremente a través de las fronteras, argumenta Núñez. Para evitar temores latinoamericanos de que Estados Unidos pudiera usar esa fuerza regional para derrocar regímenes hostiles, Núñez propone una "cláusula de soberanía´´ según la cual ningún país tendría la obligación de sumarse a misiones que no apoyen.
En una entrevista en su despacho pocos días después de su discurso, le pregunté al general Hill sobre esta idea de una especie de OTAN hemisférica. Hill respondió: "No lo veo posible, y tampoco veo la necesidad de hacerlo´´. Señaló que lo que se necesita es una mayor cooperación entre los países latinoamericanos entre sí para cuidar los espacios vacíos en sus fronteras.
Sin Estados Unidos
Estoy de acuerdo. Al margen de otras consideraciones, en medio del actual clima antiestadounidense en América latina, incentivado por los planes de guerra del presidente George W. Bush, el apoyo regional a una propuesta norteamericana de crear una fuerza multinacional sería nulo.
Una idea más realista es la presentada en la conferencia de seguridad de Miami la semana pasada por el analista militar argentino Julio A. Cirino, que propuso que los países latinoamericanos formaran fuerzas de seguridad subregionales para combatir el crimen en las áreas fronterizas, sin la participación de Estados Unidos.
Lo que está en claro es que los países latinoamericanos deben controlar sus áreas fronterizas donde no hay presencia de la ley. De lo contrario, toda América latina podría convertirse en un "área sin gobierno".
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