¿Kiev o Kyiv? Por qué el gobierno de Ucrania impulsa el uso de otro nombre para su capital
Los medios y países anglosajones usan cada vez más el nombre en lengua ucraniana de la ciudad
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PARÍS.– Es una simple vocal, pero que hace toda la diferencia. Cuando la mayoría de los países de lenguas latinas se refieren a la capital ucraniana con el nombre de “Kiev”, los países anglófonos han adoptado desde hace tiempo “Kyiv” (se pronuncia “Kiiv”). El primero es el nombre ruso de la ciudad, el segundo su nombre ucraniano, oficialmente adoptado en 1995, cuatro años después de la independencia.
“Para muchos, utilizar sobre todo ahora el nombre rusófono es una forma de validar la tesis del Kremlin, según la cual el territorio actual de Ucrania forma parte del espacio histórico de Rusia justificando así la actual invasión”, precisa Christine Dugoin-Clément, investigadora del Instituto de Administración de Empresas de la universidad de La Sorbona.
En 2014, después de la anexión de la península de Crimea por Rusia, Ucrania solicitó oficialmente a los ministerios de Relaciones Exteriores internacionales que adoptaran el nombre de “Kyiv”, sobre todo en los aeropuertos.
Para Dugoin-Clément, es justificado: “La reina de Inglaterra practica una forma de diplomacia con los vestidos que lleva. Son pequeños gestos, finos y sutiles, pero que envían mensajes fuertes”, señala.
La investigadora recuerda los debates con su editor, en 2015, cuando trabajaba en su libro “Ucrania: entre el desgarramiento y la recomposición”. Este temía que los lectores no comprendieran la ortografía “Kyiv”, por eso ella decidió explicar al comienzo de su opus el sentido de esa forma de grafía.
En el terreno del lenguaje y de su carga simbólica, en particular cuando se trata del nombre de ciudades o países que intentan dar valor a su independencia de potencias extranjeras o antiguas potencias coloniales, la prensa anglosajona suele adaptarse. “Mumbai”, “Beijing” o “Chennai” pasaron al lenguaje corriente, cuando en los países de lengua latina se sigue diciendo Bombay, Pekín o Madrás, sus nombres occidentales.
Actualmente, el sitio de la BBC, utiliza exclusivamente “Kyiv”. Lo mismo sucede con CNN, Al-Jazeera, The Guardian, The Daily Mail, The New York Times, The Independent, The Wall Street Journal o la agencia Associated Press. Incluso el gobierno británico lo convirtió en su ortografía oficial en 2014, en momentos en que —inmediatamente después de la revolución de Maidan— muchos pedían desde Ucrania que así fuera.
En 2018, el Ministerio de Relaciones Exteriores ucraniano lanzó una misma campaña mediática: “Kyiv not Kiev”. En junio de 2019, durante la presidencia de Donald Trump, el gobierno estadounidense pasó a su vez oficialmente a “Kyiv”, a pesar de los lazos de admiración y amistad que existían entre la Casa Blanca y el Kremlin.
Curiosamente, en Francia los medios adoptaron sin problemas la forma más fiel a la pronunciación ucraniana para las ciudades de Lviv y Karkhiv (pronunciadas “Lvov” y Karkhov” en ruso). Sin duda porque esos nombres no eran conocidos del público antes de aparecer en las informaciones en las últimas semanas, contrariamente a la capital. Pero son raros los medios que se atreven a utilizar “Kyiv”, excepto por el matutino de izquierda Libération, que decidió ayer emplearlo para conformarse a “una lógica política”.
El conocido escritor franco-ruso Dimitri Bortnikov, nacido en Samara, a orillas del Volga, y que escribe en francés desde 2008, opina que la utilización de “Kyiv” es, en realidad, “un arma”. El, cuando habla ruso, sigue fiel a “Kiev”.
“Conservar ‘Kiev’ es una forma de no perder el contacto con Rusia. Entre paréntesis, la Academia Francesa está llena de gente fiel a la tradición. Imagínese al ex presidente Valéry Giscard d’Estaing usar el término ‘Kyiv’ al final de su vida… Y ya que estamos, ¿por qué no diríamos ‘London’ en vez de ‘Londres’?”, reflexiona. A su juicio, “cambiar una palabra es fácil. Pero la amistad entre los pueblos pasa por los actos”.
El debate parece, en todo caso, haber tocado una fibra sensible en la gente, sobre todo desde que comenzó la invasión de Ucrania. Cada vez más intelectuales, investigadores y personalidades europeas han decidido cambiar el tradicional “Kiev” por “Kyiv”. Un fenómeno que no sorprende a Christophe Coupé, especialista del laboratorio Dinámica del Lenguaje (DDL), para quien se trata de “una poderosa forma de solidaridad política”.
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