Kiev, otro escenario de la renovada batalla entre Rusia y Occidente
MOSCÚ.- Los dos bandos de lo que ya se convirtió en un choque Rusia-Occidente por Ucrania endurecieron sus posiciones ayer, después de que funcionarios rusos denunciaron que se trata de un golpe de Estado contra Kiev de extremistas de derecha, y Estados Unidos y Europa impusieron sanciones a los responsables de la violencia que hizo erupción en la capital ucraniana y que se propagó a otras ciudades.
Las reacciones, diametralmente opuestas, subrayan la profunda confrontación entre Rusia y Occidente por el destino de Ucrania, un choque en el que cada bando acusa al otro de interferir y en el que se cuestionan incluso los hechos concretos de lo que está ocurriendo.
La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, expresaron su alarma por la escalada de violencia y culparon a las fuerzas de seguridad del presidente Viktor Yanukovich, al dejar en claro que apoyan una transición política que les permita a los ucranianos elegir un nuevo gobierno.
Rusia, por el contrario, se comprometió a utilizar todo su peso para apoyar al gobierno de Ucrania y se sumó a las acusaciones de Yanukovich, que culpa a sus oponentes de intentar tomar el poder, lo que equivale a un golpe de Estado.
En uno de sus comunicados más duros desde que se desató la crisis en Ucrania, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia llegó incluso a evocar la Machtergreifung -la toma del poder de los nazis en Alemania en 1933- para responsabilizar "a fuerzas radicalizadas de la oposición por los hechos criminales" que causaron derramamiento de sangre y denunciar a los países europeos por negarse a admitirlo.
El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, acusó a Occidente de "alentar a la oposición [ucraniana] a actuar al margen de la ley". "Nosotros no queremos imponernos, a diferencia de lo que intentan hacer nuestros fanáticos socios occidentales", dijo Lavrov desde Kuwait.
Un alto funcionario del Departamento de Estado desestimó la acusación de que Estados Unidos se inmiscuya en los asuntos de Ucrania y dijo que Washington siempre apoyó abiertamente un gobierno de coalición.
El funcionario le devolvió la acusación al Kremlin. "No han sido transparentes sobre su accionar en Ucrania", dijo.
El presidente Barack Obama, de visita en México, interrumpió la apertura de su reunión con el presidente Enrique Peña Nieto para informar a los periodistas que Estados Unidos condenaba "categóricamente" la violencia, que en los últimos días se cobró muchas vidas.
Obama advirtió enfáticamente a los militares ucranianos para que se abstengan de intervenir en la crisis política que sacude las calles de Kiev, y dijo que Estados Unidos hará responsable al gobierno de la escalada de violencia.
La decisión de Obama de referirse a la situación en Ucrania sin que se lo hayan preguntado refleja la creciente preocupación de la Casa Blanca por la espiral de violencia fuera de control en la que derivó el enfrentamiento entre gobierno y manifestantes.
"Observamos con suma atención los hechos y esperamos que el gobierno ucraniano demuestre mesura -dijo Obama-. Si se pasan de la raya, habrá consecuencias."
La esencia de esa amenaza quedó clara el miércoles por la noche, cuando el gobierno de Obama impuso una prohibición en la visa de 20 altos funcionarios ucranianos, a los que acusó de ser parte de la represión del gobierno el martes pasado.
En una conferencia de prensa del miércoles por la noche, Obama dijo que la violencia en Ucrania no se debía a una tercerización de la lucha por la influencia en la región entre Estados Unidos y Rusia. En cambio, advirtió que el enfoque de su gobierno era "no considerar esto un tablero de la Guerra Fría en el que competir con Rusia".
Confrontación armada
Ya existe el temor de que lo que comenzó como una crisis política en Ucrania degenere en abierta guerra civil. Algunas figuras políticas de Moscú advierten que podría repetirse un caso como el de la desintegración de Yugoslavia.
Alexei K. Pushkov, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara baja del Parlamento ruso, dijo que los opositores más radicalizados ya no buscan llegar a un acuerdo, sino que optaron por tomar las armas. "Ya no se trata de un proceso político. Es una cuasi guerra civil."
La ferocidad de la violencia en Kiev pareció tomar por sorpresa a los líderes europeos, que ahora se desesperan por encontrar una respuesta a la crisis.
En Rusia, los funcionarios también buscan influir en los acontecimientos. Rusia ya prometió 15.000 millones de dólares en asistencia financiera para ayudar a Ucrania a evitar el default, y el martes hizo efectivo otro desembolso de 2000 millones, hecho que desencadenó las últimas protestas, ya que muchos temen que la ayuda de Rusia termine empujando del todo al país a los brazos del Kremlin.
Anteayer, sin embargo, autoridades ucranianas dijeron que el pago estaba retenido por "cuestiones técnicas".
Tanto en Rusia como en Europa la crisis parece ser un momento bisagra para el continente y sus fronteras. "Nosotros los polacos -dijo Donald Tusk, primer ministro de Polonia- no nos quedaremos de brazos cruzados ante estos hechos, porque sabemos que lo que ocurra en Ucrania será decisivo para la historia y el futuro de toda la región."
Traducción de Jaime Arrambide
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