Kuczynski, el tecnócrata que no logró enamorar a los peruanos
LIMA.- Cuando asumió la presidencia de Perú, en julio de 2016, Pedro Pablo Kuczynski (79 años) había prometido, entre bromas, que este sería su último trabajo, al alegar que por su edad estaba más cerca de una jubilación que de buscar perpetuarse en el poder. La frase aludía, sin nombrarla, a la que había sido su principal rival electoral, Keiko Fujimori (42), de quien se sospechaba que podía modificar la Constitución para buscar una reelección.
Hoy, el mandatario de mayor edad que haya tenido Perú, cuya gestión de cinco años debía concluir en 2021, se convirtió en el primer presidente de América latina en perder su cargo por efecto del megaescándalo de corrupción desatado por la empresa brasileña Odebrecht . Renunció un día antes de un juicio político en el Congreso, y en medio de la presión de la oposición que reclamaba su dimisión, tras una denuncia de una supuesta compra de votos a favor del ahora exmandatario.
Hijo de un médico alemán que emigró en 1936 tras huir de la Alemania nazi, este ex banquero de Wall Street y empresario limeño es conocido como "el Gringo", por su marcado acento anglosajón heredado de una educación en Estados Unidos y Gran Bretaña. Se graduó en política, filosofía y economía en Oxford, y en administración pública en Princeton. El hecho de contar, además, con la nacionalidad norteamericana -a la que debió renunciar para postularse- le dio un aura de extranjero en su país. En Perú se lo conoce como PPK, por las iniciales de su nombre, una fórmula sencilla para un apellido difícil de pronunciar. Casado dos veces con estadounidenses, Kuczynski tiene cuatro hijos.
Favorable al libre mercado, asumió un perfil regional de crítico del proteccionismo comercial que enarbola el presidente norteamericano, Donald Trump. Sin embargo, coincidió con el republicano en sus condenas al chavismo.
Paradójicamente, Kuczynski proyectó mejor imagen hacia fuera que dentro de Perú. Su talante dio pie a la imagen de un mandatario que parecía vivir en una nube. Percibido como un hombre frío, sus recurrentes bromas fuera de lugar no encajaron en el imaginario peruano, una población dividida entre los problemas de seguridad, la corrupción y la débil institucionalidad del país.
Como en el pasado PPK integró directorios de varias empresas, sus detractores habían expresado temores de que desde la presidencia defendería sus intereses. "Esas son tonterías. Mis manos están limpias", respondió Kuczynski. Meses después, sus vínculos empresariales se volverían un bumerán para su mandato.
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